Javiera Olivares, ex presidenta del Colegio de Periodistas, analiza la crisis de Covid-19 desde España.
Equipo ES. Abril/2020. Profesora de la Universidad de Chile, dirigente social y hasta hace un tiempo atrás, primera mujer presidenta del Colegio de Periodistas, Javiera Olivares se encontraba en Andalucía, España, cuando estalló la crisis de coronavirus en Europa. Había viajado para realizar una investigación académica allá, sin pensar que no podría seguir el curso de los planes porque una pandemia mundial la llevaría al más estricto confinamiento, al igual que la mayoría de chilenos y latinoamericanos que se encuentran en la península.
¿Cómo ha sido la experiencia de vivir en Europa la crisis de Covid?
Bueno, la verdad no ha sido nada fácil. Muchxs nos encontrábamos aquí por razones laborales y académicas, lejos de nuestras familias, e inesperadamente, nos tocó enfrentar esta situación de alarma nacional y regional frente a un virus desconocido y de altos niveles de contagio. De un día a otro, se suspendieron todo tipo de actividades, se cerraron las escuelas y universidades, municipios y bibliotecas, sectores públicos y privados, salvo las actividades esenciales que hasta hoy son las únicas que funcionan. De la preocupación por no poder cumplir con los compromisos adquiridos previamente, pasamos a preocuparnos por mantenernos a salvo y con vida, no contagiarnos. Eso ha implicado una cuarentena más que rigurosa, donde salimos cada 8 o 9 días de la casa para ir a comprar cuestiones de primera necesidad, como alimentos o remedios. En ese sentido, me preocupa mucho lo que ocurre con América Latina y particularmente con Chile, donde no veo una conducta de cuarentena disciplinada, debido a la falta de voluntad del gobierno por decretar las medidas necesarias para garantizar la salud y la vida de las personas, especialmente de las más pobres que deben salir a trabajar para comer.
¿Cómo observa el comportamiento de España ante la pandemia?
La gran crítica y auto crítica a España, primero, es no haber sido lo suficientemente ágil para enfrentar los primeros contagios, ni tomar medidas rigurosas para sectores vulnerables. Segundo, y como crítica más profunda, haber mantenido el capitalismo profundizado por la dictadura de Franco para luego administrar un neoliberalismo (tanto por la derecha como por la “social democracia”), que hoy impide contar con un Estado lo suficientemente fuerte para enfrentar la crisis. Una historia que conocemos bastante bien lxs chilenxs, pues se parece mucho a la nuestra. Hoy por primera vez tras la guerra civil española, la izquierda vuelve al poder -a través de un pacto que incluye al PSOE y a Unidas Podemos (Podemos e Izquierda Unida)-, y la pandemia le ha permitido poner en tela de juicio las privatizaciones en sectores como la salud, además de requerir más Estado para enfrentar la crisis. Se han implementado medidas que, de algún modo han permitido enfrentar de manera menos compleja la situación, por ejemplo: intervenir clínicas privadas para ponerlas al servicio de los contagiados por Covid19; o protecciones adicionales para trabajadores y trabajadoras, como prohibir despidos a causa de la crisis; mantener el pago de sueldos a quienes se ven obligados a parar y sobre todo, determinar un paro de la economía no esencial para salvar vidas.
¿Y qué papel juega Europa en toda esta crisis?
El estar lejos me ha permitido mirar a la distancia e intentar analizar lo que está ocurriendo desde otra perspectiva, comparando las distintas posiciones de los países y líderes del mundo. Desde un Donald Trump que hace semanas subestimaba la seriedad de la pandemia (y cuyo país hoy cuenta con el mayor contagio por Covid 19 en el mundo), hasta países como Italia o España que actuaron tarde e iniciaron cuarentenas férreas después de que el virus amenazó con miles de muertes a sus poblaciones; pasando por América Latina, con las diferencias entre las decisiones laxas que han tomado Jair Bolsonaro en Brasil o Sebastián Piñera en Chile versus la premura de Alberto Fernández en Argentina. También es importante observar el papel mezquino que ha jugado la Unión Europea a la hora de comprometer medidas económicas, los llamados “corona-bonos”, que vayan en ayuda de los países más afectados por la crisis. La arrogancia de países del norte de Europa respecto de los del sur, que son los más dañados, evidencia que la “sociedad” de la UE, no tiene un trasfondo fuerte. Aunque parezca paradójico, un país “pobre” como Cuba ha tenido que ir al rescate de estos países “desarrollados” que no recibieron ayuda de sus “socios” más cercanos de la UE: ¿cuánto entonces valen las alianzas regionales basadas en el mercado?
A su juicio, ¿qué oportunidades puede implicar esto para el mundo?
La pregunta es ¿cuán relevante es lo que decida hacer cada país o incluso cada región, en el marco de un mundo globalizado en clave neoliberal como este?, si Trump ya intentó comprar los derechos exclusivos de adquisición de la vacuna que estaban investigando médicos alemanes, ¿Será posible que solo se salven los estadounidenses como se preguntaba Judith Butler?, ¿Cuánto los protege esa vacuna de un contagio global aun cerrando fronteras? Para mí, lo que está pasando abre la preciosa oportunidad al mundo de re-pensarse, re-construirse. Aceptar que la crisis pandémica evidencia también una crisis del modelo neoliberal en su conjunto por su imposibilidad de garantizar la vida de las personas, aun cuando sean poderosas económica o políticamente. Así lo han refrendado también importantes teóricos como Judith Butler, Noam Chomsky o Slavoj Zizek. Lo que se requiere es cooperación, trabajo conjunto, donde cada región y el mundo se ayuden para salvar vidas, y para luego recuperar una “nueva normalidad”, que permita encontrar un modo distinto de vivir en sociedad, que garantice la vida por sobre el mercado y el extractivismo. Para mí, el modelo neoliberal está en tensión y dependerá de nosotrxs terminar de botarlo.
¿Cuánto más se puede esperar para Chile y América Latina?
Me preocupa muchísimo la situación de América Latina, la exposición de los trabajadores y sectores vulnerables a la enfermedad es gravísima. En Chile, las medidas laxas, pero además clasistas y diferenciadoras que ha tomado el gobierno, no hacen más que ilustrar el país excluyente y autoritario que la derecha quiere profundizar. Es hora de que el gobierno de Piñera entienda que, si no toma medidas más rigurosas y no garantiza un confinamiento para el total de trabajadores y trabajadoras de Chile, la curva de contagios aumentará. La medida más efectiva que ha enseñado el mundo hasta ahora ha sido la cuarentena total. El paro de la economía no esencial. Y las garantías para que quienes trabajan puedan confinarse. Por eso, es importante hacer visible cómo esta situación evidencia la necesidad de cambiar de bases de nuestra democracia autoritaria y un neoliberalismo voraz que solo busca mantener sus ganancias. Es decir, reivindicar la vigencia de cada una de las demandas que ha levantado el movimiento popular chileno desde hace décadas y que se evidenciaron más claramente desde la revuelta del 18 de octubre hasta hoy. Urge un cambio de modelo social, político y económico, que profundice la democracia y anteponga los derechos de las personas al mercado, además del fin de la Constitución heredada de la dictadura, que ya habrá tiempo de cambiar con el debate constituyente que se viene en octubre.