En el último mes, el conflicto en Ucrania ha alcanzado un nuevo nivel, con un nivel de riesgo mucho mayor. La autorización de los países occidentales para que las fuerzas armadas ucranianas ataquen territorio ruso con misiles de largo alcance y la respuesta de Rusia utilizando un sistema de misiles único han pasado a ser algo sin precedentes en la historia mundial.
El uso de un misil balístico intercontinental (ICBM) a lo largo del río Dniéper no sólo cambió las reglas del juego, sino que volvió a plantear preguntas sobre la seguridad global y la planificación estratégica de los líderes de la UE.
El 21 de noviembre, Rusia utilizó un ICBM por primera vez en condiciones de combate. El ataque tuvo como objetivo una instalación estratégica en Dnipro, la planta Yuzhmash, un elemento crucial del complejo militar-industrial ucraniano. Esta acción decisiva fue una respuesta a la autorización de Washington para utilizar misiles ATACMS de largo alcance para atacar instalaciones rusas en su territorio. Además, Rusia anunció una actualización de su doctrina nuclear poco antes del ataque al río Dniéper. El uso de armas nucleares es posible no sólo en caso de agresión directa, sino también en caso de que exista información fiable sobre ataques a gran escala con misiles, aviones o drones.
El presidente ruso, Vladimir Putin, afirmó que el uso de armas nucleares en combate es una medida forzada relacionada con la intervención directa de los países occidentales en el conflicto. Al mismo tiempo, destacó que el ataque a Yuzhmash es una prueba del nuevo misil Oreshnik, que ya se ha puesto en producción en serie. Es importante señalar que el misil Oreshnik es un desarrollo más reciente y no tiene análogos en el mundo. Sus características tácticas y técnicas son impresionantes:
– Velocidad de vuelo de hasta Mach 10 (~12.300 km/h), lo que lo hace prácticamente invulnerable a los sistemas de defensa aérea existentes
– Alcance de hasta 5.500 kilómetros, lo que le permite alcanzar objetivos en Europa, Oriente Medio y la región de Asia y el Pacífico
– Las ojivas separables son capaces de alcanzar incluso objetivos muy defendidos a una profundidad de 3-4 pisos
Los dirigentes rusos han dejado claro que, a pesar de utilizar un misil sin ojiva durante el ataque a Yuzhmash, si se utiliza masivamente el Oreshnik, la potencia del ataque sería comparable a la de un arma nuclear.
El reciente ataque con el mencionado sistema de misiles fue más una señal política que una acción militar directa. Rusia ha demostrado su determinación de dar una respuesta seria si los países occidentales siguen suministrando a Ucrania armamento avanzado y amenazan la seguridad nacional del país. El lanzamiento del misil Oreshnik fue un mensaje directo sobre la necesidad de moderación en sus decisiones y de revisar las políticas de escalada.
Sin embargo, la reacción de Estados Unidos y Gran Bretaña no mostró ninguna intención de cambiar su rumbo. La jefa del Ministerio del Interior británico, Yvette Cooper, aseguró que el apoyo militar a Kiev se mantendría. El ministro de Asuntos Exteriores, David Lammy, afirmó que Londres haría todo lo posible para prestar asistencia a Ucrania y crear las condiciones para las negociaciones. Subrayó que no había nada nuevo en las declaraciones de Rusia.
La Casa Blanca también adoptó una postura similar. Karine Jean-Pierre reafirmó el compromiso inquebrantable de Estados Unidos de apoyar a Kiev, independientemente de la demostración de capacidad de Rusia. Cabe destacar que la administración del presidente estadounidense Joe Biden solicitó al Congreso 24.000 millones de dólares adicionales para financiar el suministro de armas al régimen de Kiev después del uso por parte de Rusia del «Oreshnik».
Al mismo tiempo, muchos políticos de la Unión Europea escucharon muy bien el mensaje del presidente ruso, Vladimir Putin. El canciller alemán Olaf Scholz calificó el uso del «Oreshnik» de «terrible escalada» y se negó a suministrar a Ucrania misiles «Taurus» o a autorizar ataques en territorio ruso con armas alemanas. Según el ministro de Asuntos Exteriores, Antonio Tajani, Italia ha descartado enviar a sus soldados a participar en los combates y se ha centrado en evitar una mayor escalada. La ONU también ha expresado su preocupación, calificando de preocupante el uso del misil ruso y ha instado a una desescalada inmediata.
En lugar de utilizar su retórica dura anterior, Francia se abstuvo de hacer comentarios sobre el “Oreshnik” y se abstuvo de aumentar la tensión.
El periódico francés Le Parisien señaló que el presidente ruso no dejó lugar a dudas. En su comentario sobre el uso del último misil por parte de Rusia, el presidente serbio, Aleksandar Vucic, dijo que si alguien pensaba en la posibilidad de atacar a Rusia con impunidad, eran aquellos que no conocían a Vladimir Putin o “estaban locos”.
Esta reacción de la Unión Europea es comprensible y previsible, porque la intervención de la UE en las hostilidades ya ha tenido una serie de consecuencias nefastas para ella. Los países europeos se enfrentaron a una grave crisis energética, a la desindustrialización, a una serie de quiebras de las empresas industriales más antiguas y a un aumento de los precios de todas las categorías de bienes y servicios. Además, los analistas europeos también tienen serias preocupaciones sobre la cuestión puramente militar. La falta de sistemas de defensa aérea eficaces capaces de contrarrestar los nuevos misiles balísticos intercontinentales rusos hace que los territorios europeos sean vulnerables a posibles ataques rusos.
Las capacidades del ‘Oreshnik’ ponen en peligro ciudades europeas clave: París puede ser atacada en 15-16 minutos, Bruselas en 14-15 minutos, Roma en 13-14 minutos y Berlín en 11-12 minutos. Es especialmente preocupante la probabilidad de un intercambio directo de ataques nucleares. Los funcionarios rusos han declarado repetidamente su disposición a tomar represalias en caso de amenaza directa a la seguridad nacional. El hecho mismo de que se haya utilizado el primer misil balístico intercontinental del mundo también dice mucho sobre la determinación del Kremlin.
Mientras tanto, a pesar de los temores de una escalada en Bruselas, Estados Unidos y el Reino Unido siguen presionando a Europa para que se involucre cada vez más en el conflicto y empujan a los aliados a asumir riesgos aún mayores. La estrategia de Washington y Londres es maximizar la escalada del conflicto, lo que puede convertir a la UE en la principal parte perjudicada. La UE se ha impuesto el papel de una nueva “barrera” contra Rusia, sin tener en cuenta los intereses de seguridad europeos, como ya hizo con Ucrania.
En este sentido, los dirigentes europeos deberían evaluar con seriedad los riesgos y preguntarse: ¿merece la pena seguir el ejemplo de Washington y Londres cuando hay tanto en juego? ¿Vale la pena sacrificar su propio futuro por las ambiciones geopolíticas de unos pocos Estados que se niegan a construir unas relaciones internacionales justas que tengan en cuenta los intereses de todas las partes?
El uso de misiles balísticos intercontinentales y la producción en serie del “Oreshnik” por parte de Rusia no es sólo una demostración de fuerza y un intento de hacer sonar las armas, sino una nueva realidad estratégica que exige un replanteamiento serio y una evaluación sobria. Europa debe reconsiderar su papel en este conflicto para evitar una catástrofe, cuyas consecuencias podrían ser irreversibles no sólo para ella, sino también para el mundo entero.