Fue publicado en el Boletín Oficial el Decreto 683/2018, anunciado por el Presidente Macri en un acto realizado en Campo de Mayo, por el que se procede a la reforma del Sistema de Defensa Nacional, otorgándole a las Fuerzas Armadas injerencia en cuestiones de seguridad interior. Este anuncio, además de repudiable en todo sentido, resulta tremendamente simbólico por haberse realizado en Campo de Mayo, en donde numerosas organizaciones de Derechos Humanos, incluyendo el SERPAJ, han venido trabajando desde hace mucho tiempo y concienzudamente para desempolvar los rastros de lo que otrora resultara ser un temible Centro Clandestino de Detención.
A pesar de la negativa oficial, todos somos conscientes de lo que significa que las FF.AA. puedan internamente “custodiar los objetivos estratégicos” y enfrentar algo que se parezca a un “enemigo interno”. Es una forma elegante de expresar más represión interna.
Y por qué decimos represión, porque toda la política económica que está llevando a cabo el gobierno nacional, no hace más que cosechar rechazos, protestas y movilizaciones; y como el Ejecutivo ahora de la mano del FMI va a continuar con el ajuste, llámese tarifazos, despidos, inflación, la respuesta popular va a ser de más protestas. Esto traerá aparejado la represión interna que nos referimos.
Se dice que las Fuerzas Armadas serán empleadas para luchar contra los “desafíos y amenazas” del siglo XXI : el narcotráfico y el terrorismo. Pero tendríamos que cotejar con ellos, entre otras cosas, a qué consideran terrorismo, porque el gobierno les dice terroristas por ejemplo a los mapuches u otros indígenas que cometen el delito de defender su territorio.
Si una de las consecuencias más palpables que dejó la última dictadura militar fue la vulneración de los derechos humanos, por justificar la represión a la figura que se creó en ese entonces, denominada “enemigo interno”, ¿porqué ahora habría de ser diferente?
Con todo esto, el actual gobierno no sólo hecha por tierra los compromisos que desde que se restauró la democracia se lograron en nombre del respeto a los Derechos Humanos, sino lo que también resulta vergonzoso, es su alineación con las doctrinas elaboradas por Washington, que por supuesto tendrán su representación concreta a través de las bases norteamericanas que se pretenden instalar.
Por todo esto, no podemos menos que sumarnos al repudio generalizado y llamamos al compromiso colectivo y de los representantes políticos, sociales y legisladores en general a constituir un frente activo de lucha contra este verdadero atropello a la democracia que tanto esfuerzo ha costado conseguir.
Servicio Paz y Justicia
25 de julio de 2018
Fuente: http://serpaj.org.ar/?p=1097