Escrito por: Milica Đurđević Stamenkovski
En respuesta al Embajador de los Estados Unidos en Belgrado,
Kyle Randolph Scott
¡Aquí es Serbia!
Su Excelencia, me dirigiré a usted, con el tono que requieren mi educación del hogar y la tradición serbia de respeto a los huéspedes. Aparte, de esta manera, me gustaría recordarle una circunstancia que puede habérsele olvidado: usted es un huésped en Serbia, no es el sheriff de alguna ciudad del medio oeste de Estados Unidos tampoco es el dueño de esclavos en alguna plantación de algodón en el sur de Estados Unidos / del siglo XIX. /
La época del colonialismo se acabó hace tiempo y lo primero que debe aprender uno al llegar a una misión diplomática en Serbia es que los serbios sobre todo valoran la libertad, porque la han ganado y lo han logrado con muchos sacrificios.
He tenido la esperanza que después de sus últimos “consejos” dirigidos al pueblo serbio, al menos algunos, de los representantes políticos serbios, responda a la serie de sus absurdas invocaciones de que nos olvidemos quiénes somos y qué somos. Pero el día ha terminado, y nuestros políticos elegidos, vuelta han preferido permanecer en silencio y callar otra bofetada más para toda Serbia.
Usted ha superado a si mismo hoy.
Usted exigió a los serbios que se liberen del sentimiento de rechazo provocado por las injusticias que nos infligen algunos países occidentales. Traduciendo su frase para que quede más clara y comprensible: usted evoca a que los serbios se liberen del sentimiento de verdad, y de su autoestima. Además, usted para convencernos, de que realmente son nuestros amigos, nos hizo recordar que ustedes “invirtieron mil millones de dólares” en Serbia.
Y le pregunto, Su Excelencia, ¿por si acaso dicha inversión es uno de los cientos de miles de millones de daños materiales que nos han dejado ustedes después de su bombardeo y misiles de la OTAN? Además, hay algunas cosas que no se pueden recompensar con miles de millones de dinero: y estas cosas incompensables son las víctimas, las pérdidas humanas. Es obvio, Su Excelencia, que venimos de dos sociedades de valores diferentes. Usted sabe, obviamente, los precios de todo, mientras nosotros sabemos el valor y de valores.
Usted ha invocado a los serbios a que sea su modelo de comportamiento el de San Jorge y que “maten al dragón”. ¿Podría, usted, explicarme a qué dragones se refería?
¿Se refiere, usted, a los Órdenes de caballeros del dragón a los que siguieron y heredaron los serbios en las batallas por Koshar y Pashtrik? Si se refiere usted a ellos, ya es demasiado tarde.Hace mucho tiempo que sus becarios del Ejército de Liberación de Kosovo asesinaron a nuestros soldados-dragones. Allí donde los becarios fallaron; los dragones fueron alcanzados por sus bombas y misiles. Los que lograron salvarse de las bombas; vuelta por sus órdenes, las autoridades de Belgrado aniquilaron. Nuestros dragones no murieron en el momento en que dejaron de vivir, sino cuando su sacrificio y la razón para sus luchas fueron ridiculizados y devaluados.
O tal vez, Su Excelencia, ¿estaba pensando en el dragón chino, el símbolo de un país antiguo cuya embajada en Belgrado por “pura casualidad” ustedes destruyeron durante la agresión de la OTAN?
Los serbios no arrojan lanzas en la espalda de sus aliados, no importa cuán difícil sea para usted entenderlo. No es recomendable que utilice usted, nuestros motivos espirituales y nacionales, en su intento de manipulación política, porque si realmente respetara la experiencia histórica serbia, no diría recientemente que siempre habíamos estado en el bando equivocado de la historia.
Comparta, usted, sus consejos en su patria, creo que es donde más los necesitan. Y una cosa más, si sinceramente desea usted la amistad con Serbia y los serbios, no apunte sus lanzas a nuestros dragones, sino apunte y perfore al “monstruo” que ustedes han liberado sobre la cuna y el seno serbio, el mismo monstruo que lleva siglos arrojando fuego a todos los Balcanes.
El 09.12.2019.
Milica Đurđević Stamenkovski
es un politólogo serbio
y miembro de la Presidencia del nuevo Partido Serbio de Zavetnitzi