No es el frío
El oleaje del frío que inexorablemente desembarca en los inviernos no deja huellas de muerte por mano propia. No aloja gente bajo el techo de la intemperie. No expulsa niños al abismo. El enemigo no es el frío. Hay que abrigarse de los predadores sistémicos.
El oleaje de frío que inexorablemente desembarca en julio, cercano a la plenitud del invierno, interpela a los funcionarios ocasionales y los invita a repasar el camino allanado hacia la desigualdad más brutal. Pero desde la discusión pública la invitación es amable. Porque parte desde el frío. Desde los 3 grados de la noche en que Zacaríaz se durmió helado y amaneció muerto en el barrio de Monserrat. Y no desde la verdadera ola: la del desamparo que viene arrastrando con lógica de tsunami a los más frágiles. A los...