La muerte de Ernesto Cardenal es dolorosa, pero quizás lo que más duele es cómo vivió sus últimos años

Entrevista a Silvio Shachter del Consejo de Redacción de la Revista Herramienta

Ernesto Cardenal durante la presentación de su libro Así en el cielo como en la tierra el 13 de febrero de 2018 en el municipio nicaragüense de Granada. Foto: Inti Ocon, AFP

La muerte de Ernesto Cardenal es dolorosa, pero quizás lo que más duele es cómo vivió sus últimos años

Mario Hernandez

M.H.: Hermano, amaneció. Mirá.
Ahora podemos ver ya el volcán Masaya
y su humo
saliendo del cráter, y la laguna, verde, de Masaya,
más allá la laguna de Apoyo, muy azul,
las Sierras, y serranías de color cielo
hasta la lejanía, la verdad es
que nuestra tierra es de color de cielo,
más lejos, ¿lo ves? el Pacífico,
casi puro cielo bajo el cielo, la verdad es
que estamos en el cielo y no lo sabemos,
mirá, del otro lado el lago de Managua y el Momotombo
junto al agua como
un triángulo de lago levantado o
una pirámide de cielo.
Todo esto desde antes estaba allí
pero una oscura noche lo cubría,
y no se veía. La noche de las tentaciones.
Cada uno tenía su tentación.
La tentación del falso amanecer que aún no podía ser.
El yacer en una cama en plena noche soñando que es el amanecer.
Ahora sí fue el amanecer, Pancho Nicaragua,
todo está iluminado
alrededor de este rancho.
La tierra y el agua. Lo podés ver.
Y en aquella casita oigo cantar:
«Qué alegre y fresca
la mañanita».

“La mañanita” una poesía de Ernesto Cardenal

S.S.: Hermosa poesía.

M.H.: Tengo muy presente algo que leí de muy chico, Epigramas. Hay uno que me quedó grabado: “Tú no mereces ni siquiera un epigrama”.

Cuando Julio Cortázar lo visitó en pleno somozismo, se les perdió en un poblado antes de llegar a Solentiname, estaban muy preocupados porque Julio era una persona muy ubicable y cuando lo encuentran le preguntan qué había hecho y él respondió que había salido a dar una vuelta.

S.S.: Muy audaz esa experiencia de Julio. A partir de ahí inicia un romance con Nicaragua y su revolución que lo sostuvo hasta la muerte. Y en particular con Ernesto. Que como él decía en su relato “Apocalipsis sobre Solentiname”, “nos conocíamos de papeles, a través de los escritos de ambos”. Ese encuentro físico en Costa Rica y la posibilidad de ingresar para conocer a la comunidad, pero al mismo tiempo una cosa muy arriesgada porque era el momento más duro de la confrontación del FSLN con Somoza y el despliegue de una represión feroz.

Cortázar entra de manera clandestina y como bien decís, era una persona famosa y reconocible internacionalmente. Hace todo un periplo desde Costa Rica hasta Solentiname de manera clandestina, ayudado por Sergio Ramírez y el propio Cardenal hasta que llegan a la isla donde estaba la comunidad.

M.H.: Entrevisté hace dos semanas a Vicente Zito Lema y le preguntaba sobre esta última etapa de Julio Cortázar. Hay una primera etapa estética de Cortázar y una última etapa que es esta que estás relatando de un fuerte compromiso con causas populares, Nicaragua, Cuba, los Derechos Humanos en nuestro país. Y Vicente me decía que él no cree en dos etapas, sino que es una personalidad que se va construyendo hasta llegar a correr este riesgo de ir en pleno proceso de lucha en desarrollo, porque todavía no había triunfado la Revolución sandinista.

S.S.: Tanto la figura de Cardenal como la de Julio son dos figuras irrepetibles, súper entrañables por lo que hicieron, por lo que escribieron, por su compromiso, por la ternura que emanaba de ellos también. El libro de Cortázar sobre Nicaragua, Nicaragua tan violentamente dulce, está escrito con un amor, con una pluma tan afectiva por lo que está escribiendo.

