Por primera vez, las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora evocarán su primer encuentro en sus casas y por las redes sociales. El aislamiento social preventivo y obligatorio a causa de la pandemia del Coronavirus impide su tradicional ronda y acto en la Plaza de Mayo.
Para conmemorar su primera ronda, las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora invitan este jueves a “compartir una foto con tu pañuelo blanco” -símbolo de su lucha- en sus redes sociales, donde difundirán un video.
La historia de las madres que enfrentaron a la dictadura cívico-militar (1976-1983) comenzó el 30 de abril de 1977 frente a la Casa de Gobierno. Más precisamente ante el monumento a Manuel Belgrano ubicado en la Plaza de Mayo. Allí acudieron Mirta Acuña de Baravalle, Josefa “Pepa” Noia, Azucena Villaflor de De Vincenti, Berta Braverman, Haydé Gastelú de García Buela, las hermanas Gard: María Adela Gard de Antokoletz, Julia Gard, María Mercedes Gard y Cándida Gard, Delicia González de Miranda, Kety Neuhaus, Raquel Arcushin, Elida de Caimi y una joven que no dio su nombre.
La ronda comenzó cuando la policía les ordenó que “circularan” porque el estado de sitio no permitía reuniones de tres o más personas en la vía pública.
La cita fue convocada por Azucena Villaflor de De Vincenti, quien consideraba que debían unirse para buscar a sus hijos detenidos-desaparecidos. Las mujeres estaban cansadas de recorrer organismos oficiales, religiosos y militares para pedir información sin obtener ninguna respuesta.
Esas madres, a las que pronto se les sumaron otras, sembraron la semilla de la organización de derechos humanos más poderosa que enfrentó a la dictadura cívico-militar. “Con vida los llevaron, con vida los queremos” exigían mientras caminaban alrededor de la pirámide de Plaza de Mayo. Más adelante portaban la foto de su hijo con la consigna “Aparición con vida”.
Para organizarse, las madres se reunían en la Parroquia Santa Cruz. Fue allí donde un grupo de tareas de la Marina secuestró en diciembre de 1977 a Azucena Villaflor de De Vincenti, a María Eugenia Ponce de Bianco y a Esther Ballestrino de Careaga cuando salían de una reunión. La información la dio Alfredo Astiz, un capitán de la Armada infiltrado en las rondas, quien hoy cumple condena a cadena perpetua por crímenes de lesa humanidad.
De la parroquia, las madres fueron llevadas a la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), las torturaron y en un “vuelo de la muerte” las arrojaron vivas al mar. Ese mismo mes, sus cuerpos aparecieron en las costas de la localidad Santa Teresita. En 2005, el Equipo Argentino de Antropología Forense identificó sus restos, que estaban enterrados como N.N. en el cementerio de General Lavalle.
“Qué digan dónde están los desaparecidos”
Muchas madres desconocen el destino de su hija o hijo detenido-desaparecido, y qué fue de su nieta o nieto, en el caso del secuestro de una hija embarazada. A pesar que es un pedido sistemático que hacen hasta el día de hoy, ningún Gobierno abre los archivos de la dictadura, donde encontrarán muchas respuestas.