La audiencia se abrió con un testimonio confuso, plagado de mentiras y omisiones por parte del policía bonaerense Martín Alejandro Uliarte, primo hermano de la imputada Brenda Uliarte. Como consecuencia lógica de una larga veintena de “no me acuerdo” y de incoherencias a lo largo de casi cuatro horas, la querella y la fiscalía pidieron que el testigo fuera procesado por “falso testimonio”.
Redacción: Carlos Rodríguez.
Los jueces del Tribunal Oral 6 acordaron que extraerán copia del sinuoso testimonio para que un juez investigue si cometió ese delito, que puede tener una pena de hasta diez años de prisión efectiva.
El primo policía no recordaba lo que había pasado el 1 de septiembre de 2022, el día del atentado contra Cristina Fernández de Kirchner. No dio ninguna explicación coherente sobre un papel escrito por él, de puño y letra, que indicaría que le dio instrucciones precisas a su prima sobre el manejo de armas de fuego. El día del atentado, aunque él estaba de guardia en la Policía Bonaerense, se comunicó varias veces con su prima, todo indica que hablaron sobre el atentado, pero él dijo que no se acordaba de nada.
Un primo policía y desmemoriado
El primer testigo de la extensa jornada 12, fue el suboficial de la Policía Bonaerense Martín Alejandro Uliarte, de 22 años, primo hermano de la imputada Brenda Uliarte. Desde el inicio, el testigo se mostró nervioso y la presidenta del Tribunal Oral 6, Sabrina Namer, le pidió que se quedara tranquilo porque “no pasa nada”, aunque luego pasó y mucho. Su testimonio fue uno de los más extensos de lo que va del debate oral.
La primera pregunta de la fiscala Gabriela Baigún fue si el testigo vio, en alguna ocasión, que su prima publicara imágenes de armas en las redes sociales. Dijo que no lo recordaba porque ve “los estados por encima”, porque no le interesa “conocer la vida de nadie”. Uliarte dijo que con su prima siempre hablaban “de películas, de series de anime, nunca de armas”.
La primera contradicción que señaló la fiscala fue que, en el marco de la investigación, en la casa de Brenda se encontró un papel manuscrito del testigo, en el que se citaban citas precisas de Las Reglas de Tueller, parte fundamental de la instrucción policial porque advierte a los efectivos sobre cómo reconocer una “amenaza potencial” cuando deben apelar a sus armas reglamentarias para enfrentar a un individuo que los amenaza con un arma blanca. Lo que explica esa regla es en qué momento apelar al uso de su arma reglamentaria. Una pericia caligráfica demostró que la frase volcada en el papel fue escrita por el testigo.
Uliarte dijo que la Regla de Tueller le fue dictada por un supuesto profesor, policía y abogado, en el Destacamento de Puente 12, en el mismo lugar que durante la dictadura cívico militar funcionó un centro clandestino de tortura y exterminio. El testigo estimó que, en una visita al domicilio de Brenda, él había “olvidado” el escrito, tomando supuestamente durante las clases teóricas que recibía cuando era cadete. Negó la posibilidad de que hubiera hecho el escrito a pedido de su prima. Del supuesto profesor sólo pudo aportar una descripción física, porque no recordaba su nombre.
Más extraño fue que tampoco recordara lo que había pasado el 1 de septiembre de 2022, nada menos que el día del intento de magnicidio de Cristina Fernández de Kirchner, el caso por el cual fue citado a prestar testimonio. Cuando la fiscala le preguntó si recordaba lo ocurrido ese día, como respuesta dijo los primeros cuatro “no recuerdo” de su larguísima exposición.