Estaba seriamente comprometido con la Revolución cubana también casi desde su comienzo. Cuando sale de Nicaragua viaja a Cuba, este relato lo escribe apenas llega a Cuba, para tenerlo fresco escribe esta historia tan honesta y tan impactante.

Lo de Ernesto Cardenal, su muerte, como todas las desapariciones de este tipo de figuras, de personas tan queribles es dolorosa, pero quizás lo que más duele es cómo vivió sus últimos años.

Fue un hombre muy comprometido con la lucha nicaragüense y con toda la lucha de Centroamérica, contra todas las dictaduras y él junto con su hermano, Fernando Cardenal, y Miguel D’Escoto por nombrar algunos sacerdotes; pero además con toda una generación de luchadores como Henry Ruiz, Dora María Téllez, Luis Carrión Cruz, Jaime Wheelock, Mónica Baltodano, Gioconda Belli, Sergio Ramírez, todos protagonistas esenciales de esa revolución que se daba 20 años después de la Revolución Cubana, cuando parecía que ya no iban a haber revoluciones en América Latina y que volvió a inhalar un espíritu de esperanza.

Cuarenta años después se transforma en un perseguido político por una de las figuras enquistada en el poder, como él denunciaba, que es Daniel Ortega y su mujer, después de desarrollar una feroz represión contra el pueblo nicaragüense, casi al estilo somocista.

Él deja esta tierra con ese dolor en el alma. Cuarenta años después muchos de los ideales por los que él luchó se ven frustrados por este atropello del poder que siempre tiene su momento  límite cuando las adicciones al poder son absolutas, estas cosas pasan y causan mucho dolor.

Brecht es el autor dramático más interpretado en el mundo después de Shakespeare

M.H.: Vamos a hablar de otro grande de la poesía y el teatro. Un 10 de febrero de 1898 nacía en Augsburgo el gran poeta y dramaturgo alemán Bertolt Brecht, un anti fascista y podríamos decir un comunista sin partido. ¿Qué nos podés comentar?

S.S.: Su vida nos llevaría muchísimo tiempo. Solo analizar una de sus obras da para más de un programa. Se ha escrito y se conoce mucho de él, al menos la gente que le gusta el teatro y la historia del arte. Hay muchos libros biográficos muy interesantes. Fue o es, a pesar de haber muerto, el autor dramático más interpretado en el mundo después de Shakespeare. Inclusive en Argentina, aquí hay más de 60 estrenos con obras o relatos suyos.

Estamos hablando de alguien que no solamente tuvo un peso importantísimo en la historia del teatro, sino que cambió radicalmente la forma de pensar y hacer teatro en el mundo. Frente a lo que era el teatro naturalista, que venía del Siglo XVII en adelante, él da vuelta y polemiza con esa historia, con la idea de que el relato solo transcurre en el escenario y que el espectador debe emocionalmente involucrarse, para construir lo que se llamó la teoría del extrañamiento, el teatro épico que después se llamó crítico dialéctico. Con lo que revolucionó la historia del teatro.

Pero además es un gran poeta, tiene muchísimos ensayos, es un gran teórico, un gran profesor de teatro con una didáctica impresionante. Además fue un hombre sin partido político pero que siempre tomó partido y de manera excepcional, porque lo que otros autores tuvieron que dejar pasar 10 o 15 años de lo que estaban viviendo en su contexto, él tenía una capacidad de producción enorme, en breve tiempo.

Estrena su primera obra cuando tenía 20 años, cuando escribe Madre coraje tenía menos de 30 años, una obra que se sigue representando en el mundo, que se considera una de las piezas claves del Siglo XX y que hasta el surgimiento del nazismo fue la obra más representada en Alemania. Esa obra la escribe cuando tenía 29 años.

Esa impronta de involucrarse con su teatro, su pensamiento y poesía, en el mundo que le tocó vivir, no solo como espectador sino la lectura que hacía del teatro, que era motivador, no para decirle a la gente lo que tenía que hacer sino para que la gente pensara lo que estaba viendo, y a partir de eso decidiera qué hacer y cómo actuar.

