El 26 de febrero se hizo pública una breve gacetilla emitida por los obreros del frigorífico Arrebeef en donde anunciaban el paro total de actividades en reclamo de mayor salario, contra los atropellos patronales, las amenazas de despidos y la complicidad traidora de la dirigencia sindical.
La planta emplea a unos 1000 obreros y es la principal de Pérez Millán -partido de Ramallo- que tiene 6000 habitantes. Como es lógico, casi todo el pueblo tiene un familiar, vecino o conocido que trabaja en el frigorífico, lo que promovió rápidamente la solidaridad de toda la comunidad. La ocupación de la planta y la concentración en sus portones fue masiva desde entonces, poniendo contra las cuerdas al empresario Hugo Borrel. Vale mencionar que la empresa exporta carne y, solo en 2020, tuvo una facturación por 218 millones de dólares, por lo que se estima que con el 4% paga la totalidad de los salarios. Las quincenas apenas llegan a los 20 mil pesos, motivo por el cual están reclamando un básico de 93 mil, acorde al costo de la canasta básica.
El conflicto es una inédita rebelión de las bases. Es que el hartazgo es muy grande. Sobre los bajos salarios y malas condiciones de trabajo, hace unos meses el pueblo enteró debió aislarse ante un gran brote de casos de Covid cuyo foco fue precisamente en el frigorífico. A esto se suma la conducción del gremio de la carne local, en manos de Luis Perez, que, según denuncian los trabajadores, viene siendo sistemáticamente cómplice de las decisiones y maniobras de la empresa. Por eso mismo, además de la ocupación de la planta se sumaron varias movilizaciones a la seccional del gremio pidiendo la renuncia de Perez.
Ante este escenario, reaparece la vieja política de “frente único” entre la santísima trinidad patronal, burocracia sindical y Estado. La patronal amenazando con cerrar la fábrica, la burocracia con maniobras para desconocer las decisiones democráticas tomada por la base y el Estado reprimiendo. Así sucedió el 16 de marzo, cuando la policía bonaerense de Berni y Kicillof respondió con balas de goma a los trabajadores que se encontraban con sus familias haciendo la guardia en el Sindicato de la Carne de Pérez Millán, aguardando respuestas de Perez y su comitiva que se encontraba adentro. Aún así la respuesta del pueblo no se hizo esperar: al día siguiente una gran concentración exigió directamente la renuncia de toda la conducción del gremio. Las bases y el activismo ya habían elegido delegados de hecho.
El jueves 18 habían logrado tener una reunión en el Ministerio de Trabajo a cargo de Claudio Moroni. Pero nuevamente el Estado demostrando su contenido de clase, maniobró a favor de la empresa: desconoció a los representantes reales de los obreros que viajaron exclusivamente a Capital y solo permitió la entrada de la conducción gremial… a la que justamente se le viene pidiendo la renuncia.
El pasado 6 de abril el frigorífico volvió a abrir sus puertas. En una nueva maniobra, la empresa no le permitió el acceso a muchos de los trabajadores, pero sin comunicarles oficialmente ni el despido ni la suspensión. Al mismo tiempo, la fiscalía de San Nicolás notificó a 65 activistas de tener que presentarse a declarar bajo la figura de “averiguación de ilícito”. Es decir, lisa y llana persecución política contra trabajadores que lo único que hicieron fue ejercer su derecho a huelga.
El conflicto se encuentra en un punto de inflexión. Este miércoles 14 desde las 9.30 horas se convoca a movilizarse a la fiscalía de San Nicolás para acompañar a los trabajadores y denunciar la ridícula acusación de Borrel. Queda por verse si triunfa la maniobra de la patronal en alianza con la burocracia o si las bases se mantienen firmes. En este sentido, es fundamental todo el apoyo, solidaridad y difusión con los trabajadores y el pueblo de Perez Millán. Como decimos siempre desde nuestras páginas: “Si tocan a unx, nos tocan a todxs”.
Por Facundo Anarres.