La invasión de Putin a Ucrania, que cumplirá próximamente ocho meses, ha puesto en relevancia la profundidad de la crisis del sistema capitalista imperialista. Han subido los precios de la energía, de los alimentos; se avecina una posibilidad de una recesión global; crece la inflación en todo el planeta, crece la desigualdad social y se agrava la crisis ambiental.
La guerra en Ucrania no ha hecho más que profundizar o echar leña al fuego a la crisis capitalista que venía de antes. Porque no es con la guerra en Ucrania que los pueblos del mundo sufren hambre, desocupación, mayores grados de miseria y de saqueo de las multinacionales.
¿En qué punto está hoy la guerra?
Cuando el 24 de febrero Putin anunció la invasión, creía que iba a durar pocas semanas y ya se consideraba ganador. A tal punto que también el imperialismo norteamericano y europeo lo consideraba así que Macron y Biden le llegaron a ofrecer a Zelensky apoyo para irse de Ucrania. O sea que le sugerían que se rindiera.
Sin embargo, pasados más de 7 meses, Putin y sus tropas están en retroceso. En septiembre-octubre la contraofensiva ucraniana ha recuperado casi 8 mil km de territorio y puso a Putin contra las cuerdas. El mundo se sorprendió de la retirada desordenada de las tropas rusas. Tal fue el apresuramiento que dejaron en el camino abandonadas armas, cajas de municiones, tanques y vehículos. Las tropas de Ucrania llegaron a retomar en su recuperación, pueblos y ciudades, llegando a estar instalado nuevamente a casi 3 km de la frontera rusa. Otra derrota importante rusa fue la retomada ucraniana de la ciudad de Limán, el primero de octubre, un nudo ferroviario que estaba en manos de las tropas rusas. Limán está ubicada en la región del Donetsk que acababa de ser declarada por Putin como anexada a Rusia. Esto agudizó la crisis política de Putin. Al punto que el líder de la república rusa de Chechenia, Ramzán Karidov, habló de “traición” e instó a usar “armas nucleares de baja potencia” en Ucrania. Para peor, el 8 de octubre, Rusia sufrió otro revés con sorpresiva voladura del puente que une Crimea, anexada en 2014, con Rusia que había sido inaugurado por Putin en 2018.
La causa del giro de la guerra y el factor moral
La moral en una guerra es muy importante. Es muy importante el armamento, pero también la moral de los combatientes. El factor moral siempre estuvo del lado del pueblo ucraniano. Un pueblo que se unió para defender a su país, sus tierras, sus casas, de la invasión de una potencia capitalista que quiere dominarlo. La causa del giro de esta guerra está en la fortaleza y la unidad de la resistencia militar y popular ucraniana.
Desde un primer momento crecieron los informes de la baja moral de las tropas rusas. Abundan los informes de deserción. Los soldados rusos no creen en el discurso de Putin que invadirán para derrotar al nazismo y para liberar al pueblo ucraniano. Por eso son opuestas las imágenes en Rusia y en Ucrania. Mientras en Rusia la juventud huye del país ante la convocatoria de nuevos 300 mil reservistas, en Ucrania desde el primer momento se sumaron miles y miles de mujeres y jóvenes voluntarios a las filas para luchar. Las mujeres hacían bombas molotvs y los sindicatos sumaban trabajadores y trabajadoras a las fuerzas territoriales.
Por eso desde el primer momento los socialistas revolucionarios de la UIT-CI apoyamos la causa justa del pueblo ucraniano. En esta guerra no somos neutrales. De un lado está una potencia capitalista, un imperialismo como el ruso; y del otro lado está la nación ucraniana que es un pueblo explotado y una semi colonia. Apoyamos la resistencia ucraniana sin dar ningún apoyo político al gobierno capitalista de Zelensky y diciendo siempre No a la OTAN. Apoyamos haciendo una campaña y recolectando medicamentos y todo tipo de ayuda que una delegación de la UIT-CI llevó y entregó en Kiev a la izquierda y al sindicalismo combativo de Ucrania.
Las derrotas militares provocan una crisis política en Rusia
El retroceso militar ruso ha provocado por primera vez una crisis política en Rusia. Tanto del lado de lo que se llaman los “halcones, la derecha más reaccionaria que acusa a Putin de débil en su accionar en Ucrania como de los sectores que se oponen a la invasión. Lo que es más importante es la reacción de los sectores populares contra la convocatoria forzada de 300 mil reservistas. Miles y miles salieron a las calles en toda Rusia, en más de 40 ciudades. La represión llevó a más de 1500 detenidos. Putin en medio de la crisis, respondió convocando a referendos fraudulentos para anexar las zonas ocupadas. O sea son “elecciones” a punta de ametralladora. De esta forma anunciaron que “lograron el 90% de los votos” y que las regiones del Donbass (Lugansk y Donetsk), Jerksón y Zaporiyia, donde está la central nuclear, son parte de Federación rusa. Con esto pretenden después declarar que son atacadas estas regiones, estarían atacando a Rusia.
