#Indymedia20: dos décadas del nacimiento de Indymedia

Este fin de semana se cumplen 20 años de la Batalla de Seattle, en la que decenas de miles de manifestantes de todas partes del mundo ocuparon las calles de esa ciudad estadounidense para bloquear la cumbre de la Organización Mundial de Comercio (OMC/WTO) e impedir que expandiera su agenda neoliberal del momento. Esa protesta marcó un quiebre político -no sólo en EEUU- y abrió un nuevo escenario al final de una década en la que, tras la caída de la Unión Soviética, el capitalismo se proclamó eterno. En ese momento y lugar entró en línea el Independent Media Center o Indymedia, el primer sitio de la web 2.0. Dos décadas más tarde, una generación de periodistas y activistas se sigue cuestionando en distintas partes del mundo cómo construir una comunicación popular y democrática frente a la desinformación de los medios corporativos.

Los 90

Con la disolución de la URSS, los grandes poderes del mundo declararon oficialmente muerta cualquier opción de cambio social. El consenso de Washigton era la insignia bajo la cual se imponía el neoliberalismo en un planeta unipolar, acelerando la demolición de conquistas sociales y laborales y el crecimiento exponencial del poder de las multinacionales.

En el norte de América Bill Clinton firmaba el NAFTA, condenando a mayores miserias a trabajadoras y trabajadores a ambos lados de la frontera, en las maquilas mexicanas o en el óxido creciente de las plantas cerradas en el rust belt estadounidense. En los estados sudamericanos, en la mayoría de los cuales habían sido aniquilados los movimientos de liberación y domesticados sus restos en las décadas previas, se aceleraban las privatizaciones al ritmo de los programas de ajuste estructural y saqueo de los bienes comunes.

Pero en las periferias, distantes de las grandes avenidas donde desfilaba triunfal el neoliberalismo autoglorificado algo se venía moviendo. Lejos de las pantallas surgían nuevas resistencias.

“Así es como se ve la democracia”

En los países del norte de América -Estados Unidos, Canadá y México- y Europa se venían realizando concentraciones contra el FMI y el Banco Mundial, contracumbres, marchas, con cierto grado de alcance. Los movimientos que sostenían esas acciones establecían vínculos con otros de América Latina, África, Asia y Oceanía.

Fundada en 1995 a partir del GATT, la mayor parte de la sociedad desconocía la existencia de la OMC, algo que no le molestaba a sus creadores. La opacidad en sus mecanismos, que garantizaban a una minoría de países poderosos un peso desproporcionado en la toma de decisiones, eran parte estructural del diseño del organismo.

Ante esto, movimientos y activistas empezaron a organizar un fuerte trabajo de militancia para generar conciencia sobre esta nueva organización burocrática del capital global, cuyo objetivo era imponer condiciones planetarias que restringieran a los estados nacionales el qué podían y qué no podían hacer en sus respectivas políticas económicas, agrícolas, alimentarias, sanitarias, y básicamente todo aspecto fundamental de la vida y el intercambio en cada país.

La conferencia ministerial de la OMC en Seattle pautada para el 30 de noviembre de 1999 tenía como objetivo extender y profundizar la incidencia de esta organización en todo el mundo.

Pero decenas de miles de personas confluyeron en Seattle: de organizaciones gremiales, medioambientales, de agricultores, de mujeres, de pueblos originarios, de movimientos sociales, de organismos de derechos humanos, de jóvenes, de estudiantes, LGTB, culturales, de organizaciones de izquierda, de grupos anarquistas. El activismo desarrollado durante el año previo fue fundamental.

