Las cartas están echadas y el gobierno cumple con la demanda del poder y las sugerencias del FMI, mientras la población más empobrecida sufre las consecuencias del ajuste. El interrogante remite a la transformación de ese sufrimiento en descontento y a este en protesta.
El gobierno logró la aprobación en el Senado de la Ley “Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos”, que tenía media sanción en la Cámara de Diputados. Con ella se aprobó el “paquete fiscal”. Ambos instrumentos legales fueron modificados por los senadores, en frenéticas negociaciones que involucraron a los poderes ejecutivos provinciales.
Intentará ahora el gobierno que los diputados transformen en ley ambos proyectos, y en la medida de lo posible, con el contenido que fue al debate del Senado. No es menor lo que se juega, pero, incluso, transformando en ley lo resuelto por los senadores significa un triunfo para el oficialismo, que llevó a la reunión del G7 en Italia este primer consenso legislativo sobre reformas estructurales que demanda el poder económico.
En efecto, tan es así, que los “mercados” respondieron favorablemente con mejoras de los indicadores bursátiles, cambiarios, estimulados por dos medidas anunciadas en simultaneo.
Una remite al FMI, que anunció la liberación de 800 millones de dólares ante el “sobre cumplimiento” de las metas acordadas en los términos macroeconómicos, sea el superávit fiscal, como las mejoras en las reservas y el proceso des-inflacionario, con el 4,2% del registro para mayo pasado, con sugerencias de avanzar en la búsqueda de consensos políticos para el ajuste y la reestructuración, entiéndase reformas laborales y previsionales, tanto como atender las necesidades de los sectores más vulnerables, un guiño no muy convincente de “sensibilidad”, algo extraño al régimen del capital, mucho menos al organismo rector de las finanzas globales. El Fondo pronostica una caída del PBI para este año del -3,5% y demoras en el repunte de la actividad, algo que confirman los datos oficiales.
El otro caso es la aprobación desde China para la renovación del swap, una operación de préstamo iniciada en el segundo gobierno de Cristina Fernández y ratificado y ampliado en los sucesivos gobiernos de Mauricio Macri y Alberto Fernández. Son 5.000 millones de dólares que vencían en junio y julio, que sin la renovación hubiese complicado las cuentas externas del país. Ahora está planificado el viaje de Milei a Beijing luego de las diatribas críticas hacia los comunistas y el gobierno chino. Negocios son negocios dice el dicho popular, por lo que la ideología se mantiene, pero a los efectos de asegurar recursos para el programa del gobierno, se terminó negociando con el gobierno comunista.
Todo suma a los objetivos del gobierno. La contracara proviene de la realidad de la cotidianeidad de la mayoría de la población. La caída del consumo es resultado directo de la baja de los ingresos populares, salarios, jubilaciones y planes sociales. El resultado directo es la recesión y con ella el previsible crecimiento del desempleo y las suspensiones, los cierres de empresas y los problemas que se suscitan en las cadenas de pagos. El fin de semana largo finalizado este lunes 17 de junio fue una muestra de baja en los consumos turísticos, motivados principalmente en la carestía a pesar de la tendencia a la baja de la inflación. Una baja puesta en dudas ante las subas de tarifas y una probable meseta de los precios según anticipan las consultoras que informa pronósticos al BCRA en un nivel del 5% hasta diciembre.
Ya pasó un semestre del gobierno Milei y se acerca el fin del primer semestre del año, en donde las jubilaciones amortiguarán el impacto regresivo del ajuste y la recesión, al mismo tiempo que se esperan miles de despidos en el sector estatal, quienes se preparan sindicalmente para resistir el ajuste y la reforma del Estado que ahora, si se aprueba finalmente en Diputados ña ley Bases, tendrán legalidad parlamentaria para cesantear otros 50.000 trabajadores/as según anticipó Milei.
Las cartas están echadas y el gobierno cumple con la demanda del poder y las sugerencias del FMI, mientras la población más empobrecida sufre las consecuencias del ajuste. El interrogante remite a la transformación de ese sufrimiento en descontento y a este en protesta. Claro que no alcanza con la protesta y los que hace falta en el país es la construcción de un rumbo alternativo que tenga consenso mayoritario en la población, y claro, seguramente, no será avalado por los “mercados”, convocando a nuevas desestabilizaciones de la economía y de la política.
Buenos Aires, 17 de junio de 2024