A poco más de cuarenta días de asumido el Gobierno de Javier Milei, la Confederación General del Trabajo (CGT) anunció un Paro General bajo la consigna #LaPatriaNoSeVende en rechazo al Decreto de Necesidad y Urgencia y la Ley Ómnibus que tienen como objetivos principales la flexibilización laboral y la venta de las empresas nacionales. En esta nota intentaremos responder los siguientes interrogantes: ¿Cuáles han sido las medidas de fuerza de la central obrera a lo largo de la historia? y ¿cómo han impactado en la construcción de sujetos colectivos más conscientes y organizados?.
La CGT de la República Argentina es la central obrera más grande del país y de las más influyentes del mundo, nuclea más de 4.500.000 de trabajadores y trabajadoras de distintas ramas e industrias, cuenta con una larga historia de luchas que han atravesado por distintos gobiernos democráticos y dictaduras militares.
Como cualquier institución u organización, la central de trabajadores también ha tenido momentos de tensión interna en cada coyuntura que han determinado en algunos casos la fractura de la misma. De esta forma se pueden observar en diferentes coyunturas, al menos dos grandes líneas: una línea más negociadora y entreguista (que convivió incluso con la dictadura de Rafael Videla); y una línea combativa que incluso en los peores momentos salió a las calles a defender los derechos laborales conquistados arriesgando la vida inclusive.
La CGT como columna vertebral del movimiento peronista y las sucesivas dictaduras cívico militares
Fundada en 1930 bajo la influencia de ideas socialistas y comunistas que inmigrantes europeos traían del viejo continente, forjó a partir de 1945 una ideología política predominantemente peronista debido a las luchas y conquistas en materia de derechos laborales que se dieron bajo el primer y segundo gobierno de Juan Domingo Perón. Desde aquel histórico 17 de octubre cuando el movimiento obrero organizado irrumpió en la escena nacional como nuevo sujeto político capaz de revolucionar todo, éste ha sido siempre una pieza clave en la defensa y conquista de los derechos laborales y políticos.
El primer paro general del que se tiene registro en Argentina, data de 1936 y consistió en una jornada de lucha de 48 horas con alto nivel de acatamiento en apoyo a las y los trabajadores de la rama de la construcción y en contra de la represión del Gobierno fraudulento del entonces Presidente, el Militar Agustin Pedro Justo.
El segundo paro general registrado fue el que tuvo lugar en el marco del histórico 17 de octubre de 1945. Reunido el Comité Central Confederal de la CGT para decidir si iban a huelga general motivo de la encarcelación de Perón en la Isla Martín García y con una votación que terminó 16 votos a favor y 11 en contra, la central convocó a un paro general por 24 horas para las 00 horas del 18 de octubre. Si bien algunos trabajadores comenzaron a dejar sus puestos de trabajo desde la tarde del 16 de octubre, fue la gran afluencia de los obreros provenientes principalmente del cordón industrial del Gran Buenos Aires que desbordó la Plaza de Mayo y adelantó la medida para el 17 de octubre.
Algunas de las consignas que acompañaron el paro general fueron: contra la entrega del Gobierno a la Corte Suprema y el Gabinete de la oligarquía; por un Gobierno democrático y libre que consulte la opinión de los trabajadores; por la realización de elecciones libres; por el levantamiento del Estado de sitio; por la libertad de los presos civiles y militares detenidos por su identificación con las causas obreras; por el mantenimiento de las conquistas sociales y ampliación de las mismas; por la aplicación de la Reglamentación de las Asociaciones Profesionales; por aumentos de sueldos y jornales, salario mínimo básico y móvil y participación en las ganancias, y el cumplimiento integral del Estatuto del Peón rural.
A partir del Golpe de Estado del 55’ autodenominado “Revolución Libertadora” (nótese el uso de la libertad como consigna), que bombardeó la Plaza de Mayo y dejó un saldo de 308 compatriotas asesinados, comenzaron una serie de paros generales que se sucederían hasta el retorno de la democracia de 1983 (26 en total durante ese período). Las consignas durante dichas medidas eran en contra del régimen militar que fusiló y detuvo a cientos de dirigentes sindicales; también por aumento de salarios y jubilaciones; solicitando la normalización sindical; en rechazo a la política económica y social de carácter liberal ortodoxa de los gobiernos como los de Aramburu y Frondizi.
