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Exclusivo, desde la cárcel de Valdivia: «Manifiesto por la resistencia, la autonomía y el Estado»
Después de la batalla de 1881 en el fuerte Temuco que terminó con el triunfo definitivo de los latifundistas y el estado sobre el país mapuche que se extendió desde el bio bio hasta el calle calle, los últimos hombres y mujeres libres del sur del mundo se refugiaron en las faldas de los andes, en el territorio que hoy comprende la precordillera de las provincias de bio bio y Malleco; allí se resistieron a la imposición de la institucionalidad oligarca durante años, ejerciendo una vida autónoma y solidaria; así fue hasta 1934 cuando durante el gobierno de Alessandri, el Estado decidió finalmente regalar aquel territorio a los hacendados Puelma y Bunster, este último heredero del mismo Bunster que financió las sangrientas campañas del coronel Saavedra, quién a su vez y en su oportunidad, se hizo de latifundios en las zonas de lo que hoy conocemos como Mulchén, Los Ángeles, Renaico y Lota. En 1934, Alessandri, obedeciendo los intereses de la clase patronal resolvió expulsar de aquellos territorios a quienes los habitaban; para ello se envió fuerzas del ejército y fuerzas particulares. La consecuencia de aquello es lo que conocemos como la matanza de Ranquil.
Nunca se supo en realidad la cantidad de muertos y a los pocos sobrevivientes, apresados, se les registró en las ciudades de Curacautín y Victoria, cientos de kilómetros más al sur del inicio de la matanza y de la resistencia opuesta por campesinos y mapuche libres. Años mas tarde, la batalla del fundo San Miguel en la zona centro del país y las corridas de cerco en las comunidades mapuche, la toma de fundos que unió a los pobres del campo y los asentamientos campesinos que se produjeron más tarde, siguen también demostrando actos de resistencia; quizá la mayor expresión de resistencia y autonomía la encontramos en el complejo maderero de Neltume, territorio desde Carranco a Carran (así se llama el libro del compañero José bravo Aguilera) que comprendía más de 580.000 hectáreas, que en la práctica fue liberado para el desarrollo de la autonomía territorial uniendo la voluntad y las fuerzas de mapuche, de campesinos y de hombres y mujeres de las urbes, de la warria, que se entregaron generosamente allí para realizar el sueño de una vida libre y solidaria. Fue posteriormente con la dictadura de 1973 que gran parte de esos campos volvieron a manos de latifundistas, patrones y empresas, por supuesto después de la expulsión, ejecución, desaparición y tortura de quienes los habitaban. En el caso de Neltume, la resistencia armada de sus habitantes se desarrolló el mismo año 1973 y luego en 1981. Hoy, más de 450.000 hectáreas de ese complejo son de propiedad y control de Petermann, dueño del parque Huilo Huilo de 170.000 hectáreas y principal accionista del fundo Arquilhue de más de 300.000. El resto del territorio para llegar a completar las 580.000 hectáreas, que en su momento fueron libres, se reparte hoy entre un par más de propietarios entre los que destaca Ponce Lerou y la familia Pinochet.
Hoy, las mayores expresiones de resistencia y autonomía podemos encontrarlas en Arauco, Malleco, Cautín y Pilmaiquen comprometiendo a Los Ríos y Los Lagos. Pero, ¿qué se entiende como resistencia y que se entiende como autonomía?
La discusión es más compleja que el concepto y muchos prefieren a la hora de optar por definiciones retraerse, o reservarse, para manifestar que son vías aún en construcción; así lo plantean de hecho en el esfuerzo teórico de «chem Ka rakiduam» difundido por la coordinadora Arauco Malleco y que es la expresión de la inquietud orgánica por entrar en el terreno de las definiciones. Ciertamente un esfuerzo que aporta (sobre todo a la inteligencia) para conocer de su historia, sus experiencias y sus aspiraciones. Es sobre todo un texto de protesta que debe ser valorado como el aporte humilde de quienes desde aquellas filas buscan sostener la esperanza de un mejor porvenir.
En estos últimos días se ha hecho famosa la frase aquella de «la construcción narrativa» nada más lejano respecto de, o, sobre la resistencia; la resistencia se puede decir, más bien afirmar, que es una expresión construida en base a la práctica de los hechos y no de las narraciones, aún cuando estas últimas, desde el punto de vista de la transmisión verbal u oculta de sus valores, han permitido su sobrevivencia política. Lejos de una construcción narrativa, la resistencia es un hecho material y práctico cuyas manifestaciones provienen de la historia real que tanto se esfuerzan los institucionalistas por ocultar. La prisión política es sobre todo una prueba de la arremetida del estado en contra de la resistencia y así como la cárcel cae sobre Héctor Llaitul, lo hace también sobre Mónica Caballero y Francisco Solar, Luis Tranamil, Rodrigo Cáceres y Nelson Queupil, los presos de Angol recientemente desterrados, los que nos encontramos desterrados en la cárcel de Valdivia, también sobre Alejandro Astorga y por supuesto sobre el compañero Mauricio Hernández Norambuena. Tantos otros enfrentan la persecución del Estado desde la clandestinidad como es el caso del Werkén Huenchullán y tantos también han muerto; Camilo Catrillanca, Matías Catrileo, Jordan Liempi Machacan, Alfredo Hermosilla y Carlos Aedo, Mauricio Morales, Sebastián Oversluij. La lista es enormemente más larga. Está el secuestro ocurrido hace unos años del Lonko Victor Queipul. Como dije, la lista puede seguirse extendiendo y pido disculpas por tantos compañeros que aquí no han Sido nombrados, todos ellos están en mis pensamientos y en mi corazón.
