La política exterior argentina pregona una retórica latinoamericanista que en ocasiones es discordante con su práctica. Sus dos máximos responsables, Santiago Cafiero y Jorge Argüello, presumen de una tercera posición no siempre consecuente con las decisiones que ejecutan: ambos se empecinan en proclamar una búsqueda de integración regional que sin embargo aparece continuamente condicionada por la intención de no irritar al Departamento de Estado.
Por Jorge Elbaum.
Existe un consenso generalizado entre los gobiernos progresistas y populares de la región acerca de la necesidad de coordinar políticas que logren contribuir a un mayor nivel de sinergia e integración. Entre esas acciones, figuran las nominaciones de candidaturas a puestos de dirección de organismos multilaterales y/o de entidades supranacionales.
El caso del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) se constituyó –en la última semana– en un ejemplo de la falta de coherencia de la Cancillería argentina.
En las últimas semanas, el Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) propuso al economista Gerardo Esquivel para reemplazar en la presidencia del BID al estadounidense Mauricio Claver-Carone, quien debió abandonar dicho cargo luego de ser destituido por violar el código de conducta de la institución.
Esquivel se desempeñó en los últimos años como subgobernador del Banco de México y sus antecedentes académicos lo vinculan a una especialización en el análisis de los impactos negativos del neoliberalismo en la región.
La propuesta del mandatario azteca pretendía darle un perfil crítico a la actual deriva financiarista del BID, condicionada de forma recurrente por los intereses estadounidenses. Sin embargo, a pesar de la elocuencia integracionista esgrimida en forma recurrente por Alberto Fernández y por su canciller, el voto argentino fue concedido al candidato propuesto en forma conjunta por Jair Bolsonaro y Washington. El elegido, Ilan Goldfajn, se desempeñó como titular del Banco Central de Brasil entre 2016 y 2019 y luego pasó a desempeñarse como responsable de Latinoamérica en el FMI, etapa en la que se opuso a la reducción de las sobretasas de la deuda que nuestro país contrajo con ese organismo multilateral.
La propuesta inicial, sobre la que existía un gran consenso en Latinoamérica y el Caribe, se orientaba a Alicia Bárcena, la ex secretaria ejecutiva de la CEPAL. Ante su negativa, motivada en temas de salud de su cónyuge, el Palacio San Martín decidió cortarse solo y sorprender al resto de los países integrantes del BID con la candidatura de Cecilia Todesca, actual secretaria de Relaciones Económicas Internacionales. Al no conseguir los avales necesarios, el embajador argentino en Washington, Jorge Argüello, motorizó una negociación con el Departamento de Estado a espaldas de las delegaciones diplomáticas de los países más reacios a aceptar las políticas injerencistas.
Frente a esa defección, AMLO exhibió su desagrado, afirmando que “la Argentina es un pueblo hermano y Alberto es una gente muy cercana a nosotros… si les va a ayudar eso, adelante. Y ojalá que les cumplan. Yo ya me he vuelto muy escéptico”, declaró, en obvia referencia a las presiones y manipulaciones ejercidas por el equipo de Antony Blinken sobre Argüello y Cafiero. Haciendo referencia a los postulados de Gerardo Esquivel, el mandatario mexicano añadió que “nos parece inaceptable que se continúe con la misma política de predominio de los intereses del gobierno de Estados Unidos (…) Necesitamos un cambio”.
En directa referencia a Goldfajn, AMLO subrayó que el financista electo “será más de lo mismo”, y que favorecerá las políticas neoliberales basadas en la especulación, opuestas a las propuestas por quienes impulsan el mercado interno, la lucha contra la pobreza, la integración regional y el desarrollo productivo de la región.
Lealtades
Por su parte, los más importantes dirigentes de MORENA, la agrupación política a la que pertenece AMLO, fueron más explícitos al caracterizar como una deslealtad la decisión asumida por la Cancillería argentina. Un diputado de esa agrupación, integrante de la Comisión de Relaciones Exteriores del Palacio de San Lázaro –sede oficial permanente de la Cámara de Diputados– recordó que fue el Presidente mexicano el que denunció con más insistencia los manejos fondomonetaristas orientados a promover el salvataje del macrismo en 2015.
También –insistieron los funcionarios de la Secretaría de Relaciones Exteriores que comanda Marcelo Ebrard– fue el mandatario nacido en Tabasco quien exigió públicamente que se le brindara un trato justo en su renegociación de la deuda.
Esa apreciación crítica respecto al rol de Estados Unidos en el endeudamiento de la Argentina y la complicidad con la posterior fuga de capitales volvió a ser denunciada en la conferencia de prensa del último miércoles, junto al Presidente trasandino Gabriel Boric. El crédito otorgado por el FMI –sentenció– “es un ejemplo de la irresponsabilidad de los organismos internacionales”. La gestión de Goldfajn –pronosticó AMLO– no beneficiará el desarrollo de países vulnerables de América Latina: “Gastan más en burocracia en el BID que lo que otorgan de apoyo. Ya basta de esta simulación”.
Para disimular lo evidente y ahondar las diferencias al interior del bloque progresista de la región, el directorio del BID respondió a AMLO otorgando un crédito por 500 millones de dólares a la Argentina, con el único objetivo de fortalecer las reservas de divisas en el Banco Central y alcanzar las metas de reservas acordadas con el FMI. Para hacer más atractiva la mudanza del brasileño, la titular del Fondo, la búlgara Kristalina Georgieva, felicitó al nuevo presidente de la entidad: “Estamos orgullosos de Ilan y –aunque nos entristece despedirnos de él–, nos entusiasma verlo al frente de la institución de desarrollo más importante para la región”.
Esta falta de voluntad para la coordinación con los gobiernos que pueden viabilizar los procesos de integración de forma más rápida y eficiente quedó plasmada en otro desajuste de candidaturas, situación en la cual la Cancillería volvió a cortarse sola, sin la mínima voluntad de articular una propuesta común con sus socios geopolíticos naturales: propuso la candidatura del abogado Marcelo Kohen como representante ante la Corte Penal Internacional (CPI), a espaldas del resto de países integrantes de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).
La CEPAL difundió la última semana el Panorama Social 2022, en el que se describe la grave situación generada por la inicua sinergia de las políticas neoliberales y la pandemia. Los datos consignan que alrededor del 32% de la población total de la región vive en situación de pobreza. Eso supone que 201 millones de personas –del total de 600 millones– se encuentran en esa situación. Añade que 82 millones (13,1%) se encuentran en situación de indigencia o pobreza extrema.
En este marco, aparece como lastimoso que tres de los mandatarios, dos de ellos en funciones, no hayan sido consecuentes con la proveniencia política –el germen o el origen– que los encumbró para promover la integración regional y la creciente autonomización respecto de Washington. Lenin Moreno traicionó a Rafael Correa. Pedro Castillo hizo lo propio con el partido que lo postuló, Perú Libre. Y Alberto Fernández –sea por desafección, confusión o ingratitud– no logró retribuir la responsabilidad concedida por la actual Vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner.
Hannah Arendt advirtió con lucidez, más de medio siglo atrás, que “la lealtad total es posible sólo cuando la fidelidad se halla desprovista de todo contenido concreto, del que surgen naturalmente los cambios de opinión”.
*Sociólogo, doctor en Ciencias Económicas, analista senior del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)