FUGA SIN CADENCIA
Por más que se intente disfrazar quienes deberán pagar la fuga de divisas y el uso del colosal préstamo del FMI para tal fin, todos sabemos que, como siempre, es el pueblo argentino el que se hará cargo de la deuda y no los que la fugaron.
Y no precisamente de la manera tradicional que se viene haciendo desde que en 1955 la revolución fusiladora inaugura la dependencia con el organismo internacional de crédito, sino a través de una herramienta que siempre estuvo y estará a mano para ese fin.
La inflación.
El gobierno no puede bajar la inflación porque utiliza el clásico modelo del FMI: ajuste fiscal y ajuste comercial a la vez.
La inflación es el reflejo de la devaluación cambiaria, lo que implica devaluación de nuestra moneda (más pesos por dólar), situación aprovechada para que las multinacionales puedan comprar por la mitad lo que vale el doble (nuestros activos y nuestro trabajo).
Esa devaluación se refleja inmediatamente en los precios, ya que cuando aumenta el dólar todo, absolutamente todo aumenta y el ajuste se refleja automáticamente en los cinturones de las clases medias y trabajadoras.
Siempre que el FMI supervisó la economía argentina la inflación estuvo arriba del 100 por ciento anual o más, ya que de esta manera aumenta la recaudación a través de los impuestos distorsivos, es decir el IVA (nacional) e Ingresos Brutos (provincial) incrementan notablemente la recaudación al aumentar los precios.
Por otra parte, se licúan los costos de las grandes empresas, dado que los salarios, las jubilaciones y las pensiones quedan totalmente desactualizadas.
Este panorama es irreversible en la medida que el presidente Alberto Fernández lo hizo aprobar por ley en el Congreso, de manera tal que estaremos a cada vencimiento supeditados a las condiciones que nos imponga el FMI.
En este sentido, el presidente y su ministro Guzmán, quizá sin quererlo, han pactado dos condiciones que nos retrotraen a la década infame del 30:
Aumentar las reservas internacionales utilizando el récord de superávit comercial y reservarlas exclusivamente para pagar los vencimientos con el FMI, sin tocar un solo peso para aumentar los salarios o crear nuevos puestos de trabajo a través de las inversiones en obras planificadas de acuerdo a las necesidades nacionales.
Eso sí, las obras permitidas a realizar serán sólo aquellas que tengan que ver con el extractivismo, impulsado éste por la demanda de los países centrales como consecuencia de la guerra ruso- ucraniana, como por ejemplo Vaca Muerta.
Si por alguna circunstancia el FMI otorgara un perdón por no poder afrontar los vencimientos, la vieja cantinela de las privatizaciones de empresas estatales cómo Aerolíneas Argentinas, Obras Sanitarias, etc. será reemplazada por el interés sobre el litio y los minerales raros que se encuentran en la Puna, el gas que se encuentra a 6000 metros debajo del nivel del mar a 350 km. de Mar del Plata, el petróleo de San Carlos en Mendoza, el hierro y la plata de Chubut o el oro y el cobre de Famatina.
LA FUGA Y SUS EJECUTANTES
¿Por qué si al principio de su mandato Alberto Fernández ordenó investigar la fuga, ahora todo quedó en la nada?
La jueza federal María Eugenia Capuchetti, quien investiga a los principales operadores del mercado de divisas al momento de la acreditación del empréstito adquirido con el FMI, recibió información de empresarios que compraron dólares luego de reunirse con el ex presidente Macri.
Las operaciones fueron un día antes de que Macri decretara el cepo que redujo la posibilidad de comprar billetes norteamericanos de dos millones mensuales a diez mil para particulares.
El jueves 29 de agosto de 2019, Macri recibió en Casa Rosada a Alejandro Asrin, de Tarjeta Naranja; Daniel Denigris, de la petrolera Exxon; Martín Guimaraes, de British AM Tobacco; Miguel Devoto, de Danone; y Alberto Arizu, de la bodega Arizu-Luigi Bosca.
Según información aportada por el Banco Central a Capuchetti, al día siguiente de la reunión, Tarjeta Naranja SA, la empresa cuyo CEO es Alejandro Asrin, compró 31.932.000 dólares y ese mismo día los transfirió a una cuenta en los Estados Unidos.