En la mañana del 30 de noviembre, miles de manifestantes formaron una cadena humana y bloquearon todos los accesos al centro de convenciones designado sede de la cumbre. Las fuerzas policiales quedaron cortadas en dos, y una parte intentó romper el bloqueo. Entretanto se sumó el black block anarquista, que privilegió la acción directa. Aunque la inmensa mayoría de los manifestantes pretendían de entrada que la protesta fuera pacífica, la creciente violencia de la respuesta policial desató respuestas cada vez más fuertes y masivas. A media mañana se sumó una gran columna sindical. Al mediodía se suspendió la cumbre, pero las protestas siguieron. A medianoche, el gobernador llamó a la Guardia Nacional. La represión cada vez mayor e indiscriminada contra vecinas y vecinos de Seattle hizo que cada vez mayores cantidades de los mismos se sumaran a las protestas.

Adentro, en los ámbitos de negociación, las protestas fortalecieron a los representantes de países que no acordaban con las políticas impulsadas por la OMC. La ronda fracasó y la militancia ganó esa batalla.

Indymedia

No era la primer protesta. Y la cobertura sesgada de los medios corporativos era un dato repetido y reconocido por las organizaciones.

Cada vez, la prensa hegemónica invisibilizaba las protestas. O se enfocaba sólo en los “incidentes”, ignorando la agenda de la militancia, cuando no simplemente demonizaba a quienes protestaban.

“Mediactivistas” -una forma que usan para autodenominarse allá- estadounidenses hicieron su propio balance y se prepararon para la cumbre.

Con el mismo criterio de unidad con el que se estaban organizando las protestas, organizaron un espacio que sería un Centro de Medios, con computadoras y otras herramientas donde todos los comunicadores populares o quien quisiera sumarse, podría producir periodísticamente. Además, esto tendría su reflejo en un sitio web organizado con un eje innovador: cualquiera podría publicar directamente en él.

Imagen de “Eye of the Storm”, documental que se enfoca en el nacimiento de Indymedia, disponible más abajo en este artículo.

En una entrevista brindada hace pocos días al portal Democracy Now, el realizador Rick Rowley -quien coprodujo el documental “This is what democracy looks like” sobre la batalla de Seattle con el material de la cobertura de Indymedia realizada por más de 100 activistas- se refirió de esta forma a aquel primer Centro de Medios:

Rick Rowley: -“Sí, cuando nuestro pequeño grupo llegó allá (a Seattle), no esperábamos mucho. Fuimos allá porque habíamos conocido a Jeff Perlstein y otros de los organizadores de la protesta de Seattle cuando estábamos proyectando un documental llamado “Zapatista” que habíamos hecho un par de años antes en el sur de México. En Austin, habíamos conocido a Jeff y otros de los organizadores de Indymedia.

Creo que lo brillante en lo que organizaron Jeff y Jill (Friedberg, otra de las fundadoras de Indymedia Seattle), es que armaron este maravilloso espacio colaborativo, con el mismo espíritu genial del propio movimiento: organizaron un espacio e invitaron a la gente como participantes plenos, no como invitados, no como simpatizantes, sino que todos estábamos como colectivos para compartir un espacio común y trabajar juntos. Y yo nunca -y trabajé en toda clase de ámbitos televisivos desde entonces- nunca estuve en un lugar que tuviera tan poco ego y compartiera tanto sentido de propósito. Así que sí, fue un momento transformador para mí”.

“This is what democracy looks like”, realizada con el material de video filmado por más de 100 activistas en la batalla de Seattle.

Entre las nubes de gas lacrimógeno, cientos de corresponsales voluntarios documentaron con fotos, video, audios y textos lo que ocurrió. Esa semana el sitio indymedia.org recibió 1 millón y medio de visitantes -más que la CNN, cuya cobertura distorsionada quedó en evidencia- y produjo un reporte en video y un periódico cada día. Fue el primer nodo de un movimiento global de periodismo ciudadano, como le dicen los estadounidenses, o de comunicación popular como le decimos algunes por acá.

Que 20 años no es nada

Indymedia se convirtió rápidamente en un fenómeno global de la comunicación. La militancia que volvió de las protestas de Seattle se llevó la idea de regreso a sus territorios y pronto empezaron a crecer nuevos nodos con las prácticas y el espíritu de aquel primer Centro de Medios, montando sitios web con ese nuevo software que contenía algo sorprendente, llamado “Publicación abierta”.