Durante los años 1963 y 1964, bajo la presidencia del dirigente radical Arturo Illía, se destacan una serie de medidas de fuerza llevadas adelante con una clara iniciativa del movimiento obrero argentino que dieron lugar al llamado “Plan de Lucha de la CGT”. El mismo constó de cuatro etapas, una de las cuales fue la realización de paros generales y tomas de fábricas de producción industrial, que según el Boletín Informativo Semanal de la CGT del año 1964, implicó la “ocupación por 3.913.000 trabajadores de 11.000 establecimientos”. Los protagonistas de esta hazaña eran asalariados insertos mayoritariamente en la rama metalúrgica y textil, quienes se enfrentaron a trabajadores ligados a tareas administrativas y técnicas de las empresas, quienes se opusieron en general a la medida.
Argentina vivía una gran recesión económica a partir del año 1962 producto del modelo económico implementado por la dictadura militar, y el plan de lucha de la CGT normalizada en el 63’ luego de seis años de intervención, comenzó con un paro general el día 31 de mayo y exigía como demandas inmediatas aumentos de salarios, control de costos y fijación de precios máximos para artículos de primera necesidad, plena ocupación, pago de pensiones y jubilaciones atrasadas, créditos para reactivación de la producción, viviendas populares, y reincorporación de cesantes por conflictos laborales.
Durante la dictadura de Onganía, Levingston y Lanusse también se llevaron adelante varios paros generales, protagonizados por una CGT fortalecida y posicionada como la columna vertebral del movimiento peronista que pasó de tener 80.000 afiliados en el año 43’ a casi 4 millones de afiliados en el año 74. Las consignas principales eran en rechazo a la política económica de la dictadura e incluyó también el reclamo por el incremento de salarios y jubilaciones. Con el correr de los años y previo al regreso de Perón a la Argentina, comenzaron a tomar fuerza las consignas en rechazo a la represión de la dictadura y el pedido de retorno a la democracia.
Además del paro general que se dió en contexto del Cordobazo, también se destaca el histórico paro general del 17 de noviembre del ´72 con motivo del regreso del General Perón a la Argentina y que sería recordado como el Día de la Militancia, con la épica foto del entonces Sec. Gral. de la CGT, Ignacio Rucci recibiendo al líder popular.
El 24 de marzo de 1976 comenzaba la última dictadura cívico-militar que en nombre de “la libertad de mercado” (vuélvase a notar la libertad como consigna) detuvo, torturó y desapareció a 30 mil compatriotas de los cuales, el 70 % eran delegados sindicales. Incluso en ese contexto veríamos una serie de medidas de fuerza que se opusieron, de manera clandestina, a través de la CGT Brasil presidida por el histórico dirigente sindical Saúl Ubaldini. Las consignas presentes fueron: rechazo a la dictadura cívico-militar, la restauración de la legislación sindical y el pedido por el retorno de la democracia, el movimiento obrero organizado, una vez más, fué el actor clave para la recuperación de la democracia.
El retorno de la democracia
La relación entre la central sindical y Ricardo Alfonsin, no comenzó de la mejor manera ya que apenas asumido su Gobierno, el presidente radical envió al Congreso el Proyecto de ley de Reordenamiento Sindical, que introducía entre otras modificaciones, la participación de las minorías en la conducción de los gremios, lo que generó el rechazo de la CGT conducida por el dirigente cervecero Saúl Ubaldini.
Los motivos de los trece paros generales realizados al presidente Alfonsin fueron en rechazo a la política económica y social; en solicitud del aumento de salarios y jubilaciones; en rechazo al congelamiento salarial dispuesto por el Plan Austral; en pedido por los “26 puntos” de la CGT que recuperaba demandas históricas de los programas de “La Falda” y “Huerta Grande”; en pedido de relevo del ministro de economía Juan Sourrouille; en rechazo al Plan Primavera y al aumento del costo de vida; y repudio a la violencia y represión al acto de la CGT de septiembre del 88’.