La presidenta del Tribunal, Sabrina Namer, intervino otra vez para decirle al testigo que bajara el nivel de su “tono desafiante” al momento de dar sus respuestas. Después del atentado, Brenda llamó a su primo, que se encontraba de guardia, a las 21.27, para contarle lo que había sucedido ese 1 de septiembre. “Brenda me dijo que El Negro (por Sabag Montiel) había intentado matar a la vicepresidenta”, dijo el testigo. “Al principio no le creí” porque ella le hizo “una pregunta idiota, incoherente”. Le preguntó “si Sabag Montiel podía ir preso por haber intentado matar a una persona”. Dijo que le respondió que “sí”, como es obvio, e insistió: “¿Cómo me va a hacer esa pregunta?”. El testigo comentó que le sugirió a su prima que esa noche fuera a la casa de sus padres y le prometió que al día siguiente se iba a encontrar con ella. Él quería saber “en qué estaba involucrada”, aunque ella le había dicho que “no tenía nada que ver” con el intento de magnicidio. El testigo insistió en que no leía los posteos de Brenda en las redes sociales e insistía en que nunca hablaron de armas. El policía Uliarte sostuvo que nunca habló con su prima respecto de cuál era su actividad laboral y que supo que vendía “copitos” porque la vio cuando ella contó eso en una entrevista en televisión. Luego admitió que supo que ella tenía una máquina para hacer “copitos” y que Brenda le contó que ganaba dinero suficiente con esa actividad.
Sobre la personalidad de su prima, aseguró que es “una persona a la que no hay que creerle mucho” porque “a veces dice que está haciendo un curso sobre algo y ni siquiera se anotó”. Dijo que una vez la ayudó en una mudanza, que esa noche se quedó a dormir en su casa y que hablaron de los copitos y de la separación de él con una novia que tenía.
Marcos Aldazabal, uno de los querellantes, le preguntó al testigo si recordaba haber llamado a Brenda el 1 de septiembre, antes del atentado. Uliarte devolvió otro “no recuerdo”. Reiteró que le pareció “una locura” el intento de magnicidio y que al principio no lo tomó “en serio” porque ella “siempre decía cosas fantasiosas”. Confirmó que, después del atentado, tuvieron una segunda llamada, el mismo día. El testigo, que estaba de guardia, en servicio, no recordaba si él había llamado a su prima y estimó que fue ella quien lo llamó.
En ese punto, Aldazabal solicitó que se mostrara el informe de la Policía de Seguridad Aeronáutica (PSA), con fecha 10 de octubre de 2022, sobre las llamadas entre los primos, el día del atentado.
En ese informe, se registra una primera llamada, que el testigo nunca mencionó, que él le hizo a Brenda a las 16.01 del 1 de septiembre de 2022. El testigo dijo que recibió “varias llamadas” de su prima ese día, pero fue una sola, la que le hizo a las 21.07, en la que se cree que ella le comentó el intento de magnicidio por parte de Sabag Montiel. Hay otra llamada, a las 21.27, pero el que la hizo fue Martín Uliarte y no Brenda. El testigo, en forma inentendible, intentó seguir con su versión de los “varios” llamados de su prima, pero la evidencia muestra lo contrario. Durante varios minutos, visiblemente nervioso e incoherente, Uliarte expuso un discurso que se parecía a un trabalenguas inentendible.
El querellante retomó el tema del “curso básico” que el testigo supuestamente hizo en la Unidad Táctica de Operaciones Inmediatas (UTOI) de Puente 12. La querella quería saber por qué había dejado un apunte sobre Las Reglas de Tueller en la casa de su prima Brenda, lugar donde solía quedarse a dormir. Como si hiciera falta, aclaró: “Dormir en el buen sentido, nada raro”.
El testigo dijo que solía tomar apuntes en un cuadernillo y a veces lo escribía de nuevo, en un papel aparte, “para mejorar la caligrafía”.
El querellante José Manuel Ubeira le preguntó al testigo que repercusión había tenido, entre sus colegas policías, el intento de magnicidio de Cristina Fernández de Kirchner. El testigo trató de minimizar la importancia que se le dio, en su ámbito laboral, porque a los policías “no les interesa la política”. Ubeira replicó que “no fue un caso político sino un caso criminal” al cual los policías deberían darle importancia. El testigo siguió negando la trascendencia del hecho, señalando que “hay crímenes todos los días”. Ubeira, como es lógico, le dijo que no es lo mismo un hecho común, que un intento de magnicidio. Uliarte siguió diciendo que “mueren niños, familias, todos los días, si nos vamos a quedar mirando televisión, vamos a estar llorando todos los días”. El abogado querellante sostuvo que “no intentan matar a un vicepresidente todos los días”, pero el testigo opinó que “si a la gente no le interesa la política, no le da relevancia”. Dio a entender que para él y sus colegas, el 1 de septiembre de 2022 fue solo un día más.