Decía “no es un teatro solo para pensar, es un teatro para pensar y actuar, para cambiar el mundo”. Ese es un alto compromiso para un dramaturgo. No ha habido muchos ejemplos a lo largo de la historia de autores de teatro con este nivel de compromiso entre su obra y la vida.  Tiene obras escritas antes del exilio, cuando asume Hitler al poco tiempo incendia el Reichstag. Y febrero es una fecha simbólica también porque no solamente es la de su nacimiento, sino que al día siguiente del incendio del Reichstag, el 27 de febrero de 1933, Brecht emigra, por consejo de amigos, porque se conocía su inclinación comunista, porque su mujer sí era afiliada al Partido Comunista Alemán y además eran judíos, o de familia judía.

Empieza un proceso de migrante, “cambiábamos de país más que de zapatos” solía decir, porque se muda de país en país hasta que recala en EE UU y finalmente vuelve a Alemania. Estuvo 14 años en el exilio. Años en los que escribe piezas fundamentales de su dramaturgia. Como Madre coraje, El círculo de tiza caucasiano, Herr Puntila y su criado Matti, inclusive algunos guiones de cine que no se llegaron a estrenar, pero sí quizás el más importante que se pudo realizar cuando él estaba en EE UU que es sobre el asesinato de Heydrich con dirección de Fritz Lang, que era muy amigo de él y que lo lleva  a EE UU para protegerlo y escriben Los verdugos también mueren (1943) y la película se realiza inmediatamente del atentado a Heydrich que muere 11 días después de la granada que le lanza la resistencia checa. Heydrich, “el carnicero de Praga”.

Estando en París en 1937 se entera del atentado de los franquistas a Málaga, que era la ciudad roja, lo que produce una inmigración enorme de habitantes que fugan hacia Barcelona y en la carretera que une Almería con Barcelona se producen las peores masacres de población civil del franquismo, apoyado por aviones y tanques italianos y de Marruecos. Mueren miles y él inmediatamente escribe la obra Los fusiles de la Madre Carrar denunciando la masacre y, al mismo tiempo, condena la actitud de silencio de las grandes potencias europeas frente a la masacre que el franquismo estaba llevando a cabo en toda España.

Digo esto a modo de ejemplo, pero además tenía una capacidad premonitoria enorme. Escribe La ópera de los dos centavos en 1928, que ocurre en Inglaterra, donde denuncia la corrupción, la descomposición del sistema capitalista, a partir de personajes vinculados a la delincuencia. Ahí es donde el protagonista, Mack The Knife (Mack el Cuchillo) dice la famosa frase, cuando lo están por ejecutar “peor que robar un banco es fundarlo” y también dice que lo peor que uno le puede hacer a un hombre honesto es darle un puesto en una empresa capitalista.

Brecht anticipa la crisis del 29. En 1930 estando todavía en Alemania escribe Ascenso y caída de la ciudad Mahagonny que es una historia que sitúa en una ciudad en EE UU, a donde por casualidad tres delincuentes tienen un accidente y fundan una ciudad donde se dan todos los delitos posibles, pero el peor delito es no tener dinero. Esto lo ubica en la zona sur, en el desierto de EE UU, y lo hace pocos años antes de que se declarara la posibilidad de poner casinos en Las Vegas, que es una síntesis realizada de lo que él plantea en su obra.

Así uno puede analizar cada una de esas obras, su vigencia es enorme. Su trío era Kurt Weill que hacía las letras y la música y su esposa que era su actriz principal, Helen Beagle, que es la que lo acompaña en este periplo y que continúa con su teatro cuando él muere. Cuando le preguntan a ella qué pensaba de la vigencia de La ópera de los dos centavos responde, “cómo no va a tener vigencia si mientras haya burocracia va a haber corrupción”.

Han pasado tantos años y, sin embargo, el mensaje que él no pretendía que fuera a futuro, sino que hablaba de lo que pasaba en ese momento en el mundo, terminó siendo premonitorio de lo que sigue ocurriendo. Es enormemente vigente.

