El acuerdo secreto establecido entre el ministro de Economía de la Nación Argentina Luis Caputo y el secretario del Tesoro de los Estados Unidos representa “una verdadera avanzada colonial de una potencia extranjera sobre nuestro país”, señaló el economista Claudio Lozano, “a efectos de garantizar la hoja de ruta prevista en el acuerdo con el FMI, y que apunta a consolidar la regresividad distributiva, el saqueo de nuestros bienes comunes, así como la total subordinación a los intereses geopolíticos norteamericanos”.

Compartimos el análisis de Claudio Lozano:
Algo inusual, insólito y sin precedentes pasó el jueves 9 de octubre en nuestro país. Por primera vez un Estado extranjero INTERVINO sobre la política cambiaria de la Argentina. No cualquier Estado. Los Estados Unidos de Norteamérica. Algo inusual siguió ocurriendo luego. Los anuncios sobre los resultados de las gestiones que la delegación del Ministerio de Economía y el BCRA argentinos llevaban adelante en el país del Norte, fueron comunicados por el Secretario del Tesoro Norteamericano quien explicitó la intervención sobre el mercado cambiario y anunció la concesión de un swap de 20.000 millones de dólares para nuestro país.
A su vez, en sus declaraciones, Scott Bessent señaló por un lado que Milei está dispuesto a sacar a China de la Argentina y que Estados Unidos estaba decidido a evitar que Argentina sea un Estado fallido. Este último punto indica la decisión del país del Norte de tomar el control sobre la política local. La noción de Estado fallido supone entender que el Estado en cuestión carece de las capacidades para lograr el orden social que se pretende. De más está decir que ese no es un orden neutral. Bessent dijo dos cosas muy claras: echar a China de la Argentina, y evitar un Estado fallido como Venezuela. Es decir, un orden compatible con la decisión que emana de la nueva Doctrina Monroe que impulsa el Gobierno de Trump, América para los Americanos del Norte y por ende distante de China. Recordemos que sobre los finales de la Convertibilidad, también se habló frente al cuestionamiento social creciente que dicho modelo tenía, sobre la necesidad de un control extranjero sobre la política económica de la Argentina. Propuesta que aparecía asociada a la búsqueda de un camino a la dolarización, como opción de continuidad frente al agotamiento del esquema de precios de la Convertibilidad.
Es evidente que hoy se repite la historia. Frente a la pérdida brutal de legitimidad de un gobierno como el de Milei, que no sólo derrumbó las condiciones de vida de la mayoría de los argentinos, sino que además destruye la producción al tiempo que aparece atestado de denuncias de estafa, corrupción y vínculos con el narco. En este marco los Estados Unidos están decididos a tomar el control de la política nacional.
Estamos viviendo una verdadera avanzada colonial de una potencia extranjera sobre nuestro país a efectos de garantizar la hoja de ruta prevista en el acuerdo con el FMI, y que apunta a consolidar la regresividad distributiva, el saqueo de nuestros bienes comunes, así como la total subordinación a los intereses geopolíticos norteamericanos.
La estrategia norteamericana es colonizar la Argentina y pretende realinear el bloque político conformado por Milei y el séquito de fuerzas y gobernadores que han acompañado sus casi dos años de gestión.
Pretende que un nuevo acuerdo de LLA con el PRO, gran parte de la UCR, de la Coalición Cívica, sectores del PJ y de los Gobernadores articulados en Provincias Unidas, pueda reunir en las elecciones del 26 de octubre un número suficiente de Diputados y Senadores para poder ponerle un cerrojo al Parlamento.
Que el Congreso no pueda intervenir ni rechazar ningún veto oficial y que el Gobierno por decreto pueda ser el marco de gobernabilidad para que una democracia de minorías pueda impulsar las reformas estructurales que establece el acuerdo con el FMI. Es por eso que el propio JP Morgan influyó sobre la última sesión de Diputados y logró que diputados de los gobernadores impidieran la aprobación de una nueva regulación de los DNU. Frente a esta situación hay una sola responsabilidad para las fuerzas políticas que seguimos creyendo que Argentina puede ser una Nación soberana y en capacidad de promover un futuro de desarrollo y bienestar para nuestro pueblo: rebelarnos. Es imprescindible hacer explícita la decisión de que no se va a aceptar la intervención de ningún Estado sobre la política nacional. Hay que señalar también que Milei-Caputo no tienen facultades para decidir acuerdo alguno con los EE.UU. sin que esto se discuta y apruebe en el Congreso Nacional. Necesitamos que el 26 de octubre nuestro pueblo protagonice una verdadera rebelión electoral votando a aquellas y aquellos legisladores que estén dispuestos a construir las mayorías parlamentarias necesarias para impulsar el juicio político que desplace a este gobierno y evite el avance colonial de los EE.UU. sobre nuestro país.