Audiencia N° 32, 29 de junio de 2021. Juicio “Pozo” de Banfield, “Pozo” de Quilmes y “El Infierno” de Avellaneda. Durante la jornada del debate oral y público que se llevó a cabo el martes 29 de junio prestaron declaración testimonial los hermanos Fabio y Filemón Acuña, secuestrados en su vivienda de la localidad de Gutiérrez, partido de Berazategui, en la madrugada del 26 de noviembre de 1975. Ambos permanecieron en cautiverio en el CCD Pozo de Quilmes, además de haber sido trasladados por distintas comisarías y haber pasado por Campo de Mayo y por tres cárceles: primero la de Villa Devoto, donde fueron puestos a disposición del PEN; luego en la 7 de Chaco, donde pasaron más de 6 años; y finalmente en la 9 de La Plata hasta que recuperaron su libertad.
“En el Pozo de Quilmes pasábamos hasta tres o cuatro días sin comer, casi muertos por el hambre. Y agua… no recuerdo esos detalles pero supongo que sí porque sin agua también hubiéramos muerto”, describe Fabio mientras ríe, como indicando a su audiencia y al tribunal el alcance y los extremos de la crueldad en cautiverio.
El 25 de noviembre de 1975 Fabio Acuña cumplió su turno de guardia en la Prefectura Naval Argentina y se dirigió a la zona del Luna Park, en Capital Federal, para tomar el colectivo de Río de La Plata que lo llevaría hasta pocas cuadras de su casa, en Gutiérrez, Berazategui. Se sentó del lado de la ventanilla y en seguida vio a otro hombre ubicarse a su lado, en el asiento que da al pasillo. Por supuesto, no le dio importancia.
Al llegar a la parada correspondiente, en la zona de la Rotonda de Alpargatas, Fabio se bajó y el hombre que iba sentado a su lado permaneció en el colectivo. No había forma de saberlo, pero ese desconocido y casual compañero de viaje sería, en realidad, el primer eslabón de una serie de acontecimientos que le arrancarían “un pedazo de la vida”.
Horas después, de madrugada, irrumpió en la casa de los hermanos Fabio y Filemón Acuña un grupo de fuerzas conjuntas integrado por 8 personas vestidas de civil. No dijeron por qué ni por quién: sólo ingresaron, esposaron a los hermanos y a la compañera de Filemón –en la vivienda también estaba otra pareja que no fue secuestrada- y después de que “robaron todo lo que pudieron” los trasladaron a una comisaría que, incluso hoy, las víctimas no pueden identificar.
Las declaraciones testimoniales de Fabio y Filemón Acuña fueron las únicas brindadas durante la jornada del juicio realizado este martes 29 de junio a instancias del Tribunal Oral Federal 1 de La Plata, que preside el juez Ricardo Basílico.
“En ese primer destino estuvimos aproximadamente dos semanas. Era un lugar de tortura porque permanentemente se escuchaban los gritos de dolor de las víctimas. A mí no me torturaron, pero sí a mi hermano. También me acuerdo que había un abogado que había sido secuestrado y que estaba totalmente destrozado por la picana y los interrogatorios”, relató Fabio, el primero en dar su testimonio.
Sobre ese mismo primer destino hablaría más tarde Filemón, para quien se trató de una comisaría de Banfield o de Lanús pero que tampoco puede identificar: “A mí me recostaron y amarraron a una cama de metal y comenzaron el interrogatorio con picana eléctrica y golpes. Me preguntaban sobre mis actividades. Supuestamente yo realizaba actividades subversivas. Me torturaron durante unas cuantas horas, no sé cuántas, dos o tres… luego me dejaron allí hasta la noche hasta que reiniciaron el interrogatorio y la sesión de tortura”.
En todo momento, él también oía los gritos de dolor de las otras personas que estaban siendo torturadas: “Me tuvieron cuatro días en esa cama metálica y luego me sacaron a un calabozo. A mi hermano, a mi compañera María Rosa Ortíz y a las otras personas no los interrogaron ni torturaron en ese sitio”.
De allí, los hermanos Acuña y María Rosa Ortíz junto a otras personas fueron trasladados al Pozo de Quilmes y alojados en el tercer piso de ese centro clandestino. Según ambos testigos, el personal del Pozo siempre estaba vestido de civil, nunca se identificaban por sus nombres y todos pertenecían a esa dependencia policial. Pasaron 30 días en el Pozo de Quilmes.
“No había comida, solo restos, huesos de pollo o cosas parecidas. Pasábamos hasta tres días sin comer. Hubo veces que pasaron cuatro días, casi muertos en la celda por el hambre. Y agua… esos detalles no me los acuerdo, pero seguro que sí porque si no hubiéramos muerto. La celda no tenía nada, era un espacio pelado, así que muy pocas veces nos sacaban al baño”, describió Fabio.