Era un mundo de sitios de html estático, no había blogs, no había redes sociales, no había apenas interacción. Hoy en día es difícil dimensionar el impacto que tuvo ese simple formulario web.

Pero más allá del dispositivo tecnológico puntual que era la Publicación Abierta, las prácticas de Indymedia, la forma de organizarse y de construir colectivamente, colaborativamente con un sentido genuino de cambio social, anticapitalista, expresado en ambos mundos material y digital, condensaron en un momento dado algunas de las mejores prácticas de la comunicación popular y dejaron a su vez una profunda huella global.

La influencia de Indymedia se sintió en múltiples niveles en aquellos países y regiones donde la red tuvo mayor actividad y expresión, como el nuestro: en la apropiación de modos y prácticas desde movimientos sociales y organizaciones gremiales, en otros medios populares contemporáneos y posteriores, en experiencias de comunicación de todo tipo e inclusive en algunos de los medios hegemónicos, que con la inclusión de comentarios y otras formas limitadas de interacción reaccionaron a la novedad de la Publicación Abierta.

Los primeros años siguientes a Seattle la red tuvo un crecimiento fenomenal.  Sin embargo, luego de eso entró en una meseta de la cual no volvió a salir.

Aunque lo mejor de Indymedia tiene que ver con la construcción colectiva, no estuvo exenta de problemas vinculados a los personalismos y las distintas tendencias. Con el paso del tiempo, se volvió notoria una importante dificultad para resolver las diferencias internas, a partir de un método de resolución mediante el consenso que muchas veces no fue utilizado de la mejor manera.

Esto, que no es en absoluto patrimonio exclusivo de Indymedia, sino endémico a muchas otras experiencias colectivas populares, tuvo un rol relevante en la crisis y disolución de muchos nodos de la red.

Con el paso del tiempo y el avance del desarrollo web se sumó la pérdida del “aura” de novedad de la Publicación Abierta, ante la aparición de blogs, redes sociales y las facilidades cada vez mayores para construir sitios web dinámicos con CMS.

El tercer elemento que incidió en la declinación de Indymedia como red es, en realidad, una virtud: no nos convertimos en Greenpeace. Tras un fuerte debate en los años 2002 y 2003, la red decidió no aceptar fondos de fundaciones como Ford o Soros, que habían hecho ofrecimientos concretos de sumas importantes, y de esa manera se determinó que no nos convertiríamos en una ONG profesional. Por ende, en vez de trabajar de esto, los activistas que sostenemos el proyecto trabajamos de otras cosas y eso nos quita tiempo y energía. De cualquier forma, en Indymedia Argentina seguimos orgullosos de haber sido uno de los colectivos que sostuvimos a fondo la determinación de rechazo a esos fondos y no habernos convertido en una ONG más.

Debates actuales

A diferencia del aniversario 10, que pasó casi desapercibido, el vigésimo cumpleaños de Indymedia encuentra a mediactivistas, periodistas, investigadores y militantes de la comunicación popular generando importantes encuentros y debates en todo el mundo, discutiendo el legado de la experiencia y la situación actual de la comunicación, cruzada por las nuevas estrategias de los medios corporativos, el poder económico y la resurgencia de la ultraderecha mediante las redes sociales y la manipulación de la información mediante las noticias falsas y los trolls.

En Houston, Estados Unidos, durante tres días tiene lugar el 20th Anniversary Encuentro con multitud de debates, proyecciones y muestras. En Nueva York, durante dos días se realizó la semana pasada el encuentro Media In Resistance con la misma riqueza y en el día de hoy se proyectarán documentales vinculados al tema en las calles neoyorquinas.

