Durante las protestas en el Congreso contra el proyecto de Ley Ómnibus, hubo una que sobresalió: la de un grupo de jubiladxs que enfrentó a la Policía de Bullrich. Militan desde su juventud y hoy contagian rebeldía: en esta entrevista cuentan cómo se organizan, qué ideas lxs definen y analizan por qué ganó y por qué perderá el Gobierno de Milei. “Somos viejos, pero tenemos memoria”, aseguran.
Por Estefanía Santoro. Fotos: Rodrigo Ruiz.
Jubilados insurgentes es un grupo integrado por personas que pertenecen a distintas corrientes de pensamiento y partidos políticos. Nació en 2019 y funciona de forma asamblearia. La mayoría son jubiladxs que militaron durante su juventud, especialmente en movimientos de izquierda, comunistas y anarquistas. Tienen grandes diferencias políticas, pero eso no les impide organizarse y llegar a consensos.
“No tenemos dirigentes y eso es lo que más cuidamos porque nos parece que en esta época de la vida nos merecemos probar algo diferente. Viendo la crisis de todo el sistema dirigencial, nos parece que la democracia directa es lo más valioso, que cada persona se haga cargo de lo que opina y no delegue su pensamiento en otro y se quede esperando de brazos cruzados. Cuestionamos ese sistema de representatividad de nuestra democracia”, dice Zulema, una de las referentas.
Referenta no por personalismos, sino porque hoy es una de las caras más visibles y a sus 73 años una de las que puede poner el cuerpo en la calle, ya que goza de una buena salud. Dueña de una digna rebeldía y un compromiso social enorme, en los años 70, Zulema militaba en el Movimiento al Socialismo, partido que después salió a las elecciones con el nombre de Partido Socialista de los Trabajadores.
Fue trabajadora de la empresa ENTEL, era operadora bilingüe y luchó en contra de su privatización durante el menemismo. “Esa campaña la perdimos por el poder de grupos económicos y los medios hegemónicos de comunicación. Recuerdo que estaba el periodista Bernardo Neustadt al frente, pidiendo la privatización y la gente le creía porque pensaba que ese servicio era deficiente. Nosotros desde adentro veíamos cómo se deterioraron las condiciones de trabajo a propósito, se provocaba el deterioro para facilitar la privatización. Este es un plan que viene desde hace muchísimo tiempo y como trabajadores muchas veces nos vimos impotentes porque los dirigentes sindicales no respondieron como debían ante el deterioro de nuestras condiciones de vida.”
Antes de la formación de Jubilados Insurgentes, Zulema participó junto a otrxs compañerxs de la Mesa Nacional de Jubilados, cuando Norma Plá irrumpió como ejemplo de lucha. En 2004 Zulema se jubiló y estudió técnicas corporales como salida laboral porque sabía que, aunque tenía una jubilación un poco más alta que la mínima, no iba a llegar a fin de mes. Ese devenir la llevó a seguir participando en la lucha por los derechos de lxs jubiladxs.
“Hoy tenemos un nivel de pobreza, precarización laboral y concentración económica muy grande. Además se le abrieron las puertas a pulpos nefastos para la economía del país como, por ejemplo, Monsanto, empresas de soja transgénica y la minería a cielo abierto con el afán de buscar riquezas. Tuvimos una seguidilla de gobiernos que no enfrentan el poder real, es un poder que trabaja en las sombras porque su avaricia no tiene fin. La informalidad laboral afecta muchísimo al sistema jubilatorio, por eso surge Jubilados insurgentes: es un aporte que le hacemos al colectivo de Jubilados del Congreso. Nos juntamos todos los miércoles a las 15 promoviendo la unidad porque la lucha de los trabajadores por sus condiciones laborales, por defender el trabajo registrado y el derecho al salario es el vehículo necesario para el derecho a la jubilación. Uno no puede existir sin el otro, ni se resuelve sin el otro, por eso es que proponemos la unidad.”
–¿Qué similitudes ves hoy entre el gobierno de Javier Milei y el de Carlos Menem?
