LAS LOCURAS DE JAVIER
Luego de dejar colgada en la recepción del Consejos de las Américas la locura que lo caracteriza, Milei intentó conquistar al círculo rojo explicando su receta para pasar la motosierra y achicar el Estado.
Bajo la supervisión de Galperin, Rocca, Pérez Companc, Roemmers, Bulgheroni, Costantini, Eurnekian y Magnetto, entre otros, el candidato libertario expuso su voluntad de aceptar el pacto de gobernabilidad que surge directamente del pulgar en alto de estos referentes de la elite empresarial.
Dado que las demandas del círculo rojo pueden entrar en conflicto con las necesidades de los sectores sociales más bajos, el personaje Milei sería el candidato ideal para simular que representa el enojo del ciudadano cuando en la realidad resulta ser funcional a la élite del poder concentrado.
La combinación es irreprochable: El círculo rojo pondría los recursos económicos, mediáticos y judiciales para defender sus intereses y Milei el asombroso manejo de las redes sociales y su capacidad para influir en los votantes.
Dado que las redes sociales se han convertido en un fenómeno global que afecta a millones de personas en todo el mundo, estas plataformas digitales permiten la comunicación, la interacción y la difusión de información entre los usuarios, pero también generan efectos psicológicos y sociales.
Uno de los aspectos más interesantes de las redes sociales es su capacidad para crear y movilizar masas. Una masa se define como un conjunto de individuos que actúan de forma colectiva bajo la influencia de una emoción o una idea común, y que pierden su identidad y su racionalidad individual.
LOCURA SOCIAL
Esta locura generalizada por el uso abusivo de las redes sociales es un concepto que puede tener diferentes significados según el contexto y la perspectiva. En psicología de masas, se podría entender como una alteración de la razón, la moral y el juicio que se produce en los individuos cuando forman parte de una multitud.
La oralidad, por su parte, es la capacidad de expresarse y comunicarse mediante el lenguaje hablado.
Según Le Bon, la locura rompe con la oralidad en el sentido de que la multitud no se rige por la lógica, la reflexión o el diálogo, sino por las emociones, las sugestiones y las imágenes. Le Bon afirma que la multitud es incapaz de razonar, criticar o argumentar, y que solo se deja llevar por las impresiones, las ilusiones y los prejuicios.
Ahora bien, si bien Javier Milei no le habla a una multitud de fanáticos, sabe que quienes le manejan la campaña a través de las redes sociales, Tik Tok y animadores mediáticos afines han logrado masificar su locura (impostada o no), de manera tal que el personaje o a la idea que representa esa locura ha llegado a las masas.
Asimismo, teniendo en cuenta que el enojo de la multitud impide el uso de la oralidad como medio de comunicación racional y civilizada, ésta aglomeración no busca el entendimiento, sino la adhesión incondicional a un líder o una idea.
Así, la locura rompe con la oralidad porque el individuo deja de expresar su propia voz y se somete a la voz del líder o de la masa. El individuo no tiene conciencia ni responsabilidad de sus actos, sino que se siente parte de un todo.
LA LOCURA EN RED
Este ejemplo de locura masificada se pueden observar cada vez con más frecuencia en las redes sociales, como por ejemplo:
– La creación de tendencias o hashtags que reflejan los intereses, las opiniones o las emociones de una gran cantidad de usuarios que se identifican con una causa, un personaje, un evento o un producto.
– La viralización de contenidos falsos o engañosos que generan reacciones emocionales intensas, como indignación, miedo, sorpresa o admiración, y que se difunden sin verificar su veracidad o su fuente.
– La formación de comunidades virtuales que comparten valores, creencias o aficiones, y que se aíslan de otras perspectivas o realidades diferentes a las suyas.
– La polarización y el extremismo de las opiniones, que se refuerzan por el efecto de eco o cámara de resonancia, es decir, la exposición selectiva a información que confirma los propios prejuicios o expectativas.
– La adicción y la dependencia de las redes sociales, que provocan una pérdida de contacto con la realidad y una disminución de la autoestima, el autocontrol y la capacidad crítica.
LA LOCURA COMO STATU QUO
Ya no existen dudas que la locura antisistema ha llegado para quedarse y paradójicamente es el propio sistema el que se la reapropia para utilizarla en su provecho.
Javier Milei, a diferencia de Donald Trump y Bolsonaro, aún no ha gobernado un país, pero tendrá todo el apoyo del círculo rojo para que, una vez que sea presidente, canalice esa locura (impostada o no) a favor de una Argentina absolutamente privatizada.
¿Cómo se llega a esta fórmula con el apoyo popular si es en contra del mismo pueblo?
A través del hartazgo del burro que sigue la zanahoria.
Lo único que rompe la oralidad del statu quo, el discurso políticamente correcto o las promesas incumplidas es la locura. Y el loco apareció.
Si lo es de verdad, no lo sabemos, pero se dirige a las masas como loco y lo hace bien.
El 30 por ciento que votó a Milei y los más pobres están asqueados de la oralidad, de las excusas, de que la culpa es del FMI, de la pandemia, la sequía o la guerra.
¿Quién rompe esta oralidad insoportable? La locura.
¿Se vota al loco? No. Se vota salir de esa oralidad. Es decir ¡Basta! Hay un sector que ya no tiene más nada que perder, porque perdió tanto que ya no le importa que le expliquen si la deuda la trajo Macri o el Dalai Lama.
Todo esto es parte de la oralidad que a la gente ya no le importa. Ni la pandemia ni la sequía. Sólo quiere que le den algo.
No se lo vota a Milei, se vota romper con esa oralidad.
Por tal motivo, Milei ya ganó, aunque pierda las elecciones. El loco rompió esa oralidad y está afuera.
Massa, en cambio, si se queda en la oralidad, pierde. Pero al ser ministro de economía puede generar hechos políticos que le den el plus necesario a esa oralidad. Massa, al sostener una oralidad y una promesa hacia el futuro, tiene la ventaja de ser ministro de economía, lo que le permite apuntalar la oralidad con hechos.
Si no lo hiciera, se quedará en la oralidad.
La única que está en problemas cuasi terminales, es Patricia Bullrich, porque no le queda otra que la oralidad, ya que no tiene posibilidad de realizar hechos políticos.
El final es incierto, pero de lo que estamos seguros en esta excéntrica campaña es que la frase acuñada por Le Bon respecto a la Psicología de Masas hace un sigo aún tiene vigencia: “quien sea capaz de proveer ilusiones será amo absoluto, mientras que quien intente desestimar esas ilusiones será siempre su víctima».
Alejandro Lamaisón