Como cada 24 de abril, descendientes armenios de Buenos Aires marcharon desde la Facultad de Derecho hasta la Embajada de Turquía, así como descendientes armenios en toda la diáspora lo hacen por el reconocimiento, la verdad y la justicia del genocidio perpetrado por el estado turco desde 1915 y durante la Primera Guerra Mundial. Se ha tomado este día como inicio del exterminio, por la noche en que se detuvo y asesinó a 250 dirigentes armenios residentes en Constantinopla.
Fotos: Nicolas Solo ((i)). Crónica por Miriam Djeordjian*
Al cumplirse 110 años del hecho se suma para este 2025 la exigencia al gobierno de Azerbaiyán de la presentación y liberación de los rehenes armenios secuestrados tras la guerra de usurpación en Artsaj, la región autónoma conocida también como Nagorno Karabaj. Se conocen el nombre de 23 prisioneros encerrados ilegalmente y rehenes, aunque se presume que la cifra asciende a un centenar. Al mismo tiempo, fueron desplazados de sus tierras ancestrales desde 2020, unos 120 mil armenios de Artsaj que se encuentran refugiados en Armenia. Esto ocurre, otra vez, frente al silencio de la comunidad internacional, y en especial de una Europa ávida del petróleo azerí.
Argentina es uno de los países de los 34 países y uno de los primeros en reconocer este genocidio. Recoconocer el genocidio armenio implica la aceptación formal de que las masacres sistemáticas y las deportaciones forzadas de armenios cometidas por el Imperio Otomano, entre 1915 y 1923, fueron un delito de exterminio premeditado desde el Estado Turco, es decir, que fue genocidio ya que de los dos millones de armenios que vivían en sus tierras ancestrales, las ¾ parte fue masacrada.
Fue el jurista polaco judío Rafael Lemkin quien instituyó el concepto de genocidio, sensibilizado con la historia de Soghomon Tehlirian un joven armenio integrante del operativo Némesis, que vengó la masacre en 1921, asesinó en una calle de Berlín a Talaat Pashá, ministro de Interior de Turquía y cerebro de los Jóvenes Turcos en la planificación del exterminio del pueblo armenio. No huyó, por el contrario se entregó y exigió tener un juicio que se hizo público. El hecho rompió el cerco mediático y permitió por primera vez en los medios del mundo denunciar el genocidio que el estado turco perpetró bajo la complicidad y el silencio de quienes veían en Turquía un potencial aliado geopolítico.
En 2007, además, fue declarado en Argentina el 24 de abril como el Día de Acción por la Tolerancia y el Respeto entre los Pueblos en conmemoración por esta lucha armenia por verdad y justicia.
Soy nieta de armenios sobrevivientes del genocidio perpetrado por Turquía desde fines del siglo XIX pero también soy mapuche en Wallmapu recuperando mis tierras usurpadas, soy palestina en la Franja de Gaza resistiendo la masacre sionista, tzotzil en los altos de Chiapas, soy tutsi en Ruanda, gitana nómade y andante por Europa, campesina camboyana en 1975 y también niña en la Selva del Peten, Guatemala. Soy la memoria de quienes defienden vivir en paz en las tierras de sus antepasados frente a la barbarie capitalista.
Ninguna excusa religiosa, étnica, política, sexual o económica justifica planificar la eliminación de otros y otras, la persecución, la cárcel. Por eso muchos descendientes armenios seguimos repitiendo que un genocidio negado, es un genocidio que se repite. Por eso seguimos marchando con quienes buscamos Memoria, Verdad y Justicia por un mundo solidario y en paz.
¡Exigimos al gobierno azerí la presentación y liberación de todos los rehenes armenios de Artsaj-Karapaj ya!
* Miriam Djeordjian es feminista autónoma antirracista, activista socioambiental y comunicadora popular, nacida en Buenos Aires, nieta de cuatro abuelos armenios sobrevivientes de este genocidio.