–Las similitudes son grandísimas, el gobierno de Menem, a su vez, tuvo muchísimas similitudes con lo que había querido hacer la Junta Militar durante la dictadura y no lo pudo lograr. Los grandes grupos hegemónicos y poderosos se dieron cuenta que no podían hacerlo por la fuerza, entonces buscaron variantes democráticas. Trataron de convencer a todo el mundo de que el llamado neoliberalismo era lo que le convenía al país, pero en realidad, no era neoliberalismo sino que era el capitalismo más salvaje. Lo mismo que pretenden hacer ahora: son salidas desesperadas de estos grandes capitales que quieren apropiarse de todo porque saben que la gente va creciendo en su organización y las formas tradicionales no le sirven para frenar las luchas populares de defensa de sus derechos, la vida, el agua y la tierra.
–¿Por qué crees que una parte importante de la población de la sociedad aún hoy defiende el Gobierno de Milei?
–Creo que la gente viene acumulando malestar porque los gobiernos anteriores no le resolvieron ningún problema. La miseria y la pérdida de derechos fue avanzando, tal vez muchos tienen un trabajo registrado, pero son trabajos con los que no llegan a fin de mes. Así surgió el cuentapropismo, el tercerismo y el monotributismo. Los jóvenes tienen que explotarse trabajando 16 horas y les hacen creer que eso es trabajo libre, que son su propio patrón y que eso es mejor que estar en una empresa dependiendo de una estructura. A la vez, esos mismos jóvenes empezaron a ver que se accidentaban, que tenían que correr ellos con el riesgo, no se podían tomar vacaciones o si se las tomaban no podían trabajar y no saben que va a pasar cuando se jubilen. Nadie puede pensar en el futuro en un momento así, piensan en el día a día. Es un desamparo muy grande. Los medios hegemónicos de comunicación hicieron su parte, tienen mucha fuerza, distorsionan las noticias, llevan a la gente a la desinformación, al agotamiento, al agobio y los gobiernos que pasaron ninguno despertó esperanza en esos trabajadores, tal vez, al principio sí, pero después se fueron desencantando porque su situación no mejoró
–¿Cómo crees que se sale de esta crisis?
–Para nosotros la salida ahora no puede ser volver a las cosas que ya probamos con una dirigencia tradicional, sino la propia gente auto organizándose, que se saque de encima a las burocracias de los gremios, que defienda su derecho a pensar, a decidir, que sepa que tiene derechos intrínsecos con la vida por los que tiene que luchar y que nadie puede quitarnos el derecho a luchar porque ni el Congreso ni la dirigencia tradicional tienen soluciones para resolver esta situación de crisis a la que hemos llegado.
–Ante la falta de soluciones, lo que impulsa esta dirigencia tradicional es la represión. ¿Por qué apuntaron contra ustedes el otro día?
–Los jubilados son el sector más vulnerable, muchos compañeros no pueden salir a la calle por cuestiones de salud y se aprovechan de esto. Patricia Bullrich ya lo había hecho en la época de De la Rúa cuando le robó a los jubilados el 13%, en ese momento no se le cayó la cara de vergüenza y no tienen ningún tupé, arrasan con todo. Nos reprimieron incluso estando en la vereda, la policía con sus escudos tiró a los compañeros al piso y a otros les tiró gases lacrimógenos de esos que te arde la piel y no te dejan ver por un largo tiempo. Es el brazo armado de un gobierno criminal, no se le puede llamar de otra manera. Este gobierno utilizó el discurso de la casta, pero en realidad quiere arrasar con todos los derechos laborales. Para Milei, la casta somos los trabajadores activos, jubilados y desocupados. Bullrich dijo que iba a luchar contra la delincuencia pero nosotros no somos delincuentes, somos trabajadores de toda la vida, es más el Estado nos debe porque hemos aportado, desarrollamos este país y en lugar de tener una vejez digna, sacan nuestro fondo jubilatorio y reducen nuestra jubilación. Nosotros ya no tenemos nada que perder, vamos a seguir en pie, luchando. Esperamos que la gente empiece a despertar y se de cuenta que esto es un ataque a todos. Esa idea de que hay que soportar porque después va a venir la solución no existe porque vamos a estar cada vez peor. Creo que este pueblo no se va a dejar derrotar así nomás, ahí es donde vamos a luchar todos juntos y estoy segura que vamos a vencer.