La política ciertamente es dinámica como lo es todo en relación con la propia manifestación social y sobre todo, en materia de resistencia, cómo es un hecho práctico y técnico, debe obedecer al principio de flexibilidad si se piensa en la resistencia cómo una acción de combate.
Finalmente la resistencia es una oposición. Una oposición a la dominación impuesta por el estado y el modelo económico. Una acción de resistencia puede ir desde lo más simple a lo más complejo, lo más simple es sencillamente dejar de comprar, negarse a caer en la oferta de la libertad de consumo y vivir lejos de la opulencia, las apariencias y el exitismo al que invita el mercado. Las acciones más complejas son justamente aquellas que muchos se niegan a comprender. La acción de la resistencia armada que busca por medio del sabotaje la destrucción de aquello que amenace el ecosistema, el libre curso de los ríos, la apropiación de la tierra, el extractivismo. Algunos preferimos ver una escuela convertida en cenizas antes que verla convertida en un cuartel militar. La resistencia es oponerse y frenar el avance del despojo, del ecocidio, y también lo es negarse a vivir con los valores impuestos por este aberrante sistema. Dejar de vivir en competitividad para vivir en solidaridad es una acción de resistencia.
La autonomía:
La autonomía es una corriente política que busca separarse del orden centralizado de un Estado para vivir de acuerdo a sus propias formas. La autonomía cómo hecho o aspiración tiene necesariamente un arraigo territorial obedeciendo a la lógica de que aquella autonomía debe desarrollarse en un territorio específico. La aspiración autonomista es una expresión de las luchas libertarias, tal cual se dieron las revoluciones independentistas de los mal paridos estados latinoamericanos después de 1810. Referido el ejemplo anterior, es necesario hacer presente que aquella visión de una gran patria libre fue opacada finalmente por la emergente clase dominante criolla; aquellos fueron los que superpusieron sus intereses egoístas y terminaron otorgándole poder a O’higgins, quién a su vez, advirtiendo que los rebeldes populares, (que buscaban libertad para todos defendiendo los intereses del campesinado pobre) los hermanos Carrera y Manuel Rodríguez podrían ser una amenaza para el terrateniente recién nacido del nuevo Chile, fueron finalmente enviados a la muerte por medio de la ejecución y la traición.
Volviendo al tema. Ya se dijo que la autonomía es una aspiración política relacionada con un territorio específico, pero, también debe relacionarse con una visión de autonomía y he aquí las diferencias. No hay ninguna diferencia si se busca la autonomía de un territorio para vivir de la misma forma, con las mismas prácticas y con las mismas normas impuestas en este caso por el estado centralizado y dominante. Aquí se van aclarando las cosas y comienza a definirse su forma, si la resistencia busca oponerse a la dominación del Estado materializando su política en acciones que buscan frenar el avance del despojo, el ecocidio y el extractivismo, lo es porque se busca no solo vivir conforme a otros valores (cómo la solidaridad y la cooperación) si no, además liberar a un territorio de los males causados por el egoísmo del capital para recuperar allí la vida y la ecología. Por lo tanto, la resistencia autonomista, busca una vida en libertad, ecológica y solidaria, fuera del consumismo y del modelo económico capitalista, en un territorio específico. El control territorial es una expresión tanto del autonomismo como de la resistencia y también lo son las formas de autocuidado y salud popular, la autoeducacion, la autosustentabilidad alimentaria y las de tomar distancia del consumismo.
Se concluye muy resumidamente que la resistencia política que busca la liberación territorial para concretar una existencia autónoma, efectivamente está contra el Estado centralizado y dominante, pero no busca destruirlo ni tampoco busca la toma del poder; lo que busca es la separación del él, claro, por medio de la lucha.
Ahora, ¿Por qué la alianza entre el pueblo mapuche y el pueblo pobre chileno autonomista?