Retomando lo del papel hallado, escrito por él, sobre una regla de defensa relacionada con el uso de armas, volvió a decir que solía escribir dos veces, una vez en su cuadernillo y otra en una hoja suelta “para mejorar la caligrafía”.
En la audiencia se mostró el cuadernillo, aportado por el testigo, y el papel con la anotación, secuestrado durante el allanamiento realizado en noviembre de 2022, en el domicilio donde vivía Brenda. El mismo papelito estaba escrito por duplicado, uno adosado al cuadernillo y, el otro, el que fue hallado en la casa de la imputada.
El escrito hacía referencia a una regla establecida por el policía estadounidense Dennis Tueller. Esto es lo que decía la nota: “La norma establece que 21 pies, o lo que es lo mismo 6,4 metros de distancia, es la mínima para poder defenderse efectivamente con un arma de fuego ante una agresión con arma blanca”. La única variación es que, en el papel hallado, en lugar de “para poder defenderse”, dice “para poder sobrevivir”. Uliarte dijo que tomó nota de lo que dictaba el profesor sin nombre ni apellido. Dijo que el curso fue durante el 2022, pero no recordaba el mes. Para colmo, repetía lo mismo como loro y a veces respondía antes de que terminaran de hacerle la pregunta. Ante tanta desprolijidad, Ubeira le señaló: “Usted no recuerda el nombre del profesor, no recuerda el mes, no recuerda la asignatura. ¿Usted fue a clase realmente?,, le pregunto en serio”. El testigo se ofendió y planteó que lo que le dijo el abogado era “una falta de respeto” y le sugirió, si tenía dudas, que fuera a la sede policial ubicada en Puente 12. Y hasta hizo una comparación insólita: “¿Usted se acuerda de sus profesores de la primaria?”.
Ante tanto desatino, Aldazabal afirmó: “Nosotros advertimos una mentira del testigo, porque la segunda versión del escrito coincide exactamente con lo que dice una página de Internet que nosotros marcamos reiteradamente”. La presidenta del Tribunal intervino, una vez más, para señalar al testigo si entendía que es lo mismo “defenderse”, como decía en uno de los textos, que “sobrevivir”, como decía en el otro escrito. Uliarte sólo atinó a decir que hay palabras que “son iguales” porque “solo depende de la circunstancia”.
Ante la insistencia de Namer en el sentido de que no es lo mismo defender que sobrevivir, el testigo siguió ensayando un discurso enredado, confuso e insustancial, imposible de traducir en una crónica periodística.
Lo único cierto es que el texto que escribió en el papel “olvidado” en la casa de Brenda, es un extracto textual sobre las Reglas de Tueller que puede encontrarse en Wikipedia.
La pregunta del millón es ¿por qué Martín Uliarte escribió y dejó en casa de su prima hermana un texto referido al manejo de un arma de fuego, cuando según el testigo ellos solo hablaban de “películas y series de anime”. La posibilidad más cercana a la verdad es que el verdadero “profesor” haya sido el testigo, dándole un curso familiar de manejo de armas a una prima suya que, como está demostrado, se había mostrado en las redes sociales manipulando un arma de fuego. Según dijo Brenda a sus amigos y amigas, tenía un arma para defenderse de un exnovio violento. Nada mejor que las Reglas de Tueller.
En la audiencia, después de un nervioso cuarto intermedio, el testigo Uliarte terminó por reconocer que el texto que escribió es igual a lo que se dice en la página de Internet. Ubeira quiso saber si Brenda Uliarte le había avisado al testigo que se había “olvidado” el apunte. Luego de la respuesta negativa de Martín Uliarte, el querellante le señaló que hasta ese momento había “repetido 16 veces el ‘no recuerdo’”. El abogado agregó: “Me gustaría saber qué es lo que usted recuerda, porque son datos importantes para este juicio”.
El clima se fue poniendo cada vez más tenso y la presidenta del Tribunal le recordó al testigo que como primo de Brenda la ley le da la posibilidad de no decir nada que pueda incriminar a su familiar, pero que en lo demás “como testigo usted está obligado a decir verdad de todo lo que sepa y recuerde”.