Filemón coincide con sus recuerdos del hambre que pasaron en el Pozo de Quilmes y afirma que allí no fueron torturados ni golpeados. Durante su declaración dirá, en un par de ocasiones, que “no integró nunca grupos guerrilleros. Sí fui parte de un partido político”. Casi al finalizar su testimonio, y a raíz de una pregunta de una de las querellas, preferirá no revelar la organización o partido al que perteneció hasta su secuestro. El miedo y el dolor, en parte, lo siguen acompañando en su vida.
Los hermanos que testimoniaron en la jornada coincidieron en relatar que, en un momento determinado, los efectivos policiales “vaciaron el tercer piso” del centro clandestino y llevaron a los secuestrados en un furgón con destino a la comisaría Octava de La Plata, donde permanecerían dos semanas.
El siguiente traslado ocurrió a comienzos de enero de 1976: fueron llevados a Campo de Mayo, a una Caballeriza donde había otras personas en cautiverio, y una semana después volverían a ser trasladados pero en esa ocasión, y por primera vez desde el secuestro, con destino a la Cárcel Federal de Devoto donde serían “blanqueados” o puestos a disposición del Poder Ejecutivo Nacional.
Hacia fines de enero, un nuevo lugar de cautiverio: la lejana unidad penal federal 7 de Chaco. Según describió a los jueces Fabio Acuña, “permanecí 6 años en esa cárcel aunque más bien era un campo de concentración. Los años allí fueron de aislamiento completo, total. Sin agua ni comida ni visitas”.
“De 60 kilos que pesaba cuando ingresé, terminé pesando 40 y con varios problemas de salud. También me acuerdo que de allí sacaron gente que terminó siendo fusilada en Margarita Belén. Esa gente la sacaron del pabellón en el que estábamos mi hermano y yo”, agregó.
En una ocasión, estando detenido en la cárcel de Chaco, recibió la “visita” de un juez –cuyo nombre no recuerda el testigo-, quien le informó el motivo de la imputación por la cual cumplía la pena de prisión: tenencia de material de propaganda, el mismo “delito” que el mismo juez le informó a Filemón y sin ningún otro detalle ni información relevante con respecto a su futuro.
Pasaron las semanas, los meses, los años y hasta las esperanzas de retomar sus vidas: recién en abril de 1982, tras un último traslado a la unidad penal 9 de La Plata, serían liberados pero bajo el régimen de “libertad vigilada” que los obligaba a concurrir diariamente a una comisaría a firmar y notificar que no se habían fugado.
“Esto ocurrió durante 7 meses y con el tiempo aparecieron las consecuencias de todo lo padecido: un tumor causado por los golpes. En la vida tengo siempre presente esta historia, que no es normal, y es como que te sacaran un pedazo de la vida. Tuve que empezar de nuevo: trabajar en Constitución, hacer changas… intenté regresar a Prefectura pero no me lo permitieron. Fue muy injusto, pero a pesar de todo sigo luchando. Lo que me queda de vida lo quiero compartir con mi familia”, concluyó Fabio su testimonio de más de una hora.
Filemón, por su parte, también narró ante los jueces del TOF 1 sus dificultades para retomar o rehacer su vida luego del calvario: “Tenía muy pocas posibilidades de trabajar. Venía la policía constantemente a hablar con mis empleadores y les decían que yo había estado detenido, que era sujeto peligroso, subversivo, que tuvieran cuidado. Eso lo hacían en cualquier lugar en el que yo consiguiera trabajo. Vivía con lo justo y tuve que hacer de todo: vendedor ambulante o cualquier cosa, al mismo tiempo que concurrir todos los días a la comisaría para firmar mi presencia. Fue todo muy difícil”.
Concluidas las declaraciones de los hermanos Acuña, el presidente del Tribunal, Ricardo Basílico, dio por terminada la jornada de debate pero antes anunció que el próximo 6 de julio no habrá audiencia por cuestiones de agenda del propio TOF 1. Por eso, el debate se reanudará el 13 de julio a las 9 con los testimonios de Paula Acosta Badell, Esteban Acosta Badell y Miguel Hernández.
*Cobertura realizada por Sebastián Pellegrino
Cómo citar este texto: Diario del Juicio. 20 de junio de 2021. “Me quitaron un pedazo de vida pero, a pesar de todo, sigo luchando”. Recuperado de https://diariodeljuicioar.wordpress.com/2021/06/30/me-quitaron-un-pedazo-de-la-vida-pero-a-pesar-de-todo-sigo-luchando/