Cuando se dice que los campesinos alimentan al mundo no es una exageración. De acuerdo con datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), hasta 2014, la agricultura familiar producía alrededor del 80% de los alimentos en el mundo.
Asimismo, el ‘Memorándum de Berlín sobre medios de vida sostenibles para pequeños agricultores’ de 2015 señala que los campesinos “juegan el papel más importante en el mundo de los alimentos y la seguridad alimentaria, ya que producen la mayor parte de los alimentos de los países en vías de desarrollo, incluyendo el 70% de cereales, tubérculos, frutas y verduras”.
El documento explica, además, que mientras los monocultivos a escala industrial están orientados al fortalecimiento de la producción y a la distribución masiva, los campesinos necesitan menos energía fósil, demostrando por varias generaciones su capacidad para proporcionar una nutrición saludable y mantener intactos los ecosistemas.
Por ello, “los pequeños productores, siendo una gran parte de la población, reclaman su oportunidad de ser los principales contribuyentes del bienestar, soberanía y capacidad de recuperación de su país”.
De esa demanda también se hace eco Martín Ávila, titular de la Confederación de Pueblos, Organizaciones Indígenas y Campesinas del Ecuador (FEI) en Guayas: “Tenemos claro el horizonte, sabemos que para impulsar la economía rural, nuestras asociaciones adherentes deben, en primer lugar, acceder a la tierra”. De las 67 organizaciones de agricultores que pertenecen a la FEI a escala nacional, 62 aún no tienen tierras.
Poca tierra, gran producción
Dicho pedido contrasta con los datos que José Graziano da Silva, director general de la FAO, proporcionó cuando inauguró el Año Internacional de la Agricultura Familiar en 2014: las familias agricultoras ocupaban entre el 70% y 80% de las tierras agrícolas mundiales.
No obstante, para Grain, una organización internacional sin fines de lucro que trabaja a favor de campesinos, pequeños agricultores y movimientos sociales, estos datos son reprochables debido a que anulan la posibilidad de discutir sobre la necesidad de reformas agrarias o la redistribución equitativa de la tierra. Grain pregunta: “Si la mayoría de la tierra de cultivo está en manos campesinas, ¿por qué existen tantas organizaciones campesinas e indígenas que claman por redistribución de tierras y reforma agraria?”.
Por esta razón la organización hizo un examen “más profundo” para determinar cuáles de estos datos eran ciertos y cuáles no. Denominó al estudio ‘Hambrientos de tierra’ (2014), ya que corroboró que los indígenas y campesinos alimentan al mundo con menos de un cuarto de la tierra agrícola mundial; en la última década las fincas grandes habrían acumulado más tierras, expulsando a pequeños y medianos agricultores.
Entonces, a pesar de la “invasión de las megafincas” y los escasos recursos, los campesinos “están alimentando al mundo”.
En el caso de Ecuador se basa en los datos del Censo Nacional Agropecuario de 2000 del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) que expone que casi el 56% de los agricultores son pequeños y tienen menos del 3% de la tierra.
Sin embargo, producen más de la mitad de las hortalizas; 46% del maíz; más de un tercio de los cereales; más de un tercio de las legumbres; 30% de las papas y 8% del arroz.
¿Cómo lograr un justo desarrollo agropecuario?
El informe de la FAO sobre el estado mundial de la agricultura y la alimentación de 2015, señala la importancia de la creación de programas dirigidos a la protección social para romper con el ciclo de la pobreza rural y la inseguridad alimentaria.
Esto tomando en cuenta que, según el Banco Mundial, hasta 2015 la población rural en el mundo ascendía al 46%. Mientras que en Ecuador representaba el 36%.
Entre algunas de las recomendaciones de la FAO está la reactivación de la economía local con mercados populares. En ese sentido, la FEI se ha propuesto una meta: inaugurar el primer mercado popular en el cantón Marcelino Maridueña en la provincia de Guayas.
Para ello han iniciado un proceso para ocupar el antiguo comercial Llerena (foto), ubicado en el centro de ese cantón y que está en manos del Servicio de Gestión Inmobiliaria del Sector Público; sin embargo, consideran que este se ha demorado.
Su motivación es independizarse de los grandes empresarios y vender directamente su producto a los consumidores.
Desean “cerrar el círculo productivo”, no con ánimo de lucro, sino con facilidades para las personas que acceden al bono solidario. Desean entonces replicar esta iniciativa en todo el país. (I)
DATOS
Según Grain, en Argentina solo entre 2002 y 2008 el número de fincas disminuyó en 18%.
Chile, entre 1997 y 2007, perdió el 15% de sus fincas, pero las de mayor tamaño (más de 2 mil hectáreas) se incrementaron en el 30% y duplicaron su tamaño desde 7 mil a 14 mil hectáreas por finca.
En Uruguay, solo desde 2000, el número de fincas cayó en 20% afectando a las fincas pequeñas las que disminuyeron su número en 30% y perdieron el 20% de la tierra.
Fuente: http://www.albatv.org/La-agricultura-familiar-produce-el.html