México: Narrativas y memorias de la desaparición

Portada del libro ‘Narrativas y memorias de la desaparición en México’, diseño de Naandeyé García Villegas.
México

Narrativas de la ausencia

Publicamos un extracto del libro y del proyecto de Técnicas Rudas y el Colectivo Madres en Búsqueda Coatzacoalcos.

Por Norma Trujillo Báez
Pikara Magazine
12/04/2023

El viento jugaba con el improvisado salón adaptado en el jardín de una casa y hacía que volaran los pliegos de papel bond que fungían como pizarrón. De repente, una mujer dijo en voz alta: “Yo traje la foto de mi hijo, la ropa no. Me pongo a llorar”. Estaba sentada allí, junto con otras nueve madres, esposas y hermanas de personas desaparecidas en el puerto petrolero de Coatzacoalcos, “para fluir pensamientos y expresar el dolor”.

Una madre resumió el sentimiento de todas: “Tengo el corazón dividido. En un lado está mi hijo desaparecido y en el otro, mis otros hijos, mi nieto. Hay un puñal y si me acuerdo de mi chiquito, el puñal se mueve”.

Quizá el viento también ayudaba a formar el remolino de la mente de esas mujeres. Un remolino en el que aparecía la insolencia de la muerte, del dolor, de la pérdida constante, del esfuerzo por construir o reconstruir el momento en el que dejaron de ver a su familiar, como quien se pasa la vida armando un rompecabezas que no termina nunca. Algunas determinaron que tenían que construir la memoria desde el amor, el respeto, la solidaridad, la igualdad, la hermandad y la empatía. Más allá del temor, porque las familias de personas desaparecidas en México siempre son estigmatizadas. La gente juzga a sus familiares y los asocian de inmediato con alguna actividad criminal. Se burlan de ellas. Por eso, escribir poesía o alguna prosa narrativa tendría que ser un acto íntimo, que partiera de eso que las une a sus desaparecidos y que confirma su experiencia con ellos.

Otras consideraron que la escritura podía ser una fortaleza para sacar sus emociones. Para sacar la alegría oculta en el dolor. Y también el enojo. De eso se trataba, entonces, la actividad. Las ocho mujeres sentadas esa tarde en el jardín de una de ellas reescribieron al sentido figurado una frase: TUS HERMOSOS OJOS.

Los ojos de los ausentes fueron entonces:

tus brillantes luceros

tus ventanas del alma

tu mirada penetrante

tu mirada brillante…

Nace la palabra

La herida está abierta, aseguran integrantes del colectivo Madres en Búsqueda Coatzacoalcos. Y el dolor se hace más intenso cuando se acerca La Navidad.

En el invierno de 2020, año de la pandemia, las ocho mujeres asistieron al taller de Narrativas por la Desaparición Forzada, impartido por la poeta Judith Santopietro. La propuesta era liberar emociones. Que cada una de las participantes contara su historia, dejando de lado la premisa que se utiliza en la literatura o en el periodismo en el que otros cuentan sus historias. Aquí se trataba de convertirse ellas en su propia palabra.

Este proyecto de narrar la desaparición desde la propia voz de quienes buscan comenzó a gestarse desde 2012, cuando Judith Santopietro emigró a Estados Unidos después de sufrir un intento de secuestro. “Al día siguiente de ese hecho, la Marina asesinó a mi sobrino en un operativo en Córdoba. Entonces eso me hizo irme del país y decidir que en algún momento quería escribir sobre lo que estaba sucediendo y comencé escribiendo un libro sobre la guerra, pero por ese proceso de trauma en el que mucha gente víctima de la violencia está inmersa, mi escritura se detuvo”, relata.

Migrante en Estados Unidos, Judith hacía talleres con mujeres indígenas migrantes en Estados Unidos, sobre los procesos que significaban migrar y hacer comunidad en el nuevo territorio que era Nueva York y New Jersey, de cómo se construía ese territorio a través de las historias, a través de la gastronomía, la lengua y cómo en conjunto con todos esos elementos se volvía a reafirmar una identidad no indígena. En 2016 recibió las noticias de cómo Veracruz, su Veracruz, había conseguido un título nada halagador: “La fosa más grande de Latinoamérica”.

Las mujeres que buscaban a sus familiares habían localizado, cerca del puerto de Veracruz, un predio que servía de cementerio clandestino. Ahí se localizaron 22 mil fragmentos óseos, cientos de cuerpos sin cabeza, huesos quemados y 298 cráneos. Y era apenas la punta del iceberg.

Judith leía esas noticias lejos de su tierra de Córdoba, y de alguna manera le detonó más emociones: “Lo de las fosas de Colinas de Santa Fe para mí fue devastador”, recuerda. Cuando regresó a México, entró en contacto con Técnicas Rudas –una organización ubicada en Puebla, que busca aportar a los movimientos sociales y a la defensa de los derechos humanos a través de consultorías de fortalecimiento institucional, desarrollo de proyectos, investigación estratégica, y tecnología–, y le entró a dar un taller con familiares de desaparecidos. Pero no pensó escribir desde su posición como escritora, en solitario, sino intentar la escritura comunitaria. Escritura colectiva, activa, que acompaña con el cuerpo, en el dolor, en el propio territorio.