Durante el Gobierno del neoliberal Carlos Menem, quien había asumido su presidencia bajo el ala del Partido Justicialista, se realizaron 8 huelgas generales; tres durante su primer mandato y cinco en el segundo. Los principales motivos fueron en rechazo a la política económica neoliberal que impulsó políticas de libre mercado y la privatización de empresas nacionales en sectores estratégicos; en solicitud de aumento salarial y de las jubilaciones; pidiendo la renuncia del Ministro de economía Domingo Cavallo (quien también había sido funcionario del Banco Central durante la última dictadura cívico-militar); y en rechazo al intento de flexibilización laboral dictadas por decreto en un recordado y caliente diciembre de 1996.
Por su parte, a Fernando De La Rúa también se le realizaron ocho paros generales y fueron motivados por el rechazo a la ley de reforma laboral; en repudio a la política socioeconómica, contra el ajuste y desregulación de obras sociales; en repudio a la presencia del Fondo Monetario Internacional en el país y cambio de la política socioeconómica “de hambre y miseria”, pidiendo la renuncia del ministro de economía Domingo Cavallo; contra la represión del gobierno a las protestas sociales de un pueblo cansado de vivir en la miseria y que dejó el saldo de 39 asesinados y 500 heridos.
La crisis del 2001 puso fin al gobierno de la Alianza con un Fernando De La Rúa escapando en helicóptero de la Casa Rosada, y contó con la particularidad de que el país tuvo 5 Presidentes en 11 días. Finalmente, el gobierno quedó en manos de Eduardo Duhalde, dirigente del peronismo bonaerense y al cual la CGT le realizó dos paros generales en protesta a la política económica del gobierno; en pedido de aumento salarial y de jubilaciones y subsidios a los desocupados debido a la gran crisis que atravesaba al país.
A partir de la victoria electoral de Néstor Kirchner, quien mantuvo un diálogo fluido con las centrales obreras, y en el marco de un modelo económico que recuperaba políticas del Estado de Bienestar, el único paro realizado fue motivo del asesinato del docente Carlos Fuentealba en Neuquén, convocado por la CGT y la CTA, y con un alto acatamiento popular.
Durante los dos Gobiernos de Cristina Fernández de Kirchner se realizaron 5 huelgas generales protagonizadas por la CGT, impulsados principalmente por el dirigente de Camioneros Hugo Moyano. Las consignas de las medidas de fuerza distaron mucho de las consignas enarboladas en épocas de crisis económica como las que vimos anteriormente donde las y los trabajadores se movilizaban en defensa de los derechos conquistados y en clima de resistencia y represión. Algunas de las consignas de los paros de esta época fueron en rechazo al impuesto a las ganancias; en devolución de los fondos de las obras sociales sindicales; y en contra de la inseguridad y la inflación.
Durante el Gobierno neoliberal de Mauricio Macri las consignas de los paros generales cambiaron radicalmente y se duplicaron respecto a la presidencia anterior. En cuatro años recibió 5 paros generales de la CGT en contra de la reforma previsional y laboral en aquellas históricas jornadas de lucha de diciembre de 2017. Otras de las consignas que encabezaron las manifestaciones obreras fueron en rechazo a la política económica neoliberal y de especulación financiera; en contra del techo a los convenios paritarios; en pedido de aumento de jubilaciones y pensiones; en rechazo al endeudamiento y acuerdo con el FMI; contra los tarifazos, la devaluación y el cierre de empresas.
Por último, y si bien el gobierno de Alberto Fernandez no sufrió ningún paro general durante sus cuatro años, la conducción de la CGT argumentó su posición aludiendo a la situación excepcional producto de la pandemia del Covid-19, y rescató que durante su gobierno no hubo despidos, se mantuvieron las paritarias libres y no se avanzó contra los derechos laborales.
Paro general del 24 de enero y la solidaridad internacional
A poco más de cuarenta días de asumido el Gobierno libertario de Javier Milei, la CGT anunció un paro general bajo la consigna #LaPatriaNoSeVende en rechazo al DNU 70/23 y a la Ley Omnibus, que tienen como objetivos principales la flexibilización laboral y la venta de las empresas nacionales, y que como hemos mencionado en nuestra última nota titulada “Las falacias de Milei que rodean al DNU”, vulneran los derechos conquistados por las y los trabajadores, fomentando el Libre Comercio y las más salvajes reglas del mercado bajo los falsa e irreal esperanza de que mejorarán la situación económica del país.
