El jueves pasado por la tarde, en el neurálgico y transitado hall de la estación terminal porteña de Once retumbó a través de un “ruidazo” el pedido de reincorporación de Lourdes y Jazmín, trabajadoras del sector monitoreo de la Línea Sarmiento de trenes. La protesta unió a empleadas del transporte sobre vías y visibilizó lo sucedido: las dos compañeras fueron despedidas de forma arbitraria. A su vez revelaron que las colegas damnificadas soportaron previamente un sistemático hostigamiento laboral a través de difamaciones públicas por parte de la gerencia de Trenes Argentinos y la oficialista Lista Verde de Unión Ferroviaria. Las calamitosas condiciones en las que les toca desenvolverse a las trabajadoras del sector también fueron expresadas en la estación terminal.
Por Máximo Paz, para AnRed.
Sobre el día 16 del mes pasado cayeron los telegramas de despido. Así, Lourdes Chamorro, persona en situación de vulnerabilidad por ser víctima de violencia de género y Jazmín Ayelén Rodríguez, madre de dos hijos de 9 y 10 años, se encontraron con una de las peores noticias.
Según expresaron las notificaciones, los motivos de la desvinculación están supeditados al Artículo 245 de la Ley de Contrato del Trabajo (LTC), que es cuando se despide sin causa puntual alguna, como en el caso de una reestructuración. Ante el hecho, las especulaciones siguientes encontraron el fondo de la cuestión: dos despidos no pueden ser contemplados como “reestructuración” y si fue “sin causa”, es que, por supuesto, hay una: Lourdes y Jazmín alzaban la voz, denunciaban las sórdidas condiciones de trabajo a las que eran sometidas día a día. También se encuadraban dentro de la Lista Bordó, agrupación contraria a la Verde de Sergio Sasia, quién conduce el sindicato en su totalidad.
“A mi me echaron por venir con la ropa de la Bordó. Esa es la causa que no pueden poner en el telegrama. Hay muchos compañeros que no hablan por miedo, porque la Verde les mete miedo. No dejan que haya delegados, ni organización”, contó Lourdes al equipo de prensa de la organización opositora a Sasia.
Los reclamos de las trabajadoras eran concretos y precisos: bregaban para que se respeten las 6 horas de trabajo, establecido en el convenio 1576/18, que rigió hasta diciembre del año pasado y que para este año fuera reemplazado por uno de 8 horas por la misma paga. También pedían para que se saquen las cámaras de seguridad del comedor y en las áreas de descanso, en tanto que las grabaciones son utilizadas para la confección de capturas de imágenes y así burlarse de las mujeres por su aspecto físico en redes sociales.
“Trabajar en Monitoreo es un infierno. Tengo muchas compañeras que se han sentido mal, que se han ido al baño a llorar, hay mucha discriminación y acomodos. Tenemos 20 minutos de descanso. Durante el trabajo no podemos ir al baño, ni nos dejan tener nuestro celular por supuesta confidencialidad, pero los jefes, muchos de ellos ex policías, están ahí con sus celulares”, contó Lourdes para el mismo medio.
“No hay cosas básicas como papel higiénico o alcohol. Tuve compañeros con ataques de pánico por como nos gritaban y maltrataban los supervisores cuando dábamos aviso de algún hecho de violencia que veíamos en las cámaras. Para lo que tampoco estamos capacitados ni preparados psicológicamente”, aclaró la despedida de la Bordó.
El correctivo del día a día fue compuesto por un entramado de abusos laborales, malos tratos, burlas, gritos y, en el caso de que nazca alguna intención organizativa para contrarrestar el dispositivo aterrador, las detracciones y desvinculaciones disciplinarias.
Por ello, las trabajadoras afectadas mientras se desenvolvían en sus tareas tuvieron que sobrellevar unas cuantas difamaciones previas a los despidos.
“Me ensucian diciendo que faltaba mucho. Yo defendí mi trabajo y cumplí hasta viniendo con un brazo inmovilizado, por ART. Me amenazaban que me iba a quedar sin trabajo y cumplí. Porque todos sabemos lo que necesitamos. Vine a trabajar turno noche todos los días con el corazón en la boca, dejando dos niños solos, porque mi pareja también trabaja a la noche. Pensando ‘el último tren sale 1 y30 de Once, ¿cómo hago si pasa algo?’”, expresó Jazmín para la Bordó.
“Lo más grave que dicen es que yo abusé de un compañero. Nada más lejos de la realidad. No consta ninguna denuncia en ningún lado. No tienen pruebas. Si hubiera una denuncia yo podría defenderme, pero no hay”, dijo, por su parte, Lourdes.
La “campaña” fue establecida sin miramientos por la jefatura (plagada de expolicías) del sector, agentes afiliados a la Lista Verde y la regente inmediata, Marisol Hermoso, con la ayuda de familiares de la supervisora colocados a dedo.
Sobre Lourdes, también pesa la cuestión de que su despido fue en el marco de una situación personal de violencia. Por lo cual, la medida patronal incumple la Ley 24.685 de protección de mujeres.
“Yo fui víctima de violencia de género, sufrí muchos maltratos, hice todas las denuncias. No tenía trabajo, ni casa propia ni ningún tipo de ayuda familiar. Mis padres me abandonaron. Cuando me separé del padre de mi hijo, el violento, tuve que vender hasta los muebles y me fui a vivir a un hotel familiar. Me vi obligada a entregar la custodia de mi hijo al padre porque no tenía para mantenerlo. Hace un año que no puedo verlo”, explicó.
En el hall de la estación, en pleno “ruidazo”, Mónica Schlotthauer, delegada de La Bordó, sobre el conflicto, apuntó a Martín Marinucci, presidente de Trenes Argentinos y, en consecuencia, al Ejecutivo nacional: “La gestión de este gobierno está pisoteando los derechos de los trabajadores y los usuarios, con despidos sin causa, con sectores cada vez más vaciados, con un servicio que deja tirada a la gente por que no invierte y además de eso están dejando a trabajadoras en la calle”, declaró para el medio La Izquierda Diario.
“Todo lo que está haciendo esta gerencia va en contra de lo que dice su discurso político, es mentira que abren trenes para que los más pobres se vayan de vacaciones, por que somos los más pobres los que no podemos llegar al trabajo todos los día por la desinversión y también por la corrupción”, concluyó.