“A Patricia Nieto, la periodista colombiana (que dirige el proyecto de Hacemos Memoria) la conocí en Texas. Ella decía que para hacer la entrevista había que entrar en empatía y estar en esos territorios. Se me ocurrió que para el proyecto de Técnicas Rudas debía echar a andar una metodología en la que participaran los familiares de desaparecidos, que contaran sus historias, y creo que en el proceso del taller nos vamos dando cuenta de que la gente tiene capacidad de escribir, que en algún momento juegan con el lenguaje, logran creaciones estéticas que muchas veces desde estas posiciones de escritores/escritoras, periodistas no los podemos ver y lo minimizamos”.

Las historias se empiezan a escribir

Las historias son un momento de recuerdos vívidos, dentro de todo ese dolor, aún existe la capacidad de amar, de sentirse alegre y de reírse.

En el taller llega el momento de definir ¿que es escribir?, ¿qué es narrativa? Luciana, Nahomi, Rosalba, Aurelia, Maribel, Pilar, Brenda, Marilú, Virginia, Lenith, Raquel, concluyen que escribir es plasmar pensamiento, presentar lo que piensan. La narrativa es contar un hecho, contar un suceso, es una historia, es la verdad de cada una de ellas. Así, a partir de la lectura de “Memorias de un corazón ausente”, una serie de cartas de madres a sus hijos, empieza la creación.

A Maribel Jiménez siempre le ha gustado escribir. Lo cuenta mientras reparte entre las mujeres pan de Cosoleacaque cocido en leña. También les convida el popo –una bebida espumosa y fría típica del sur del estado de Veracruz y algunas regiones de Oaxaca–. Escribe a su hijo, Juan Carlos Jiménez, quien desapareció en agosto de 2019, en Cosoleacaque, municipio ubicado al sur del estado:

Caminando con mis sueños,

Te busco entre la gente que pasan a mi lado

Ignorando mi dolor,

Mis manos anhelan encontrar las tuyas

Extrañan la tibieza de tu amor,

Pero siento que se pierden entre los saludos y la

alegría que muchos demuestran caminando cerca de mí,

Quiero sentirme en tus ojos,

Reflejar mi alegría que un día sentí,

No vivir más días oscuros, no llorar más por ti,

Le haces falta a mis días, le haces falta a mis sueños

Le haces falta a mis días largos y cansados,

Tu sonrisa me hará renacer de este amargo sufrir

Mi cuerpo cansado y al mismo tiempo fortalecido por la esperanza de encontrarte

Vive de pie y con la luz de tu sol, lo guiará un reencuentro

Como la recompensa que tú y yo juntos, buscamos al amparo de Dios.

A María del Pilar Ramos se le dibuja una sonrisa al hablar. Es fuerte, pero se quiebra cuando habla de la búsqueda de su hijo, Ángel Jaret Ramos, quien desapareció el 13 de octubre de 2016, en Coatzacoalcos. Reparte paletas de cajeta que llevan pegadas la foto de su hijo. Brotan las palabras de su interior:

En medio de mi soledad y silencio me pregunto

¿Te llegará el calor de mi amor a tus recuerdos?

Miro a las Estrellas y busco una respuesta

Con toda mi tristeza

pero soy como un roble por buscarte

Me levanto con fe y fortaleza

“Me siento bien porque sé que esto toca a mi hijo, me siento mejor buscándolo que quedarme en mi casa”, dice Virginia Peña. A ella le gusta platicar mucho y es muy colaboradora, por eso todas las mujeres del colectivo le tienen un gran afecto. Virginia busca a Rosendo Vázquez Peña, quien desapareció el 25 de septiembre de 2015 en la ciudad de Coatzacoalcos:

Seré como un pajarillo que vuela muy alto

Y en su canto dice tu nombre hijo mío

Quiero ser roble como un águila que sube al cielo

Te buscaré en el bosque, te encontraré en las estrellas

Mi corazón se inquieta desesperadamente, pero te encontraré.

Narrativas y memorias

¿Cómo narrar aquello que no se puede expresar en palabras, que parece irreal, que no podemos entender? ¿Cómo narrar el dolor frente a lo atroz e inhumano cuando, en realidad, preferiríamos apartar la mirada y pensar que nunca ocurrió? Lo cierto es que pocos temas causan tanta consternación como la desaparición forzada. Pero, quizá por esa misma razón, el discurso de muchos medios comerciales ha logrado perdurar con tanto éxito: un discurso que margina el problema, obvia la responsabilidad y estigmatiza y revictimiza tanto a las víctimas como a sus familiares. La desaparición forzada es una de las expresiones más perversas de la crisis de derechos humanos que sufre México. Una triste realidad que, al día de hoy, cuenta con más de 85 000 víctimas directas y afecta, en consecuencia, a toda la sociedad mexicana.

Con el propósito de contrastar el discurso dominante, la organización mexicana Técnicas Rudas y el Colectivo Madres en Búsqueda Coatzacoalcos, en colaboración con la DW Akademie, dieron vida al proyecto ‘Narrativas y memorias sobre la desaparición en México‘: https://www.narrativasymemorias.org/

Aquí te puedes descargar el libro completo: 

https://share.mayfirst.org/s/R2m9Jb9CKKonP37

redlatinasinfronteras.sur@gmail.com

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