Caiga quien caiga, la lucha sigue siendo entre clases

Desde las páginas de El roble intentamos poner el foco en aquellos problemas que consideramos fundamentales para nuestra clase, la de quienes vivimos de nuestros salarios. Es difícil no correrse del eje que decidimos tener porque la agenda pública y mediática suele mostrarnos falsas grietas, el chiquitaje de cada una de las formas de la corrupción o la ya comenzada campaña electoral.

La pandemia aún continúa y se ha cobrado la vida de más de 53.000 personas en Argentina y las consecuencias no dejan de sentirse. Las sentimos en el bolsillo, cuando cobramos a fin de mes, cuando vamos a comprar la comida del día o un remedio, cuando pagamos la luz o el gas. Pero también las sentimos en nuestros lugares de trabajo porque se hace cada vez más difícil tender una mano solidaria. Por miedo, por desidia, porque al menos tenemos trabajo, porque nos terminaron de dividir con el teletrabajo, porque salir a la calle es más difícil, porque la gran mayoría de los gremios ha pactado la paz social con el gobierno nacional.

Millones de trabajadores están en sus puestos desde hace meses o nunca dejaron de hacerlo. Sin protocolos, con contagios masivos y muertes. En este contexto abrieron las escuelas. ¿Acaso era uno de los pocos trabajos en donde la normalidad no había llegado? Probablemente. Se deja ver, más claro que nunca, que la función social de los jardines, primarias y secundarias es la de la organizadora social, junto con el trabajo. En muchos casos, guardería. En otros tantos también un espacio de aprendizaje. Las condiciones no están para enseñar y aprender; los protocolos son imposibles de cumplir y en la gran mayoría de los casos, las autoridades los desestiman.

Pero como la ganancia de los capitalistas es lo más importante, los gobiernos tienen que hacer funcionar la rueda, caiga quien caiga.

Gobernar con la mayor paz posible es el objetivo de Fernández, de Larreta, de Kicillof y de cada gobernador del país. Y para eso, los sindicatos son fundamentales. No parece casual que el Ministerio de trabajo haya vuelto a posponer la posibilidad de elecciones en los gremios (hasta fin de año).

Los conflictos sindicales se hacen sentir. El sector privado registrado no ha logrado empatarle a la inflación pero sí pudo mantener las negociaciones colectivas y no es poco en medio de la emergencia sanitaria y del aumento de la informalidad laboral. Es en este sector donde hay distintas resistencias. A los despidos o por cierre como en el caso de Arrebeef o por el no pago de sueldos y avances en las condiciones de trabajo, como sucede en Tenaris Siat. Es fundamental que estos conflictos triunfen porque cada lucha que se gane es un avance para todxs lxs trabajadorxs, porque nos muestra que es posible, si nos organizamos por abajo, hacer frente a los patrones. Hay malestar, hay bronca y es preciso que se transforme en acción. Es en el sector más informal del empleo privado y en el sector estatal donde avanza aún más en la precarización del trabajo, la sobrecarga de tareas y multifunción. Por poner un ejemplo, en Chubut hace más de dos meses no le pagan el sueldo a estatales, incluidos los bomberos que son quienes tienen que luchar contra los incendios en este momento, el personal de salud y trabajadores de la educación.

Otra expresión del deterioro en las condiciones de vida es la falta de trabajo y el aumento de la pobreza y la indigencia. En las últimas semanas agrupaciones de la economía popular y piquetera se han hecho ver y oír en las calles, con movilizaciones que alcanzaron las 30000 personas. Sin dudas, es la representación de la mayoría de nuestra sociedad que la está pasando realmente mal. Sin trabajo o con changas, con ingresos por debajo de lo necesario para no ser pobres.  El mismo gobierno que acuerda un salario y jubilaciones mínimas que no llegan a los 20 mil pesos informa que para que una familia no sea pobre debe ganar al menos 56.500 pesos.

Desde este periódico consideramos fundamental abrir el debate en torno a qué salida podemos tener como clase. ¿De qué forma podemos vivir sin pobreza, sin muertes evitables, sin jornadas interminables de trabajo, con tiempo para disfrutar de la vida, en un entorno saludable? En el capitalismo esto es imposible. Son decenas de años de gobiernos con distintos colores que solo han administrado mejor o peor un sistema basado en la desigualdad, la explotación y la opresión. El sálvese quien pueda parece hacerse sentir cada vez más y se hace urgente organizarse para construir otro sistema. Cada vez parece más cercana esa frase clásica “socialismo o barbarie”.

Equipo de El Roble


Fuente: https://periodicoelroble.wordpress.com/2021/03/20/caiga-quien-caiga-la-lucha-sigue-siendo-entre-clases/

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