Los bastones se rebelan
Ricardo González tiene 83 años que no se le notan. Empezó a militar a los 14 años en la Juventud Comunista. En 1963 tenía 21 años y fue detenido junto a su hermano y otros cinco compañeros más por hacer pintadas a favor del voto en blanco. Los dejaron quince días en un calabozo. A mediados del 66 se retiró de la militancia orgánica del Partido Comunista. En los 90 participó de la Unión de Trabajadores Jubilados en Lucha que responde al Partido Socialista y en 2002 comenzó a participar del Movimiento Sin Trabajo “Teresa vive” (MST) en Lanús Este.
Hoy es parte de la agrupación “Bastones en rebeldía” e integra el Colectivo de Jubilados del Congreso Anexo Diputados, en el que confluyen otras agrupaciones como Jubilados Insurgentes y la Mesa Coordinadora Nacional de Organizaciones Jubilados y Pensionados de la República Argentina (MCN), esta última con más de 50 años de trayectoria. A Ricardo se lo puede ver todos los miércoles a las 15 junto a sus compañerxs de lucha en las inmediaciones del Congreso de la Nación, con lluvia, calor o frío, sosteniendo una pancarta que armó con caños de pvc: es la ilustración de un hombre con un bastón en alto en señal de protesta.
–¿Qué similitudes ves entre lo que pasó en 2001 y lo que estamos viendo hoy?
–La similitud que veo es la represión, el protocolo de Bullrich y las medidas que quieren imponer con el DNU. En ese momento las consignas “piquete y cacerola, la lucha es una sola” y “que se vayan todos” no sucedió, porque se quedaron todos y siguieron manejando la situación económica con dependencia del Fondo Monetario Internacional. Ahí hay un hecho concreto, quienes más sufrieron eso fue la clase media, la población a la que le tocaron los ahorros. En general, en la población argentina no son muchos los que pueden ahorrar, un trabajador que gana un salario de miseria y un jubilado que tiene la mínima o una pensión y tiene que comprar medicamentos, no ahorra.
–¿Por qué crees que el gobierno de Javier Milei tiene aceptación social aún?
–En parte lo atribuyo fundamentalmente a la ingenuidad de un porcentaje grande de la población joven y a la falta de formación política. Por otro lado, los que se fueron le asfaltaron el camino porque en 2019 mucha gente de ese sector político estaba esperanzada con que volvían para ser mejores y fueron peores. Lo primero que hicieron fue legitimar una deuda externa fraudulenta y un estado permanente de inflación imparable. En nuestro caso como jubilados, Fernanda Raverta, la directora del Anses mantuvo 13 meses de bonos que decía que emparejaba a la inflación, pero era mentira. Además, hay un porcentaje grande de jubilados que cobran la mínima que no tienen donde estar, porque no tienen familia o porque a veces esa familia no los pueden asistir. Donde hay un viejo siempre hay molestias, ni hablar de ir a un geriátrico, eso es la antesala de la muerte porque está comprobado que trabajan en forma clandestina.
–¿Qué le dirías al Gobierno?
–Como jubilado que cobra la mínima me quiero dirigir al señor Osvaldo Giordano, actual interventor del ANSES para exigirle que nos diga cuál va a ser el aumento que vamos a percibir en marzo. Deberíamos hablar de un 150% de aumento para que más o menos de ahí en adelante comience a aplicar la movilidad jubilatoria mensual. Que se comunique con nosotros y nos dé a conocer cuál va a ser el monto y cuánto tiempo van a demorar para aplicarlo. Creo que este Gobierno quiere que haya mayor cantidad de jubilados con trabajo informal –que ya son más de 5 millones los que no van al sistema previsional– y el objetivo final es la privatización del sistema previsional estatal. A Giordano le digo que nos puede encontrar en Congreso todos los miércoles de 15 a 16, lo invito a dar la vuelta al Congreso y que después haga con nosotros el semaforazo de protesta. La situación que estamos viviendo es insostenible, esta película ya la vimos en los 90, cuando había seis millones de desocupados y hubo una entrega a precio vil de todas las empresas públicas. Nosotros somos viejos, pero tenemos memoria. Memoria histórica, colectiva y activa, de manera tal, que no nos van a asustar por más que nos pongan tres cordones de policías como ya lo hicieron. No les tenemos miedo, al revés, nos tienen miedo porque nosotros no le tenemos miedo.