En la tercera y última audiencia del juicio por el feminicidio de Nancy Fernández, el Tribunal Oral en lo Criminal 7 de San Isidro resolvió condenar a Juan Carlos Corvalán como autor material del asesinato, cometido diez años atrás. Lisette, hija de Nancy, calificó al veredicto como “un empuje para seguir” y recordó, en ese sentido, que todavía sigue impune el asesinato de su hermana Micaela.
Por Sol Tobía para ANRed / imagenes: Rocío de Espada.
Juan Carlos Corvalán asesinó a Nancy Fernández en mayo de 2014, mientras la mujer de la comunidad Qom Yecthakay denunciaba que un proxeneta llamado Dante “Pato” Cenizo había secuestrado, explotado y asesinado a su hija Micaela con complicidad policial y judicial. Las pruebas más contundentes de la culpabilidad de Corvalán fueron su ADN, hallado en el cuerpo de Nancy, y el hecho de que el celular de la víctima haya aparecido en su casa.
Previo a su feminicidio y mientras Mica aún vivía, Nancy había intentado recuperar a su hija, frente a lo cual los policías de la Comisaría Sexta de El Talar la retuvieron, la golpearon y la amenazaron: “Te callás la boca, india de mierda. A Cenizo lo manejamos nosotros”.
Cuando Mica finalmente apareció asesinada en la cama de su captor, la policía determinó que se había suicidado sin siquiera realizar una autopsia, en un acto de revictimización que se prolonga hasta nuestros días: en la primera audiencia, un policía federal que había intervenido en la investigación se refirió livianamente a la situación de Mica como una “convivencia” con su proxeneta en el marco de una “relación de pareja”, aunque él mismo reconoció que la adolescente era golpeada, abusada, amenazada y explotada.
A día de hoy, el crimen de Mica sigue impune al igual que el de Tamara López, otra joven por cuyo asesinato los vecinos también apuntan hacia Cenizo. Más aún, según detalló Lisette, Tamara era testigo de lo que Cenizo le había hecho a Micaela. “Hoy se hizo justicia por mi madre, pero todavía nos queda la causa de mi hermana, la cual quieren desvincular de todo negando las redes de trata, negando que fue racismo”, dijo la joven en las afueras del tribunal este jueves.
Durante el proceso que acaba de culminar, ni a la Fiscalía ni a los jueces se les ocurrió indagar en las posibles motivaciones del feminicidio de Nancy Fernández. No parecen haberse preguntado, por ejemplo, si existen vínculos entre Corvalán y Cenizo o las redes de trata en general y, en cambio, se limitaron a juzgar el caso como un femicidio aislado.
Hasta el momento, se desconoce cuántos años de prisión recibirá Corvalán y recién habrá más detalles cuando se lea la sentencia completa, el 1 de octubre a las 13 horas (todavía no se definió lugar). Desde el entorno de Lisette, adelantaron que “se lo encontró culpable” y que los fundamentos de la resolución tendrán en cuenta la perspectiva de género y armonizarán con “tratados internacionales a este respecto”.
Entre el agotamiento y la alegría, Lisette y las mujeres que la acompañan tienen bien claro que Corvalán es apenas una pieza en un enorme entramado de proxenetas y policías, jueces, fiscales y funcionarios en general. A eso se refiere la propia Lisette cuando sostiene que su logro es, sobre todo, “un empuje para seguir”.