Este gesto de Putin ya sufrió un golpe con la posterior toma de Limán, en la regional del Donetsk, que se suponía “anexada”. A esto se sumó la voladura del puente de Crimea. Lo que derivó en la caída del jefe de las fuerzas rusas y que lanzaran bombardeos sobre la capital Kiev y otras ciudades.
Han dejado trascender que no descartan el uso de armas nucleares. Cosa que los revolucionarios y los pueblos del mundo tenemos que repudiar, porque además existe el peligro que a este accionar criminal se sume el imperialismo norteamericano, europeo y la OTAN y se genere una guerra más amplia que va a afectar a los pueblos del mundo y a toda la humanidad. Como socialistas revolucionarios sostenemos que el dilema sigue siendo “Socialismo o catástrofe”.
En esa lucha estratégica, desde la UIT-CI seguimos reivindicando que la única alternativa para parar todo esto es apoyar la resistencia militar y popular del pueblo ucraniano para derrotar la invasión de Putin. Y ahora sumamos el apoyo a las protestas y movilización de la clase trabajadora, la juventud y el pueblo de Rusia contra la convocatoria de miles de reservistas, contra la guerra y por la libertad de los presos políticos.
La guerra y la crisis de la economía capitalista mundial
Indudablemente al compás de la invasión a Ucrania, la economía mundial capitalista está sufriendo un temblor tremendo. Todos los datos marcan un nuevo retroceso en los indicadores y los pronósticos del propio imperialismo. El FMI, por ejemplo, dice en su último informe que “es posible que el mundo pronto se tambalee al borde de una recesión global”. Los datos confirman el pesimismo imperialista y de las patronales del mundo. Estados Unidos y la Unión Europea (UE) lideran una inflación que se está extendiendo en todo el planeta. El euro cayó a un nivel más bajo frente al dólar, la libra esterlina inglesa se acaba de tambalear y cayó al valor de hace 50 años, de 1971. Alemania que es la economía capitalista cabeza de la UE, se estancó y creció 0% en el último trimestre. El Banco Mundial acaba de decir que China dejará de ser la locomotora económica del Asia por primera vez desde 1990.
Todo esto está provocando una profundización de la caída del nivel de vida de las masas en el mundo. El hambre no dejó de crecer, antes de la invasión a Ucrania, la ONU declaraba que en el 2021 había 828 millones de personas que padecen hambre, y 2300 millones estaban en situación de seguridad alimentaria. O sea, estamos hablando del 30% de la población mundial.
La guerra de Ucrania ha provocado un aumento sideral de los precios de la energía y de los alimentos. Esto, indudablemente, ha creado nuevas situaciones de hambruna en el seno del África, en Burkina Faso, y en otros tantos lugares. Pero lo más sintomático de la gravedad de la crisis del capitalismo que lleva al deterioro de los países del mundo es que esa crisis ha llegado a los países imperialistas. Un ejemplo de la crisis y de lo que van a sufrir o están sufriendo el proletariado y los sectores populares, es el Reino Unido. Las tarifas del gas y electricidad aumentaron entre julio y septiembre un 140%, cosa que le está planteando a los sectores trabajadores y más populares la imposibilidad de pagar las tarifas. Incluso está creciendo un movimiento que se llama No Pague!. Se calcula que el 40% de los hogares del Reino Unido no podrán calentar sus hogares adecuadamente para el invierno, que para el hemisferio norte comienza en diciembre. Se trata nada más y nada menos de 28 millones de personas en el Reino Unido. Y tal es la crisis que uno de los programas más populares de la televisión inglesa, se llama The Mornings, que hace sorteos con una especie de ruleta que siempre sortea heladeras, electrodomésticos, televisores, ahora ha cambiado los premios y sortea pagar de tres a 6 meses y hasta un año las tarifas de gas y electricidad de los ganadores.
Pero no todos sufren los tarifazos en el Reino Unido, los que disfrutan son las empresas privadas de energía. Se las conoce como las Seis Grandes, que llegan a tener ya una tasa de ganancia del 40%. Se trata de empresas, como ha pasado en Sudamérica y en otros lados del mundo, que fueron privatizadas en la década del 80 por Margaret Thatcher. Y esto se produce en el marco de un festival de las super ganancias de las multinacionales energéticas, como el caso de la anglo-holandesa Shell que ha tenido ganancias récord en el segundo trimestre de 11.500 millones de dólares, la norteamericana Exxon Móvil que llegó a 17600 millones de dólares, o la francesa Total que llega a acumular solo en el segundo trimestre de 2022, 9800 millones de dólares.
