Un informe del INTA procesó los datos de los últimos censos agropecuarios y resaltó la importancia de la agricultura familiar, campesina e indígena. Destacó el rol en la producción de alimentos para el mercado interno y confirmó la injusta distribución de la tierra en Argentina: el sector representa al 64% de las explotaciones agropecuarias pero accede solo al 13% de la superficie productiva.

El informe “Pequeños Productores en la Argentina” del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) vuelve a poner sobre la mesa la realidad de quienes producen en todo el país en extensiones máximas de entre 500 metros cuadrados a 5000 hectáreas, discriminadas por región geográfica y productiva. Se trata de un sector mayoritario del agro argentino con el 64 por ciento de las Explotaciones Agropecuarias (EAP), pero con solo el 13 por ciento de las tierras en producción, según el último Censo Nacional Agropecuario de 2018.
En ese porcentaje de tierras, el sector tiene un rol destacado “en la diversidad productiva y en la producción de alimentos” con 4,4 millones de hectáreas de cultivos (14 por ciento del total del país) y 12 millones de hectáreas dedicadas a la ganadería (21 por ciento en cabezas totales). Esto ocurre a pesar de que en el periodo intercensal, entre 2002 y 2018, las EAP de pequeños productores se redujeron en un 27 por ciento en todo el país, con excepción de Tierra del Fuego y Catamarca, las únicas dos provincias donde no disminuyeron.
Medidas por regiones agroeconómicas —explotaciones con características similares en cuanto a los recursos y producciones agropecuarias— la Puna es la única que no muestra caídas de EAP, mientras que en la región Pampeana —zona núcleo del agronegocio— y la de Oasis Cuyanos, la caída de las EAP de pequeños productores alcanza el 33 por ciento en el periodo intercensal.
Productores campesinos, indígenas y familiares: un sector para planificar sistemas agroalimentarios sostenibles
El informe técnico surge del análisis de los microdatos del CNA 2018 hecho por el equipo del Programa Nacional de Innovación, Fortalecimiento y Promoción de la Agricultura Familiar, Campesina e Indígena. Las cifras son puestas en un contexto que excede el actual, dominado por la política de ajuste y motosierra aplicada por el gobierno de La Libertad Avanza contra los programas y las líneas de investigación para el sector.
El trabajo plantea el debate instalado desde principios de siglo XXI respecto del “rol de los pequeños productores en el desarrollo rural de América Latina, en el marco de los debates en torno a la sostenibilidad de los sistemas agroalimentarios y el rol del Estado en la construcción de políticas para el desarrollo, la seguridad y soberanía alimentaria y tecnológica”.
Una línea de trabajo que no responde a una mirada “ideológica” sino que es reconocida por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) al marcar como “sistema alimentario sostenible” aquellos que “garantiza la seguridad alimentaria y la nutrición de todas las personas de tal forma que no se pongan en riesgo las bases económicas, sociales y ambientales de éstas para las futuras generaciones”.

En ese sentido, el vigente Plan Estratégico Institucional 2015-2030 del INTA destaca “el rol de la agricultura familiar en el desarrollo socio-económico y sustentable del país, así como en su vinculación con todos los sectores de la economía y que dicho rol se expresa en términos de soberanía y seguridad alimentaria, preservación de la agrobiodiversidad, cuidado del medio ambiente, generación de mano de obra y ocupación del territorio a través del arraigo rural”.
A pesar de la posición del actual gobierno respecto del rol del INTA —expresada por el vocero presidencial Manuel Adorni en diciembre pasado como al considerar que “nada tienen que ver con la productividad agrícola, las cuestiones de género, los falsos mapuches y la agricultura familiar”—, el informe remarca la importancia del sector: “Esta información y los análisis que posibilita son de crucial importancia en el contexto actual, dada la declinación de la sostenibilidad de los sistemas agroalimentarios a nivel global. Esto permite dimensionar la necesidad de diseñar estrategias público-privadas que fortalezcan el futuro del sector productivo en particular, y, de este modo, garantizar una alimentación de calidad para la sociedad en general”.
Los productores en el territorio argentino
El informe señala que Misiones, Buenos Aires, Santiago del Estero y Santa Fe son las provincias que concentran la mayor cantidad total de pequeños productores a nivel nacional. En tanto, si se mide el porcentaje de participación de los pequeños productores en los totales de EAP por provincia, se destacan Jujuy (85 por ciento), Misiones (83 por ciento), Salta (83), Catamarca (81) y Santiago del Estero (82 por ciento).
Las provincias de Santa Cruz (14 por ciento), Mendoza (47), La Pampa (48) y San Juan (49 por ciento) son las que registran menor participación. El dato a destacar es que la participación de las EAP de pequeños productores se incrementa a medida que la producción se aleja de la zona núcleo, dominada por los cultivos de exportación. O sea, en las provincias del noroeste y noreste argentino y en la zona norte de la región patagónica.