La medida de fuerza rápidamente contó con el apoyo de las dos CTA, de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP), de movimientos sociales, de gobernadores, legisladores e intendentes de Unión por la Patria (UxP), del Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT), como así también de organizaciones de Derechos Humanos como Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, H.I.J.O.S, por lo que se espera una masiva concurrencia en la Plaza del Congreso y replica en las principales ciudades del país a lo largo y ancho del territorio argentino.
Días previos a la medida de fuerza, se llevó adelante un encuentro virtual entre la Confederación Sindical de Trabajadores y Trabajadoras de las Américas (CSA), la Sindical Internacional (CSI) y más de 100 organizaciones gremiales, junto a las tres centrales obreras argentinas (CGT y ambas CTA), referentes de organizaciones de DDHH, para respaldar la lucha de las y los trabajadores argentinos y coordinar las acciones a realizarse en distintas partes del mundo.
Algunas de las ciudades más importantes en las que se realizarán concentraciones y movilizaciones son: París, Francia; Madrid, Valencia y Barcelona, España; Ámsterdam, Países Bajos; Bruselas, Bélgica; Ginebra, Suiza; Roma, Italia, Berlín, Alemania, Montevideo, Uruguay, Bogotá, Colombia, entre otras ciudades.
Algunas de las organizaciones sindicales que se manifestaron en apoyo son: Confederación Democrática del Trabajo de Francia (Nuclea a CFDT, CGT, FO, FSU, UNSA y Solidaires); Central Unitaria de Trabajadores de Colombia, Chile y Brasil; Sindicato LAB del País Vasco; Federación Sindical Mundial; Central dos Trabalhadores e Trabalhadoras do Brasil; Confederación Intersindical Galega (Galicia); Unión Sindical Obrera de España; Unione Italiana del Lavoro; Euskal Sindikatua del País Vasco Español; IndustriALL Global Union (representa a 50 millones de trabajadores del sector minero, energético e industrial en 140 países y nuclea a Federación Internacional de Trabajadores de las Industrias Metalúrgicas (FITIM), la Federación Internacional de Sindicatos de la Química, Energía, Minas e Industrias Diversas (ICEM) y la Federación Internacional de Trabajadores del Textil Vestuario y Cuero (ITGLWF)); Federación General del Trabajo de Bélgica, entre otras.
La Praxis como elemento fundamental de análisis
A lo largo de este recorrido, hemos podido observar cómo las luchas gremiales y políticas del movimiento obrero organizado se han ido objetivado en conquistas políticas, derechos laborales, redistribución de la riqueza y mejores condiciones de trabajo.
Pero aquí también interesa debatir y reflexionar acerca del impacto que la praxis política tiene en la construcción de la subjetividad colectiva del las y los trabajadores a lo largo de su historia y en diferentes partes del mundo. Consideramos que dicha Praxis tiene un valor fundamental para el análisis político y social, sobre todo en tiempos donde la digitalización media el conjunto de nuestras relaciones sociales y cuyos efectos recién se están investigando. De allí que categorías políticas y sociales como los grados de organización, conciencia y heterogeneidad se convierten en importantes operadores metodológicos. Parafraseando al filósofo francés Jean Paul Sartre, para superar los condicionamientos materiales de su existencia, el ser humano está empujado al trabajo material y a la praxis revolucionaria.
El caso particular del gobierno liberal, libertario y anarcocapitalista de Argentina está llamando la atención en diferentes latitudes del planeta, por la velocidad del ajuste ortodoxo que está aplicando y por el histrionismo de sus ejecutantes. Deberemos seguir con atención los hechos para ver cómo se desarrolla este singular fenómeno.
Diego Lorca es Licenciado en Psicología (UNSL), Diplomado en Economía Política y Relaciones del Trabajo (UBA), Director del Observatorio Internacional del Trabajo del Futuro (OITRAF), asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE).