Con el propósito de generar instancias de trabajo, reflexión y colaboración entre Chile y Argentina en torno al trabajo de los sitios de memoria, la Comisión Provincial de la Memoria (CPM) y la Unidad de Memoria y Derechos Humanos del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio de Chile organizaron los encuentros trasandinos de sitios de memoria del Cono Sur. Intercambio de experiencias formativas y culturales. Sentidos y aportes para la gestión en los sitios de memoria. La actividad contó también con el auspicio de la Secretaría de Derechos Humanos de la provincia de Buenos Aires.
(Programa Investigación CPM) Con la presencia de 140 referentes de más de cincuenta sitios de memoria de diversos lugares de la Argentina y 15 de Chile se llevó a cabo el encuentro que tuvo como ejes de discusión la gestión en los sitios, las diferentes tareas que se llevan adelante con relación a la pedagogía de la memoria y las propuestas culturales y representaciones.
A través de las actividades del Encuentro se pusieron de manifiesto las experiencias que muchas veces presentan diferencias, pero también puntos de contacto: varias de ellas fueron creciendo y consolidándose aún en escenarios de falta de políticas públicas para su institucionalización.
Los objetivos que persigue cada espacio, las actividades que vienen realizando y lo que falta. El rol del Estado y las organizaciones de la sociedad civil, las posibilidades y las formas de gestión, las formas de narrar el pasado, a quiénes, de qué manera, el rol de las nuevas generaciones. La importancia de los sitios de memoria como una herramienta para pensar y problematizar el presente fueron algunas de las claves que marcaron el Encuentro.
Lugares en disputa
Entre las experiencias chilenas se puso de manifiesto que muchos de los lugares que hoy son sitio de memoria pertenecían a partidos políticos, eran lugares de militancia o de reunión de trabajadores y la dictadura de Pinochet los utilizó como centros clandestinos de detención y tortura.
En el marco de la medida de gobierno N 29 del gobierno de Salvador Allende se puso en marcha la construcción de un lugar para el descanso de trabajadores chilenos. Se buscaron las mejores playas y lugares turísticos y se construyeron 16 conjuntos de cabañas. Uno de ellos fue el Balneario Popular Rocas de Santo Domingo.
Con la llegada del golpe, miembros de diferentes ramas de las fuerzas armadas, de Carabineros y de la Policía de investigaciones recibieron instrucción sobre métodos de interrogación y tortura para conformar la Dirección Nacional de inteligencia (DINA). Años más tarde, Manuel Contreras, director de la DINA, destinaría parte del balneario para veraneo de su personal mientras el resto de las instalaciones operaban como centro de detención y tortura de presos políticos.
En 2014 y como una manera de hacer frente a la demolición del balneario nace la Fundación por la memoria San Antonio. A raíz de su trabajo el Consejo de Monumentos Nacionales aprobó la solicitud de declaratoria de Monumento Histórico y a partir de ese momento trabajan para contribuir a la preservación dela memoria local con charlas, cursos, eventos artísticos culturales y la difusión de materiales escritos y audiovisuales.
Una de las sobrevivientes de ese centro clandestino es Ana Becerra Arce, ex prisionera de Rocas de Santo Domingo, quien participó del encuentro. “Nosotros venimos investigando el predio desde los años 80, tratando de recopilar antecedentes y nos costó mucho lograr demostrar lo que había pasado porque era uno de los lugares bien escondidos de la dictadura”, cuenta Ana. “Recién a los 40 años del golpe cuando el periodista Javier Rebolledo presenta su libro y da a conocer la investigación nosotros tenemos los suficientes datos y antecedentes como para poder demostrar la existencia por la falta de testimonios, porque no hay casi sobrevivientes de ese predio”, explica. “Y ahí empieza la lucha de la recuperación”. Ahora, dice emocionada, “nuestro mayor sueño es que desde las cenizas de una escuela de tortura nacerá una escuela de derechos humanos, que espero estar viva para verlo”, concluye Ana.
Varios de los sitios chilenos siguen este proceso de lucha colectiva –a través de diferentes agrupaciones de ex detenidos, familiares, compañeros de desaparecidos y asesinados por la dictadura- para ser reconocidos como monumentos históricos y sitios de memoria y poder llegar a habitar los espacios. Es el caso, por ejemplo, de la Ex Cárcel del Buen Pastor, donde estuvieron prisioneras durante la dictadura de Pinochet, entre los años 1973 y 1975, mujeres, niñas y niños, en la localidad de La Serena.
En 2013, al cumplirse 40 años del golpe en Chile, la agrupación de Ex Menores Víctimas de Prisión Política y Tortura pudieron realizar una visita al lugar, que hoy en día es monumento histórico en la categoría violaciones a los derechos humanos de mujeres y niñas-niños. Quienes pasaron por allí emprenden la lucha por tomar posesión del lugar, mientras realizan actividades para dar visibilidad a lo que allí aconteció.
Desde Chile reivindicaron el rol de la Unidad de Memoria y Derechos Humanos del Ministerio de las Culturas por apoyar la creación y las diversas actividades que atañen a los sitios. Aunque manifestaron la falta de una política pública que posibilite su existencia y en ese sentido sehabló de las diferencias con respecto al rol que tomó el Estado en la Argentinapara la creación de sitios de memoria y llevar adelante los procesos de memoria, verdad y justicia.
Francia Jamett Pizarro, encargada de la Unidad de Memoria y Derechos Humanos del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio dijo que se reconocieron entre mil y 1150 lugares que fueron ocupados para la violación de derechos humanos durante la dictadura cívico militar. “De esos muchos han sido destruidos, muchos vendidos a particulares, otros están en manos todavía delas fuerzas armadas, o tienen una indeterminación de la propiedad, muchos son de propiedad fiscal, muchos no existen. Los que tienen financiamiento del Estado del mismo Ministerio delas Culturas son alrededor de 40”. En base a ese número Jamett Pizarro expresó que “falta muchísimo, porque el Estado no ha sido proactivo, más bien lo hecho es en torno a la demanda de las propias agrupaciones, entonces aun queda muchísimo por identificar, señalizar y gestionar”, y agregó que “aunque no tengan la administración no implica que no puedan asistir, son pocos los que no pueden ir. Generalmente están marcados cuando son declarados, se pone una placa, lo que hace que la ciudadanía pueda reconocer lo que pasó ahí. Se hacen distintas actividades, homenajes artísticos, culturales, con lo cual está siempre presente el sitio de memoria: investigaciones, libros, obras de teatro. Sobre el sitio hay gestión, fundamentalmente gestión cultural”.
Cómo contar. Las narrativas en tres dimensiones
Para quienes trabajan en estos espacios son constantes las preguntas por la pedagogía dela memoria. Cómo contar la historia, qué contar, a quiénes y para qué, cómo usar el espacio como recurso pedagógico.
Desde el espacio para la memoria La Perla, de Córdoba, Argentina, indicaron que apenas tomaron contacto con el lugar, se trató de pensar de qué forma habitar el espacio, ver cómo hacer para que el lugar se vuelva más humano y generar criterios de intervención, para lo cual los testimonios cumplieron un rol fundamental.
Como aparece en otras experiencias, el hilo narrativo fundacional está representado en dar cuenta cómo funcionó el CCD y cómo fue posible aquello que sucedió allí. Luego, sobre ese hilo narrativo se construyeron otros relatos museográficos que son temáticos, sobre preguntas por el propio sitio, como también con las demandas que surgen de las distintas situaciones, de lo que ocurre en el contexto. De esta manera, otra de las ideas que circularon es que las propuestas pedagógicas se nutren de las demandas de las y los visitantes, y de los propios actores con los que se trabaja en el Sitio.
