Ideas, sostenibilidad, redes y emprendimiento

Avanzando hacia un futuro más sostenible con buenas ideas

¿Las ideas son eternas? ¿Cómo se transmiten? ¿Qué pueden llegar a ser (y hacer) al materializarse? Son preguntas sugestivas que generan sensaciones contrarias como: ¿qué tan bueno sería que las nuevas generaciones supieran todo lo bueno de los humanos y construyeran sobre ello un futuro sostenible? ¿Qué tan bueno sería eliminar ideas de la historia que al materializarse solo produjeron muerte, pobreza y segregación? Desde donde se observe, son consideraciones que no descansan en el plano de lo trivial.

Por tanto, es ilustrativo tener en cuenta cinco consideraciones al momento de pensar las ideas y que estas tengan una sostenibilidad en el futuro aportando valor a la sociedad.

  • Primero, las ideas no se desgastan con el uso o el tiempo a diferencia de un chip o una rueda de madera. Al no estar compuestas por materia, las ideas escapan a los efectos de las leyes físicas y pueden ser empleadas consecutivamente sin reflejar ningún desgaste. Por ejemplo, las organizaciones desarrollan estrategias para incrementar sus clientes a fin de aumentar sus ventas y por tanto sus utilidades. El método de control contable para monitorear este flujo de efectivo no se desgastará; así se utilice durante décadas; así se utilice en otras organizaciones de menor o mayor tamaño; así se utilice en otro tiempo o ubicación geográfica.
  • Segundo, evolucionan. La constante interacción entre las personas permite un flujo continuo y creciente de las ideas, y más aún en un ambiente permeado por la tecnología en donde la difusión se acelera a una velocidad de miles de kilómetros por centésimas de segundo. Las ideas que compartimos son interpretadas, retroalimentada y transformadas por la conciencia de los demás, y regresan a nosotros con el ánimo de salir al mundo físico y pasar por este proceso muchas veces más: El Continuum de las concienciasen civilizaciones digitales.
  • Tercero, en este intercambio incesante de información ya no se tiene propiedad absoluta sobre una idea una vez se comunica, a menos que se patente. Este factor, si se aborda desde un ángulo de cooperación e interdependencia, no tiene nada de malo. Para tener una mejor interpretación consideremos tres personas: una, un ingeniero experto en investigación y desarrollo pero sin recursos y sin una idea de negocio; otra, un emprendedor que ha adquirido a través de su experiencia informal perspicacia y astucia para imaginar productos y servicios con alta probabilidad de éxito pero sin la capacidad técnica y financiera para desarrollarlos; y otra, un inversionista que esté buscando una idea de negocio dentro del sector tecnológico para invertir.

Tendría mucho sentido que se conocieran, pero, ¿los incentivos individuales promoverían la difusión de actividades con otras personas? ¿Qué tanto confiamos en los demás? ¿Compartir una idea la vuelve vulnerable al plagio o a la retroalimentación y a la mejora? Si cooperamos y contemplamos la interdependencia, el proceso de intercambio masivo es bueno. Si no, alguien más la llevará a cabo de una manera distinta por el simple hecho que no es uno quien la lleva a cabo, o, en el peor de los casos, pasará desapercibida.

Con las buenas ideas evitamos o reducen el impacto crisis globales como la actual que afecta al trabajo como se reseña en este artículo.

  • Y cuarto, que las anteriores tres consideraciones no son lineales, son exponenciales y tal vez más que exponenciales.  El siglo XIX terminó con la invención y comercialización de la bombilla; el siglo XX con la masificación de la Internet y el primer borrador del genoma humano. Se mencionan estos casos porque es un llamado a la prudencia hablar del pasado de la tecnología y no de su futuro. Por ejemplo, en los 80 la AT&T encargó a la renombrada consultora McKinsey un estudio de prospectiva sobre la telefonía celular.

La consultora concluyó: habría menos de un millón de celulares y que el tamaño se mantendría, algo así como una maleta de mano. Como se sabe, el avance de la telefonía móvil es todo un Cisne Negro (algo que cuando aparece, cambia con cualquier precepto): el celular que tenemos en el bolsillo es miles de veces más barato y cientos de veces más rápido que la computadora que tenían en el MIT para modelar y predecir el clima hace 50 años.

  • Las ideas deben de aportar valor a la sociedad. Una buena idea, en absoluto es sinónimo de más dinero, la parte económica de toda evolución viene y se va, pero la parte emocional es para siempre. Un proyecto que aporte un valor sustentable a largo plazo; beneficios sociales, ambientales, etc ¡es un proyecto ganador! Y eso lo podemos ver en algunas noticias o en el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de Argentina con múltiples ejemplos. Son actuaciones que siempre serán recordadas y recompensadas por la sociedad al aportar un valor positivo.

Con todo lo anterior, la generación de ideas, su difusión y el resultado de su interrelación e interdependencia con otras áreas para el emprendimiento y la generación de ideas productivas y sostenibles en el futuro no tiene precedentes. Sin duda cada vez estamos más cerca de la Singularidad: lo que el director de ingeniería de Google Raymond Kurzweil, denomina como una suerte de Bing-Bang, en donde el paradigma tecnológico humano que se está construyendo sobrepasará, más temprano que tarde, la frontera.

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