El 8 de marzo es un día de lucha para las mujeres de la clase trabajadora. No es un día de flores, bombones y saludos acaramelados porque nada tiene que ver con el comercio y el marketing publicitario.
¿Cuál es el origen?
Los hechos históricos que recordamos y son banderas de nuestras luchas son varios: huelga de obreras textiles en Nueva York (año 1857); muerte de obreras textiles que trabajaban en una fábrica y murieron calcinadas, en 1909. En 1912 se desencadena una huelga en EEUU conocida como Pan y Rosas en la que además de sostener la huelga textil estas mujeres organizan el cuidado colectivo y realizan asambleas junto con sus hijas e hijos poniendo sobre la mesa las dobles tareas que tenían por ser mujeres.
Dos años antes, en 1910, Clara Zetkin propone en el Congreso Internacional de mujeres socialistas que el 8 de marzo sea el día internacional de las mujeres, retomando aquellas luchas de años previos. Siete años más tarde en Rusia se conmemora esta fecha y según varias historiadoras será uno de los desencadenantes de la revolución bolchevique.
Como podemos ver nuestra historia como mujeres y como trabajadoras no se reduce a una ciudad o un país porque muchos nuestros problemas y necesidades tienen orígenes similares: la explotación en nuestros lugares de trabajo y en nuestros hogares. Por eso, aunque haya momentos de mayor o menor visibilidad es importante saber cuál es nuestra historia para pararnos sobre lo construido.
La vuelta al paro internacional
En el año 2016 en Polonia las mujeres convocan a una huelga cuando el Estado intenta penalizar el aborto. En ese momento las polacas recordaron la huelga nacional que las finlandesas habían realizado en 1975. Sin dudas estos hechos se vinculan con nuestra historia reciente porque en 2015 en Argentina asistimos a la masividad en las calles que nos trajo el Ni una menos contra los femicidios y también la explosión que cobró el Encuentro Nacional de Mujeres que ya lleva 34 años y que el año pasado pasó a llamarse Encuentro plurinacional de mujeres, lesbianas, trans, travestis y no binaries.
Producto de estas y otras movilizaciones y paros en distintos lugares del mundo se logra una coordinación y en el año 2017 el 8 de marzo vuelve a entrar en escena como un día en el que le demostramos al mundo que nuestro trabajo (pago y no pago) puede paralizar la producción de bienes, de cuidados, de servicios.
Cambiarlo todo
Las asambleas por el 8M han llegado a un piso muy alto de demandas y de posicionamientos políticos que cuestionan no solo las desigualdades de géneros sino de clase, territoriales, nacionales y otras que son producto de la explotación laboral y de distintas opresiones.
El documento del año 2017 se posicionaba contra la represión y persecusión a disidencias sexo políticas, migrantes, pueblos originarios; contra los despidos y el ajuste; por el reconocimiento del trabajo doméstico como un trabajo que debe ser remunerado; contra el despojo de las tierras a las comunidades indígenas; por un producción que respete la diversidad de recursos y contra los agrotóxicos; por la legalización del aborto, seguro y gratuito; por la implementación de la educación sexual integral; contra los femicidios; contra la persecusión a quienes realizan trabajo sexual; contra las redes de trata; por un estado laico; por un movimiento que ponga el eje en las mujeres como sujeto político anticapitalista y antipatriarcal.
Este 8 de marzo demostremos que podemos parar el mundo.
Por un paro internacional de mujeres que siga avanzando en estas y otras demandas y que logre revolucionarlo todo.
Noelia, para El Roble
Fuente: https://periodicoelroble.wordpress.com/2020/03/08/revolucionarlo-todo/