Si lo que se mide es la superficie total ocupada por las EAP sobre la superficie ocupada por la de los pequeños productores, los porcentajes caen abruptamente y en ninguna provincia superan el 25 por ciento. Otra vez con las excepciones de las regiones alejadas de las zonas tradicionales de explotación agropecuaria extensiva: Jujuy (48 por ciento), Misiones (36) y La Rioja (27 por ciento).
Respeto a los tipos de uso de la tierra, los agricultores familiares representan el 87,6 por ciento del total de EAP sin límites definidos, un 84 por ciento del total de EAP mixtas, y, en menor proporción, un 61 por ciento de EAP con límites definidos. Los valores elevados tienen relación con otros modelos de relación con la tierra: para el dato estadístico las tierras “sin límites definidos” son aquellas en las que el productor no puede definir la superficie del terreno que ocupan o bien se trata de tierras de uso común entre varios productores. O sea, campo comunero, campo que pertenece a una comunidad indígena o reserva nacional; u otro tipo de tierras fiscales. El informe resalta en este punto una disminución del 38 por ciento de EAP sin límites definidos entre 2002 y 2018 y marca que esto “abre el camino a la construcción de interrogantes e hipótesis” respecto del motivo de esa abrupta disminución.

El tipo de producción en las zonas extrapampeanas también es dominado por los pequeños productores en las existencias ganaderas totales del país en el caso de especies como llamas (87 por ciento) y caprinos (81 por ciento). De todas formas, en relación al total de cabezas —incluyendo ganado bovino, ovino y porcino—, los pequeños productores participan en un 21 por ciento.
En cuanto a la superficie implantada, el total del país fue de 31.950.196 hectáreas (Censo Agropecuario 2018), mientras que la participación de la agricultura campesina-indígena-familiar fue de 4.473.420 hectáreas. Lo que significa un 14 por ciento respecto de la superficie implantada del total país en primera ocupación —la superficie sembrada por primera vez en una temporada—. En este aspecto se destacan por encima del nivel general las provincias de Misiones (39 por ciento), Chubut (24), Santa Fe (23) y Chaco (19 por ciento).
El avance del agronegocio sobre las tierras de la agricultura familiar
Al contrastar los datos intercensales entre 2002 y 2018, el informe indica que para el último CNA los pequeños productores trabajaban 21 millones de hectáreas en todo el país, lo que representa el 13,4 por ciento del área total de las EAP mencionadas; mientras que en 2002 las hectáreas trabajadas por los pequeños productores representaban el 13,5 por ciento y alcanzaban las 23 millones de hectáreas.
En cuanto a las EAP, los pequeños productores representaban el 66 por ciento ( 218.868) en 2002 y esa representación se redujo al 64 por ciento (158.946) en 2018. El dato confirma una realidad que el modelo de agricultura extensiva de la “revolución verde” con siembra directa, insumos químicos y cultivos transgénicos para la exportación de commodities instaló en el campo argentino: el avance de un modelo financiero, que concentró tierras en pocas manos y expulsó gente del campo.
Sin embargo, parece una merma poco significativa en un periodo de 16 años entre censo y censo. Esto puede explicarse por los problemas de relevamiento que tuvo el censo 2018, como bien marcó en su informe “La Argentina agropecuaria vista desde las provincias” la Cátedra Libre de Estudios Agrarios Horacio Giberti.
También puede estimarse un problema de relevamiento —incluyendo las hectáreas censadas no productivas de las EAP— las 4.473.420 hectáreas implantadas por los pequeños productores y las 12.035.722 de existencias ganaderas, sobre el total de 20,7 millones ocupadas en todo el país.

Más allá de las imprecisiones censales, la comparación permite observar un fenómeno que continúa en marcha en el campo argentino. “La reducción de las Explotaciones Agropecuarias en Argentina es una tendencia que se observa desde la década de 1960”, afirma el informe. Entre 2002 y 2018 se perdieron 59.922 explotaciones de pequeños productores, lo que significó una reducción del 27 por ciento.
La reducción de EAP llevó a que en el 56 por ciento de las provincias la superficie de los pequeños productores haya disminuido su participación sobre la superficie total de explotaciones. En la Patagonia la reducción fue del seis por ciento, en el NOA la reducción alcanzó el 41 por ciento de las fincas, en el Oasis Cuyanos se perdieron el 33 por ciento, en la región Pampeana también el 33 por ciento menos, en el Chaco Húmedo desaparecieron el 29 por ciento y en la Mesopotamia el 28 por ciento.
En valores absolutos las provincias más afectadas en pérdida de explotaciones de pequeños productores, al igual que para las EAP totales, son Buenos Aires (- 8355), Entre Ríos (-6756), Santa Fe (-5646) y Mendoza (-5363). En tanto, las provincias que ganaron explotaciones de pequeños productores son Catamarca (574), Río Negro (80), Tierra del Fuego (63) y Santa Cruz (12).
El informe comparativo del Programa Nacional de Innovación, Fortalecimiento y Promoción de la Agricultura Familiar, Campesina e Indígena del INTA vuelve a poner sobre la mesa “los desequilibrios en cuanto a la superficie explotada y el acceso a demás recursos productivos (…) Es la imagen de un sector mayoritario que produce en condiciones de escasez de recursos, abasteciendo principalmente al mercado interno de alimentos”.