Uliarte seguía caminando por la cuerda floja y el querellante Aldazabal, señaló una contradicción entre lo dicho en la audiencia y lo que declaró el testigo en la etapa de instrucción, el 5 de diciembre de 2022. Allí afirmaba que la regla de Tueller la escribió dos veces “porque todo lo escribo dos veces”. En la audiencia, después de redoblar el escudo del “no lo recuerdo”, dijo que la doble escritura de lo mismo ocurría “a veces sí, a veces no”.
Los querellantes solicitaron que el testigo se retirara un momento de la sala y solicitaron al Tribunal que se procese a Martín Uliarte por falso testimonio. Fueron varios los puntos, como el decir que como policía no le pareció trascendente enterarse del atentado contra una vicepresidenta de la Nación, al extremo de no acordarse de qué ocurrió el 1 de septiembre de 2022, ni siquiera ante el hecho concreto de que debía prestar declaración en cuestiones relacionadas con ese suceso. Nadie va a declarar a un juicio oral sin consultar y así recordar, los datos mínimos del tema sobre el cual tiene que exponer como testigo. Algo elemental, sobre todo “si el testigo es policía y no ferretero”, precisó Ubeira. La opinión de la querella fue que “el testigo ha mentido y lo hizo de la manera más evidente, dijo que había tomando notas sobre lo que le había dictado un profesor en la escuela de policía, pero hemos podido cotejar que esas notas son una mentira en razón de que fueron obtenidas a través de Internet”. Por otro lado, el testigo dijo que el día del atentado su prima lo llamó insistentemente, cuando en realidad sólo se comunicó con él una sola vez, mientras que él la llamó por lo menos dos veces ese día, la primera antes del atentado, a las 16.01, y después del intento de magnicidio, a las 21.27.
Los jueces del Tribunal Oral 6, resolvieron que el testigo siguiera declarando y que al finalizar decidirían sobre el pedido de la querella. En la reanudación de la audiencia, la fiscala Gabriela Baigún retomó el tema de las llamadas telefónicas entre el testigo y su prima, el día del atentado y los días subsiguientes.
Las llamadas, como se dijo, fueron tres el día 1 de septiembre: el testigo llamó a su prima a las 16.01, Brenda lo llamó a las 21.04, después del atentado, que ocurrió a las 20.55. Con posterioridad, el mismo día, fue Martín Uliarte el que llamó a su prima, en dos oportunidades, a las 21.27 y a las 21.38. Esas dos llamadas duraron 2,55 minutos la primera y 2,56 la segunda. El testigo solo hizo referencia a la llamada de Brenda, en la que le habría informado que Sabag Montiel había intentado matar a la vicepresidenta de la Nación. El testigo respondió lo usual, que no recordaba de qué hablaron con su prima. A pesar de tener ante sus ojos el registro de la PSA que afirma que él fue quien llamó a su prima, Uliarte insistió: “Yo recuerdo que me llamaron”. Se empeñó en rebatir una prueba inobjetable. Fiel a sus posturas alejadas de la verdad, Martín Uliarte ratificó: “Yo estoy seguro que me llamaron”.
El 2 de septiembre, el día siguiente al atentado, el testigo llamó de nuevo a su prima a las 11.44, pero tampoco recuerda lo que hablaron. “Usted estaba preocupado y no se acuerda lo que hablaron”, señaló la fiscala. “Bueno, tampoco soy su papá”, fue la respuesta del testigo, siguiendo una misma línea evasiva y sinuosa. La llamada de las 11.44 duró 3 minutos 29 segundos, pero el testigo dijo no recordar nada. Unos minutos más tarde, a las 11.52, tuvieron una nueva conversación que duró 11,29 minutos. El testigo admitió que le preguntó: “Seguro que no tenes nada que ver” con el atentado. Entre monosílabas y negativas, el testigo dijo que Brenda se declaraba “inocente”. El 3 de septiembre tuvieron otros dos contactos telefónicos “porque ella se sentía mal”. Cuando el defensor de Brenda le preguntó cómo definiría a la joven, el testigo respondió: “Tuvo una vida difícil, creo que está un poco trastornada”. Aclaró después que quería decir que es “fantasiosa”.