El estudio ratifica, tras siete años de investigación, lo que habitantes de las zonas afectadas por sismos advierten desde 2018.
“Pienso que hay relación directa entre la actividad y los sismos”, sostiene Sebastián Correa Otto, quien investiga este fenómeno desde 2014, cuando comenzaba a realizarse hidrofractura de manera masiva en Vaca Muerta. En su tesis de doctorado sobre sismos en esa formación, registró 62 movimientos telúricos de más de 3 grados Richter en cinco años; uno por mes. El doctor en Geofísica afirma que para desarrollar una actividad segura se debe evitar instalar pozos de inyección o de fractura “en la cercanía de estructuras con potencial sismogénico”.
Correa Otto, el científico que más ha investigado sobre sismicidad inducida en Vaca Muerta, trabaja en el Instituto Geofísico-Sismológico Volponi de la Universidad Nacional de San Juan, y fue parte del equipo que instaló el más numeroso y preciso instrumental que se utilizó sobre Vaca Muerta. Recientemente defendió su tesis de doctorado titulada Experimento sismológico en la Cuenca Neuquina, la región de mayor explotación de hidrocarburos por método no convencionales de la Argentina.
“Soy un asesor científico, y en base a lo que he llegado hasta ahora, pienso que hay relación directa entre la actividad y los sismos, solo con ver los estudios. He trabajado duramente en un set de datos importantes, está bien trabajado, lo han visto gente de muchos lugares del mundo y lo que me gustaría hacer es ver dónde son las zonas de riesgo, por el hecho de que la industria pueda trabajar en forma segura”, indicó el académico en declaraciones a La Mañana Neuquén.
Para la investigación utilizó los 11 sismógrafos instalados alrededor de Añelo y cinco equipos más alejados que detectaron 62 sismos de más de 3 grados en cinco años. “Es muy difícil que eso haya sucedido en 40 años”, afirmó Correa Otto.
De este modo, el investigador del Volponi, la institución que se especializa en estos temas en el país, ofrece un aval científico a las denuncias que desde 2018 sostienen las y los habitantes de Sauzal Bonito y de la comunidad mapuce Wirkaleo. La relación entre explotación de hidrocarburos no convencionales y sismos se constató también en Estados Unidos, Canadá, Reino Unido y China, entre otros.
En Inglaterra, el Estado reguló este fenómeno definiendo la utilización de lo que denominaron “semáforo”. Las operaciones de la compañía Cuadrilla en el norte de ese país desencadenaron decenas de temblores, casi todos ellos imperceptibles en la superficie, que en varias ocasiones obligaron a detener las perforaciones. Finalmente, tras un sismo de 2.9 grados en noviembre de 2019 se suspendió la actividad en ese país, las autoridades aseguraron que “no es posible predecir con precisión la magnitud o probabilidad de los sismos relacionados con las operaciones de fracking”.
“Para poder tratar un tema tan delicado es importante contar con información confiable, aprender de otros lugares donde han ocurrido cosas similares, poner en funcionamiento sistemas de control y de respuesta en base a un monitoreo efectivo y completo, y posiblemente evitar pozos de inyección o de fractura en la cercanía de estructuras con potencial sismogénico reconocido”, señaló Correa Otto y resaltó la necesidad de capacitar a la población en el comportamiento ante un sismo.
Mientras en Inglaterra fueron suspendidas las actividades por sismos de 0.5 grados, en Vaca Muerta se registró lo que Correa Otto describe como “nube de sismos”, de menos de 2.5 grados sin que por ello se hayan producido cambios en la explotación de la formación no convencional. Incluso el Instituto Nacional de Prevención Sísmica (Inpres), que aún no ha finalizado la instalación de 26 sismógrafos prometidos en octubre de 2019 para analizar el comportamiento del suelo en Vaca Muerta, no difunde los sismos menores a dos grados.
“El objetivo es determinar el origen de la sismicidad y posibles zonas con mayor potencial sismogénico, y su posible relación con las actividades de fracturación hidráulica o de la inyección del agua de desecho”, explicó Correa Otto. “No hablo de absolutos, hablo de hipótesis, de trabajar múltiples metodologías, con datos robustos y confiables, modelados e interpretados respetando la física y la geología. De obtener resultados concretos y confiables que puedan servir a la comunidad”, matizó el geofísico.