Cobranzas Regionales SA, empresa integrante del mismo grupo económico, compró también ese día 1.260.000 dólares. Fueron las primeras y únicas operaciones de compras de divisas de ambas empresas en 2019. El BCRA no tiene registradas otras antes de ese día. Para Tarjeta Naranja fue, además, su único giro de divisas al exterior en todo el año, según los registros.
Otros que aparecen mencionados en la data del BCRA son ejecutivos de Pan American Energy SL Sucursal Argentina, que transfirió 5 millones y medio de dólares desde una cuenta en el Banco Itaú a otra en el exterior utilizando el Wells Fargo Bank de Philadelphia.
Tecpetrol, por su parte, envió 10 millones desde una cuenta en el HSBC a otra en Estados Unidos usando el JP Morgan Chase Bank. Vista Oil & Gas Argentina SAU giró 1 millón de dólares a Estados Unidos desde una cuenta en el Banco de Galicia.
Y Petrobras Lubricants Argentina SA remitió 340 mil dólares desde su cuenta en el HSBC en Argentina a su cuenta en el mismo banco en Estados Unidos.
Jamás se llamó a sus seos para que justifiquen cómo compraron esos dólares ni se intentó revisar sus balances.
Telefónica de Argentina (España), Arcor, Techint. Ninguna pudo demostrar lo que compró.
ROCK Y FUGA
Evasión y fuga van de la mano, pero la realidad muestra que no se hace nada al respecto dado que estas empresas al cotizar en bolsa, podrían ser investigadas por el Banco Central cuando éste quisiera.
En tal sentido, Alberto Fernández y Guzmán tienen cierto grado de responsabilidad porque en su momento pudo haberse evitado que el drenaje de divisas continuara.
Ahora sólo queda esperar que las empresas que fugaron paguen aunque sea una ínfima parte de los impagables vencimientos periódicos. El problema es que uno de los principales fugadores es Black Rock, quien a través de su Ceo Larry Claxton Flynt, tiene más de 2000 millones de dólares en títulos de la deuda argentina.
Con ese panorama es muy difícil que las cámaras de diputados y senadores miren hacia el pueblo, ya que estas empresas han esponsoreado desde un principio las campañas de los partidos políticos de la oposición y de la coalición; por ejemplo, en el Frente Renovador a Masa y en Cambiemos a Macri.
Sin ir más lejos, el grupo Eurnekián financia a Milei, por lo tanto, este diputado no podría estar de acuerdo nunca que los que fugaron dólares paguen la deuda. O están esposoreados o son los dueños de esa misma deuda, como es el caso de Clarín, La Nación y La Red. Estos grupos han fugado y obligan a sus periodistas a seguir una línea editorial acorde a sus intereses.
FUGA VS. SOBERANÍA
La fuga de divisas nunca va a parar y menos ahora que el gobierno tiene intenciones de volver a privatizar la hidrovía, dónde el 80 por ciento de las exportaciones argentinas las tienen 9 empresas de las cuales sólo una es argentina y cada tres meses aproximadamente se desvanecen por esta vía 4.500 millones de dólares.
Sólo 16 frigoríficos exportan el 66 por ciento de la carne vacuna y el que dirige el puerto de Rosario es el sobrino de Vicentin, paradigma de la monstruosa deuda privada que dejó la familia Nardelli.
Nos roban en la cara.
Con respecto al impuesto a la renta inesperada todo se va diluyendo en el mecanismo clásico: los bonos de la deuda se pagarán como siempre colocando títulos de la deuda a altas tasas que sólo pueden adquirir los grandes grupos o empresas, únicos que tienen liquidez suficiente para adquirir títulos del tesoro y hacer pingues ganancias en tiempo récord.
La claudicación a la soberanía está al borde del precipicio y será este gobierno quien tendrá la posibilidad de recuperarla en menos de un año y medio o de arrojarla definitivamente al abismo de la dependencia.
El voto del 2023 le dará el empujón final hacia un lado o hacia el otro.
Alejandro Lamaisón