Es un hecho histórico que el pueblo nación mapuche mantuvo su independencia (su autonomía) hasta por lo menos formalmente en 1881. Aquello se confirma con los datos históricos que proporcionan el Parlamento de Quilín en el río hoy llamado Quillem y más contemporáneamente con el de Tapihue en 1825 en las cercanías de Yumbel. Fue con la posterior independencia de los estado naciones modernos que se inició la guerra que desconoció aquellos tratados para anexar el territorio mapuche conocido como Wallmapu a las administraciones de los recientemente nacidos estados de Chile y Argentina, en lo que fueron las guerras denominadas pacificación de la Araucanía y la campaña del desierto respectivamente (historia conocida, documentada, estudiada y analizada que se pretende negar. quizá es hora de incluir esto también dentro del proyecto de negacionismo). El caso es que en Chile, recién hasta el año 1874 el Estado solo había podido llegar hasta la rivera del río Malleco, territorio conocido como los llanos de Kilapan, perteneciente al gran territorio, butalmapu, wenteche y que fue defendido primero por mañil wenu y luego por José Santos Kilapan. La guerra se perdió en condiciones de la mayor desigualdad de armas posible, no se pudo con lanzas en contra de cañones y ametralladoras modernas. Bueno, no se trata aquí de reescribir la historia, la historia está suficientemente documentada. Lo cierto es que existe una territorialidad legítimamente vinculada a la existencia de un pueblo que fue víctima del genocidio y el despojo y, por lo tanto, es también legítima la aspiración de recuperar aquel territorio para volver a llevar una vida libre, autónoma y soberana. Ahora bien, la organización política y las instituciones sobre las cuales se autogobernó la nación mapuche descansan sobre los principios más puros del autonomismo. La alianza política de varios lof o comunidades, la solidaridad y compromiso entre ellas, fueron desarrollando o conformando la interacción de diversas autonomías territoriales desde la unidad mínima (una sola comunidad o lof) hasta conformar definiciones territoriales mayores, los ayllarrehues (unidad de nueve lof) y así hasta los butalmapu, todos interactuando, relacionándose e identificándose entre si como miembros de un solo pueblo, de una sola Nación, sin centralismo y basándose en el respeto mutuo, la cooperación y la alianza política.
Hoy en el escenario de la dominación capitalista y el Estado centralizado, emerge todavía con fuerza la aspiración política de buscar la vida y la felicidad por otras formas; rebeldes o revolucionarios, por medio de la lucha, buscan vencer las formas de dominación para liberarse y liberar de los males de ese modelo a si mismos, a la sociedad y al ecosistema. A la legítima aspiración autonomista del pueblo mapuche, se suma el deseo de los no mapuche pobres, que sin propiedad, sin tierra y también arrinconados en la pobreza están dispuestos a asumir la tarea de construir, mantener y desarrollar la resistencia y la fuerza política y social que permita cumplir el objetivo estratégico de liberar el territorio del sur, el territorio mapuche, de la dominación de un estado capitalista, oligárquico, elitista, explotador y dominante, para desarrollar allí una vida libre, autónoma, y en armonía con la naturaleza y todas las formas de vida, entendiendo que la supervivencia humana y social depende de la mantención de los ecosistemas, con los cuales existe el compromiso y la conciencia de que todos somos una sola vida, de que el territorio no nos pertenece, si no, nosotros al territorio y que este es un ente vivo, que nos habla y nos escucha, nos cobija y nos proporciona la vida. Así, la alianza entre el pueblo pobre mapuche y el pueblo pobre chileno, por medio de la lucha y la acumulación de fuerza política, podrá desarrollar las acciones necesarias que permitan ir allanando el camino hacia el objetivo estratégico, liberar el territorio desde el sur del Biobío y hasta el canal de Chacao, para reconstruir allí una nueva sociedad basada en los principios y la moral de la solidaridad, la autosustentabilidad y lejos de la explotación social y ecológica del capitalismo. Ellos con lo suyo y nosotros con lo nuestro, que vivan ellos bajo sus formas, nosotros los respetaremos, lo que buscamos es que nos dejen vivir a nosotros con la nuestra, eso es todo. Lo que queremos es para todos todo y para nadie nada. Pero es necesario entender que no se puede vivir en la ambigüedad, la vida autónoma y bajo la cosmovisión de ser uno solo con la naturaleza, con la ñuke mapu, supone necesariamente apartarse de los mercados, de los productos y de las banalidades del capital y el consumismo. Algunos preferimos calzar ojotas antes de cualquier tecnología, si eso significa vivir en libertad, la libertad de elegir donde y con quién vivir. En la vida comunitaria, entre nosotros cuidaremos de nuestros niños y ancianos, en comunidad produciremos nuestro alimento, en comunidad cuidaremos nuestros enfermos y no faltará nada, porque no necesitamos nada para vivir en libertad, más que nuestro territorio y sabemos que éste nos dará lo necesario para vivir. Vivir de una manera desconocida, vivir de una manera feliz.
* La tarea de todos los hombres y mujeres conscientes es la resistencia.
* Autonomía, Territorio y Libertad.
* Solo la lucha nos hace libres.
Enviado a El Porteño por la Red de Apoyo al Prisionero Político Juan Pablo Pirce Valenzuela.
17 de junio, 2022.
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