A la hora de hablar del rol que cumplen los sobrevivientes en los sitios de memoria, desde el Espacio para la memoria, promoción y defensa de los Derechos Humanos exEsma ejemplificaron con una experiencia que se vivió en 2017, cuando el cuerpo de Santiago Maldonado aún no había aparecido. En esa oportunidad, en una de las jornadas que se realizan semanalmente y se denomina La visita de las cinco, un grupo de sobrevivientes tomó la palabra y se fueron presentando uno a uno, diciendo su nombre, precisando cuándo habían estado detenidos allí, y reclamando por la aparición con vida de Maldonado. Así, La visita de las cinco, “se convirtió en un hecho político”, resumió uno delos trabajadores del lugar. “El ejercicio de memoria es algo que hacemos desde el presente y con las herramientas que tenemos se trata de poder interpelar a los visitantes de alguna manera”, definió.
Cómo fue posible el terrorismo de Estado, cómo ocurrió allí la tortura y el exterminio –muchas veces en lugares ubicados en pleno centro de las localidades-, qué lugar ocupaban esos recintos dentro de los circuitos represivos. Quiénes estuvieron detenidas y detenidos, qué hacían, qué costumbres tenían. Qué sentido tiene historizar estos espacios, son preguntas que desde una propuesta pedagógica se trata de responder.
Desde el espacio Archivo Provincial por la Memoria. Ex Centro de detención Departamento de informaciones de la Policía de la provincia de de Córdoba (D-2), Roberto Martínez expresó: “traigo una frase de Héctor “Toto” Schmucler, él decía que cuando se habla de recuperar espacios, y, en este sentido, historizarlos, darles un lugar en la historia, en realidad lo que estamos poniendo en función es una memoria previa. Si no hay esa memoria previa por la cual señalamos el espacio como digno o necesario para que se funde una memoria, el espacio se borra. Es decir, en la sucesión de hechos automáticamente no es el espacio el que produce memoria sino la memoria la que produce el espacio y después esto se va a multiplicar”.
Roberto señaló que los núcleos del relato de la D2 son tres memoriales: la huella digital con los nombres delos desaparecidos, las fotos de los desaparecidos que se cuelgan los días jueves y el memorial de abuelas con los foquitos. “Cada vez que aparece un nieto o una nieta se enciende un foco y creo que todas esas lámparas por prenderse son el desafío del que habla el “Toto” Schmuclerde multiplicar: o sea, la dimensión temporal del futuro”, cerró Roberto.
Recorrida por los sitios. Un lugar, un nombre
El segundo día del encuentro se realizó un recorrido por cinco sitios de memoria. Se comenzó por el ex CCD Pozo de Quilmes, luego el Destacamento de Arana y Comisaría 5ª. De allí a la Casa Mariani Teruggi, para finalizar en el ex BIM III.
Los primeros tres sitios se enmarcaron en lo que se conoció como el Circuito Camps, que abarcaba centros clandestinos de detención de nueve partidos del Conurbano bonaerense, -entre ellos La Plata y Quilmes-que estaban ligados entre sí, y recibió ese nombre por quien estaba a cargo, el general Ramón Camps.
En el caso del ex BIM III se dio a conocer a las y los participantes cómo operó la Fuerza de Tareas 5, a cargo de la Armada, en los partidos de Berisso y Ensenada, donde se encontraba uno de los mayores cordones industriales de la época.
“Yo soy una ex detenida desaparecida, estuve en una cárcel, sufrí torturas y lo que me representó el circuito de hoy es que para mí eso tiene nombre. Entonces en un lugar estuvo mi hermana, en otro lugar estuvo mi cuñado, en otro lugar estuvo Graciela, y bueno, eso me pasó”, dijo Araceli Gutierrez, que asistió al encuentro en representación del sitio Monte Pelloni, Olavarría, con relación a la recorrida por los lugares de memoria.