Una de las obras más significativas es El círculo de tiza caucasiano, esa obra plantea dos ejes fundamentales, el problema de la propiedad de la tierra en medio de una rebelión campesina en Georgia. Él pregunta de quién es la tierra, y al mismo tiempo un hijo, en medio de esa situación. La idea del hijo como figura biológica de posesión de los padres o como producto del afecto. Ante una mujer que lo rescata de una burguesa. Todos esos temas, que uno podía ver en esas obras, se pueden dar hoy y pegan en el blanco, además de como poeta y ensayista.

Yo recuerdo que de chico, por la relación de mi madre con el teatro, veía muchas de sus obras, acá hubo muchos directores de teatro que pusieron obras de Brecht en el escenario. La primera fue en 1956 a cargo de Onofre Lovero, la primera versión de Madre coraje en lo que en aquel momento era el Teatro de los Independientes donde hoy funciona el Teatro Payró.

A los dos meses se estrena en El Galpón de Montevideo en ese momento dirigido por Atahualpa del Cioppo que era uno de los especialistas en el teatro de Brecht. Inclusive han venido especialistas internacionales, como Robert Sturua, que es un director georgiano precisamente que ha hecho unas puestas fantásticas como La resistible ascensión de Arturo Ui o Santa Juana de los Mataderos y otras obras.

Fue un autor muy representado en la Argentina sobre todo durante los 60 y 70. Hubo un momento acá a partir de los 80 y sobre todo en los 90 con la caída del Muro de Berlín y la implosión de la URSS y el fin de las ideologías, donde mucha gente escribió que el universo de Brecht había perdido vigencia, su perspectiva del mundo, porque él creía en la posibilidad de un mundo más humano relacionado por supuesto con el socialismo, contra la guerra, el dinero, la explotación capitalista, la corrupción, la degradación del hombre por la guerra, porque Madre coraje o El Soldado Svejk son parte de esa lectura que hace sobre el horror de la guerra y el nazismo.

Participa en un evento muy grande que se hizo en España con un conjunto de intelectuales de primera línea de ese momento, en plena Guerra Civil, convocando desde la cultura a unirse contra el nazismo que arrasaba en Europa. Tal vez nos vendría bien en este momento contra las derechas que vienen arrasando no solo en Europa sino en América Latina también.

M.H.: Nos harían falta un Brecht o un Cortázar.

S.S.: Tuvo una relación con el cine, a mí me recuerda por la manera en que plantea la degradación del capitalismo a la película del coreano Bong Joon-ho “Parásitos”. Inusitadamente ha tenido mucha repercusión, en España estuvo por encima de Star Wars y acá en Argentina la vio bastante gente también. Impulsada por los Oscars y por el premio de Cannes.

Es una gran película, que plantea esta idea de que el sistema no te da salida individual, ni que te mimetices, ni aunque trates de identificarte. Lo que la película plantea es justamente lo que planteaba Brecht, quiénes son los parásitos, los que viven a costa del trabajo de otros.

Y Brecht tuvo una relación con el cine y muchos cineastas tuvieron relación con él, metodológicamente, el más destacado fue Lars Von Trier, con su película “Dogville” y su secuela que plantean un cine donde no hay una narración directa, no te hace parte de esa realidad, esa cosa emocional de ficción. Él acentúa esta idea de que lo que está pasando ahí es una representación, no es la realidad. Y Brecht tenía eso, en lo discontinuo de la narración, en los carteles que ponía, en el interlocutor.

Quizás en Argentina en este momento el dramaturgo que más se puede acercar a Brecht es Mauricio Kartún, cuya última obra se llama La vis cómica que es casi una puesta al estilo brechtiano, con un relator que permanentemente en la obra está diciendo “esto es una obra de teatro” y dialoga con el público. Esa idea de público pensante, público que es parte de la versión teatral como protagonista, pero no como protagonista que se cree lo que está pasando sino que lee lo que está sucediendo y toma posición.

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