Por nombrar sólo algunos entre los temas que se están tratando en estas jornadas, además de la historia y actualidad de Indymedia:

  • el incremento de la persecusión hacia quienes usan internet para divulgar el accionar opaco de los gobiernos y las violaciones de derechos humanos, entre los cuales el de Julian Assange de Wikileaks es el caso más visible pero en absoluto el único,
  • la lucha contra los algoritmos de las grandes compañías tecnológicas y su manipulación de búsquedas y visualización, así como la invasión de la privacidad y la colaboración de estas compañías con las políticas represivas de los gobiernos,
  • generar prácticas holísticas de seguridad para militantes que minimicen los riesgos para nuestra seguridad,
  • la necesidad de disputar no sólo el relato sino de involucrar otros narradores, con foco en las personas de los estratos más marginados de cada sociedad y territorio,
  • “Tecnología y Revolución”, las intersecciones entre tecnología y las luchas por el cambio social,
  • y la formación de militantes comunitarios para que vigilen y documenten el accionar policial en los barrios y ciudades, entre otros.

En Berlín, Alemania, se realizaron dos jornadas en las últimas dos semanas, haciendo foco en qué quedó de aquella esperanza original del uso de internet como fuerza democratizadora y progresiva, ante el avance de corporaciones y Estados en lógicas invasivas y persecutorias, cuando no de censura directa: recordemos que hace dos años, uno de los sitios de Indymedia más importantes de todo el mundo, el de la ciudad alemana de Linksunten fue dado brutalmente de baja por el gobierno de Angela Merkel, con allanamientos y secuestro de equipos por parte de las fuerzas policiales.

Además, con el hashtag #indymedia20 activistas de distintas partes del mundo están compartiendo en Twitter materiales gráficos y actividades en torno a la fecha.

También en Europa, la edición 12 de la conferencia OURmedia organizada por la Université libre de Bruxelles y la Universiteit Antwerpen durante esta semana convocó a investigadores, periodistas y militantes a abrir debates sobre activismo y medios de comunicación tomando como eje el 20 aniversario de Indymedia.

Allí se cuestionaron cómo evolucionó el rol de Indymedia en las distintas regiones del mundo, cuáles fueron las razones del declive de Indymedia y qué influencia tuvo en las nuevas iniciativas de medios alternativos, entre otras preguntas.

En estos debates, varias intervenciones problematizaron que al concentrarnos en la declinación de Indymedia como fenómeno en sí, corremos el riesgo de cometer un par de errores. Al respecto, señalamos primero que como fenómeno genuinamente transformador, tuvo desde el primer momento características particulares. Así como celebramos que no se haya “sedimentado” y profesionalizado en una ONG, celebramos que muchas y muchos activistas de Indymedia hayan seguido alimentando otras experiencias sociales y transformadoras en todo el mundo -hay muchísimos ejemplos, aquí en Argentina podemos mencionar varias- y que lo sigan haciendo.

No nos debe extrañar que una experiencia transformadora se haya transformado a sí misma. En algunos nodos fue sólo crisis y disolución, no lo vamos a negar. Pero en muchas ocasiones eso implicó convertirse en otra cosa, colectivamente o individualemente. E incluso en algunas experiencias esa transformación ocurre con Indymedia manteniendo su nombre y también algunos de sus integrantes desde el inicio, como pasa con Indymedia Argentina.

Firme junto al pueblo

Indymedia, o el nombre que tenga la experiencia que exprese su espíritu, está profundamente imbrincada en las luchas sociales y populares que recorren el mundo, existe junto a ellas y por ellas.

En la producción de Democracy Now ya citada, la periodista Amy Goodman entrevistó a la filósofa y escritoria india ecofeminista Vandana Shiva, ganadora del Premio Nobel Alternativo y una de las principales impulsoras de las protestas de Seattle.

Vandana Shiva recordaba que “los jóvenes estaban en las calles y se acercaban a decirme que lo hacían para luchar contra la apropiación biotecnológica de las corporaciones, para frenar la privatización del agua, para defender nuestros bienes comunes. Y todos gritaban ‘Nuestro planeta no está en venta’. Ahora nuestro planeta está en el borde de la destrucción y la catástrofe climática porque los que lucran destruyendo el mundo quieren continuar haciéndolo”.

