Asistimos a una corrida cambiaria provocada por sectores minoritarios de la economía, pero con una importante capacidad de intervenir en las modificaciones del tipo de cambio, o sea, el precio de las divisas extranjeras, especialmente el dólar. Para contrarrestar ese accionar está el BCRA que vende divisas de sus (escasísimas) reservas internacionales para evitar o aminorar las presiones alcistas del dólar. Por el contrario, compra divisa para sostener un tipo de cambio según sea la política económica. Por día, se realizan operaciones promedio de entre 150 y 300 millones de dólares, por lo que se trata de operadores con importante capacidad de ahorro en pesos. No se trata de pequeños ahorristas, aun cuando existe la posibilidad de cambiar hasta 200 dólares al mes. No son estas operaciones minoristas las que activan subas como las de las corridas de estos días.
Veamos, a inicios de enero el dólar oficial se cotizaba a 185,4 pesos por dólar y el paralelo o ilegal a 342. Al 25 de abril, el oficial registraba un precio de 227,7 pesos por dólar (22,81% de aumento) y el paralelo llegó a 495 (44,73% de suba). La inflación acumuló en el primer trimestre un 21,7%. Si bien falta el dato de la suba de precios del mes de abril, los datos disponibles nos indican que el tipo de cambio oficial acompaña la suba general de precios, en una dinámica de devaluación similar a la inflación, algo muy distinto a lo que ocurre con el ilegal, que duplica la evolución alcista de los precios. El problema es que la referencia para la fijación de los precios cotidianos está en esa cotización del ilegal que los medios difunden minuto a minuto, instalando la “necesidad” de la remarcación.
El problema es que muchos productos son dependientes de insumos importados, pero no todos y, en consecuencia, no es “necesario” que todos los bienes aumenten siguiendo la dinámica del paralelo o blue. Pero es lo que ocurre ante la incertidumbre y el trabajo persistente de los medios de comunicación, que terminan instalando un “sentido común” favorable a la suba. El “sentido común” es lo que las clases dominantes quieren que sea pensamiento normal, es decir, los menos que tienen excedentes de pesos en sus manos y mueven el amperímetro del alza del dólar son los grandes beneficiados con las subas, mientras que la mayoría de la sociedad, que vive de ingresos fijos, en pesos, sin posibilidad de actualizar, sufren las consecuencias del alza general de precios.
Vale mencionar que, ante la fuerte suba de ayer, que llegó a 495, se anunciaron y ejecutaron medidas que hizo que hoy bajara la cotización a 475 pesos por dólar, más que los 462 que estaba el precio del dólar ayer, antes de la corrida. ¿Queda claro? El dólar bajó respecto del máximo de su cotización, pero se instaló en un nuevo piso. Puede aún bajar, pero de 342 que era la referencia de inicio del año, antes de la corrida ya estaba ayer antes de la gran suba en 462, un 35% más alto y por encima del promedio de la inflación y sin duda, de los ingresos populares.
La devaluación del peso inducida por operaciones ilegales está legalizada con operaciones bursátiles a registros similares (contado con liquidación o dólar MEP), lo que acelera el ritmo de devaluación del tipo de cambio oficial y sostiene un ciclo de subas de precios en toda la economía, no de los ingresos de la mayoría de la sociedad. La devaluación perjudica a la mayoría y beneficia al núcleo concentrado del poder económico. La dolarización sería una exacerbación del proceso devaluatorio, por lo que se requiere otro rumbo del orden económico que ponga por delante la satisfacción de las necesidades populares.
Julio Gambina es Doctor en Ciencias Sociales de la UBA. Profesor Titular de Economía Política en la Universidad Nacional de Rosario. Integra la Junta Directiva de la Sociedad Latinoamericana y caribeña de Economía Política y Pensamiento Crítico, SEPLA.
Publicado por FM En Tránsito: https://comunicacionsocial.org.ar/subida-del-dolar-blue/