Crecen las huelgas en Europa y las rebeliones populares en el mundo contra la caída del nivel de vida
Pero lo más destacable para los socialistas en la coyuntura mundial es que la clase trabajadora y los pueblos salieron a enfrentar esta ofensiva de los gobiernos capitalistas en el planeta. Justamente uno de los lugares de esa lucha es en el Reino Unido, donde el gobierno de Liz Truss del partido conservador, que acaba de asumir. Justamente el último acto de la reina Isabel II fue confirmarle que ella es la nueva primer ministra que reemplaza Boris Jhonson que tuvo que renunciar por las protestas sociales. Truss lanzó un plan de ajuste que se basa, para una supuesta recuperación de la economía, es quitar los impuestos a todas las grandes empresas y a los ricos.
Es tal la gravedad del ajuste y el peligro que eso encierra para los capitalistas que, insólitamente, el gobierno de los Estados Unidos y el FMI le han mandado una carta solicitando al gobierno inglés que retroceda en este plan, diciendo (el FMI, no la izquierda) que “aumentaría peligrosamente la desigualdad social” en Reino Unido. A la semana el gobierno dio marcha atrás al quite de impuestos a los ricos. En el Reino Unido lo que se prepara es un octubre caliente de huelgas, que fueron solo suspendidas por la muerte de la Reina Isabel II. Pasados estos feriados se preparan nuevas huelga. Una de las más llamativas es la de las enfermeras del sistema nacional de salud, que por primera vez en la historia irían a una huelga en octubre. Y ya se preparan para retomar las huelgas de los ferroviarios y de los trabajadores del metro. En Bélgica hubo huelgas y marchas contra la carestía de vida y por aumento salarial el 20 de septiembre y ya anunciaron los sindicatos la preparación de una huelga general para noviembre. En España crecieron las huelgas un 20% respecto al 2021. En Francia se produjo una huelga de los obreros de las refinerías de petróleo reclamando un aumento de salarios. En Berlín y Roma hubo marchas contra la inflación.
Meses atrás conocimos la gran insurrección popular de Sri Lanka que derribó a un régimen dictatorial de años. Estuvo la rebelión del movimiento indígena de Ecuador contra el aumento de la gasolina. Las huelgas en Panamá. En Argentina se dio y triunfó una heroica huelga de los obreros del neumático por su salario encabezado por el SUTNA, sindicato combativo y antiburocrático. También hubo huelga de los docentes y médicos residentes. En Venezuela volvieron las protestas sindicales contra el gobierno de Maduro. Y se produjo una nueva rebelión popular en Haití contra el aumento del combustible.
Una gran rebelión de mujeres en Irán pone al régimen teocrático contra las cuerdas
Lo más sobresaliente es que en Irán surgió, desde el 16 de setiembre, una gran rebelión de las mujeres y del pueblo iraní, en repudio al crimen policial de la joven Mahsa Amini, que había sido detenida acusada de usar mal el velo. Pero para sorpresa del régimen teocrático dictatorial de Irán, miles y miles de mujeres salieron a las calles en todo el país, se cortaban el pelo públicamente y se sacaban el velo. Pero estas protestas se extendieron a los hombres, a trabajadores y a sectores populares, que se movilizaron en todo el país. Llegó a haber huelgas en varias ciudades y asambleas y sentadas estudiantiles De esta manera se fueron uniendo trabajadores, mujeres, estudiantes y sectores populares. Y pese a la criminal represión del régimen de Irán, que ya lleva más de 60 muertos, la rebelión no se ha detenido. Lleva un mes y se rebelan ya no solo contra el patriarcado y el uso del velo, sino que se grita “muerte al dictador” y al ayatollah Khameini. La UIT-CI se suma a esta solidaridad internacional en apoyo a las mujeres y el pueblo de Irán.
La crisis capitalista golpea en todos los rincones del mundo. La tarea de los trabajadores, de las trabajadoras, de los pueblos, es apoyar las luchas, estas rebeliones, estas huelgas, bajo el lema de “que la crisis la paguen los capitalistas y no las y los trabajadores”. Y frente a eso, desde la UIT-CI hacemos un llamado a un plan de acción unitario en cada país e internacional para reclamar y lograr planes económicos de emergencia obreros y populares, por la estatización de las empresas de energía bajo el control de las y los trabajadores y usuarios. Para imponer altos impuestos a los grandes grupos empresarios y financieros; por el no pago de la deuda. Para con todas estas medidas lograr revertir y lograr un aumento de salario de emergencia y trabajo digno para toda la clase trabajadora. Esto es lo que hoy está en debate como parte de un proceso de lucha mundial contra el imperialismo, las multinacionales y sus planes de ajuste.
11 de octubre de 2020
Miguel Sorans
Miembro de la dirección de la UIT-CI ( Unidad Internacional de Trabajadoras y Trabajadores – Cuarta Internacional)