Según las proyecciones de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, la sequía generará pérdidas que podrían oscilar entre el 1,1% del PBI al 1,8%.
Por Sebastián Premici.
“La caída de la producción de granos implica una reducción de las exportaciones, de la recaudación impositiva vinculada al sector, y de su aporte al PBI”. En términos generales, esta es la valoración sobre la cosecha 2022/2023 realizada por la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, frente a los efectos adversos de una prolongada sequía. En el desagregado de esta visión, se proyecta para el año una merma en la cosecha de maíz y soja, además del trigo, que en total podría llegar a casi 2 puntos del PBI.
Las conclusiones de este informe son un puñetazo para las pretensiones del Gobierno nacional en su necesidad de cumplir la meta de acumulación de reservas pautada con el FMI y la reducción del déficit fiscal por una posible reducción de ingresos fiscales vía retenciones.
En septiembre del año pasado, la Bolsa de Cereales había realizado un estimativo de los posibles rindes y resultados económicos para la cosecha 2022/2023. Dicho análisis se vio totalmente trastocado en función de los efectos adversos de la sequía y algunas heladas tardías. En base a la situación hídrica, la entidad elaboró dos nuevos escenarios, uno más benévolo que el otro pero ambos con pérdidas significativas para el sector y un menor volumen de dólares de las exportaciones agroindustriales.
Para el caso del complejo sojero, la producción podría caer de las 48 millones de toneladas previstas en septiembre a 41 millones en el mejor de los casos o 35 millones en la situación más adversa. El impacto en las exportaciones podría oscilar entre una caída del 16% o del 29% en un peor escenario hídrico. En el caso del maíz, las ventas al exterior podrían caer entre un 16 y 36%.
Si se toman todas las producciones analizadas (trigo, cebada, maíz y soja), las exportaciones de esta nueva cosecha ya contemplaban una merma del 6% en relación a la campaña 2021/2022. Pero con el agravamiento del escenario, esa potencial pérdida se profundizó, al menos en el análisis realizado por la Bolsa de Cereales.
“La caída de las exportaciones podría variar entre un 21% o 33%, afectando la disponibilidad de divisas en USD9226 millones para el escenario A, y en 14.115 millones para el escenario B”, puede leerse en el informe citado.
De acuerdo a la Bolsa de Cereales, en 2022 hubo un ingreso de divisas al mercado único y libre de cambios por 53.092 millones, de los cuales el 77% fue aportado por el sector agroindustrial, con una mayor predominancia del complejo sojero. El Gobierno necesitó implementar el llamado dólar soja en dos oportunidades para lograr la liquidación del sector, que a octubre del año pasado tenía guardada más de la mitad de la cosecha (27 millones de toneladas).
Luego de ambas devaluaciones selectivas, el complejo sojero se quedó con un remanente de cinco millones de toneladas, según el último informe del Monitor Agroindustrial, elaborado por la CIARA – CEC, la cámara que nuclea a los exportadores del agro. Probablemente, el sector vuelva a presionar por un nuevo tipo de cambio diferencial, en función de las posibles caídas de las exportaciones y de contar con un remanente relevante de granos.
El potencial menor ingreso de dólares impactará en las reservas aunque también habría una merma en la recaudación fiscal por menores ingresos vía derechos de exportación. Los menores ingresos de retenciones por la soja podrían oscilar entre los USD2182 millones y los USD3328 millones, con un impacto directo sobre la meta de déficit fiscal pautada con el FMI.