“¿Qué reflexión me deja este encuentro? Que tenemos historias en común, dolores en común y grandes desafíos”, dijo a su turno Yelena Monroy Rodríguez, de la Agrupación de Ex Menores Víctimas de Prisión Política y /o Tortura de La Serena. Siguiendo la línea de lo que expresado por Araceli reflexionó: “Tenemos que aprender precisamente a hacer eso, a nuestros sitios colocarles no sólo el nombre de las personas que estuvieron ahí, -que esa es como la primera etapa que tenemos que hacer-, sino también ponerles el rostro, porque a nosotros nos pasa en Chile que nadie se lee el Informe Rettig, nadie se lee el Informe sobre Prisión Política y Tortura, porque somos una lista de nombres con una cédula de identidad al lado que no dicen nada. Pero si a cada sitio nosotros le colocamos nuestros nombres y nuestros rostros para las futuras generaciones somos presente, porque somos personas. Lo mismo para los detenidos desaparecidos, para los asesinados políticos en dictadura o ejecutados políticos”, expresó Monroy Rodríguez.
Desde el Espacio para la memoria, defensa y promoción de los derechos humanos. Ex comisaría primera de Pergamino están trabajando para conformar el espacio, que fue un centro clandestino durante la dictadura y donde en democracia, en marzo de 2017, se produjo la muerte de siete jóvenes que estaban detenidos allí. “Nos llevamos de todos los lugares y de nuestros hermanos y hermanas chilenas el aprendizaje que nos pudieron dar, y gracias a la CPM por tenernos en cuenta y acompañar este proceso”, dijo Karina Gorordo, una de las integrantes del espacio.
Cristina Gramajo, la mamá de uno de los siete jóvenes víctimas dela masacre que aconteció en 2017 expresó: “A veces pienso que las palabras que utilizamos no son las exactas, porque me voy contenta de haber aprendido, porque cada vez que se realizan estos encuentros una abre más la cabeza, no se encierra en el uno y pasamos a ser nosotros, nosotros como sociedad que hemos sufrido tal o cual cosa, y nosotros tenemos el desafío de que esto cambie. Es eso lo que me llevo, de todos aprendí algo y de esta manera me ayudan a sanar”.
Por el pasado y por el presente
A modo de conclusión Francia Jamett Pizarro habló de que aún queda mucho por hacer: “Nos quedan las memorias poblacionales, las memorias de las mujeres que fueron muy importantes, del año 1983 hasta 1986, hasta el atentado a Pinochet, hubo un movimiento social popular de protesta, de insurrección popular que todavía tenemos que rescatar. Así que todavía seguimos, todavía cantamos…”.
Por su parte el secretario de la CPM, Roberto Cipriano García, reflexionó sobre todo el aprendizaje que surge del intercambio, a través del cual se ve “una trayectoria de lucha, de compromiso por la transformación de la sociedad”. Y más allá de las preguntas y los debates que se pueden seguir generando en torno a la temática apuntó al acuerdo que hay acerca de la función indispensable que hoy cumplen los sitios de memoria para construir una sociedad mejor: “hay un acuerdo de que los sitios tienen que ver con el recuerdo de lo que pasó para que esa memoria no muera, pero también los sitios son lugares de disputa por el presente, por las violaciones de derechos humanos que hoy acontecen en nuestros países, que son graves, que son profundas, que son sistemáticas”.
En la misma dirección la directora general de la CPM, Sandra Raggio, definió a los sitios como una alternativa para la transformación de la sociedad: “Hay muchos espacios que nos vamos apropiando, que vamos transformando, entonces no podremos el todo pero podemos ir, de alguna manera, de abajo hacia arriba transformando. Los sitios son eso, son una expresión clara de la transformación. Una materialidad usada para el horror, para la violencia, hoy al servicio de los derechos humanos, de una idea emancipatoria”.