“Así que la diferencia realmente es que quieren patoteaban para involucrarnos a todos en las políticas corporativas de la OMC ahora quieren desmantelar la OMC como un órgano multilateral y quieren patotearnos dentro de acuerdos bilaterales. El resultado es el mismo. Creo que es importante que los trabajadores de Estados Unidos reconozcan que los gremios estuvieron ahí en las calles. En Europa ahora, las corporaciones intentan que los agricultores se enfurezcan con los ambientalistas, como si prohibir agrotóxicos, que están matando mariposas y pájaros, fuera la razón por la cual los granjeros están endeudados. No es la razón por la que están fallando las cosechas, no es la razón por la que se muere el suelo. Es tiempo de detener la lógica de ‘dividir para gobernar’ que se reproduce una y otra vez desde el poder económico. Y este ‘divide para gobernar’ está tomando ahora un cariz muy militarista, muy fascista”.

“Así que nuestro movimiento de hace 20 años atrás es ahora un movimiento para defender a la democracia, una ecodemocracia planetaria. Todos esos periodistas decían ‘Oh, esos anti-globalización no saben por qué pelean, no saben qué quieren’. Y nosotros decíamos ‘Sí sabemos para qué estamos acá, para defender al planeta, a nuestros trabajos, nuestras vidas, nuestras democracias”. Y esa es una agenda aún más urgente hoy.

“Lo que debemos aprender de hace 20 años atrás es que cuando el pueblo despierta ante una situación, y el pueblo está determinado en toda su diversidad, podemos caminar juntos para defender los derechos de la Tierra y nuestros propios derechos. Es en ese momento en que estamos ahora. Tenemos que unirnos para una pelea por el planeta y una pelea hasta la última persona, hasta el último migrante que es hoy un refugiado”.

Con esta perspectiva celebramos la riquísima, inabarcable, militante experiencia de 20 años de Indymedia global así como celebramos todas las actividades y debates que se están haciendo estos días, renovando colectivamente la voluntad de cambiar el mundo, una foto, un relato, una experiencia militante cada vez.


El Ojo de la Tormenta (Eye of the Storm) es un video bilingüe realizado por integrantes de Indymedia Argentina y Estados Unidos en 2002.

Eventos:

Indymedia 20th Anniversary Encuentro en Houston, Texas, Estados Unidos

http://indy20.dangerousmedia.org/

12th Ourmedia Conference en Bruselas, Bélgica

https://lapij.ulb.ac.be/ourmedia2019_en/

20 Jahre Indymedia: Was bleibt vom linken Aufbruch ins Internet? (20 años de Indymedia: qué queda de la izquierda en internet) en Berlín, Alemania

https://de.indymedia.org/node/46857

Media in Resistance, 20 years after Seattle, en Nueva York, Estados Unidos

https://www.miccenter.org/?page_id=18

Radio gig in Rome Radio Onda Rossa Domingo 8 de diciembre 10 horas (Italia)

https://www.ondarossa.info/

Artículos en otros idiomas:

“Don’t Hate the Media, Be the Media”: Reflections on 20 Years of Indymedia, a Radical Media Movement:

https://www.democracynow.org/2019/11/27/indymedia_independent_media_seattle_wto_1999

20 Years After The Battle of Seattle: Vandana Shiva & Lori Wallach on Historic 1999 WTO Protests:

https://www.democracynow.org/2019/11/27/1999_wto_protests_20_years_later

20 Jahre Indymedia – Ein anderes Internet schien möglich:

https://www.rosalux.de/news/id/41286/20-jahre-indymedia-ein-anderes-internet-schien-moeglich/

Indymedia. Celebrazione minima non autorizzata

https://pepsy.noblogs.org/2019/11/24/indymedia-celebrazione-minima-non-autorizzata/

i – Indymedia, Argentina and The Questions of Communication

https://www.cultureunplugged.com/documentary/watch-online/play/2510/i—Indymedia–Argentina-and-The-Questions-of-Communication

Open publishing is the same as free software

http://archive.li/vFsk4

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