UN ARGENTINO DE PURA CASTA
Durante la campaña, la propuesta de Milei de hacer que el costo del ajuste lo pague la “casta” política convenció al argentino medio de que esta era la oportunidad para castigar a todos los políticos corruptos, culpables de la hecatombe política, económica y social.
Hoy ya hay pruebas suficientes para que sus votantes corroboren que el brutal ajuste no sólo no lo está pagando la “casta”, sino que ésta continúa disfrutando de las mieles del poder, dado que fue la única que se aumentó el sueldo de manera sideral mientras que el salario del ciudadano común se redujo un 50 por ciento.
Asimismo, el argentino medio también compró la promesa de que se eliminarían todos los gastos superfluos del estado, pero hoy, el presidente junto a su hermana, viven de turismo viajando por todo el mundo “con la nuestra”, sin obtener ningún provecho para nuestro país.
Pese a su orfandad política, el presidente ha logrado gracias al apoyo incondicional del degradado y corrompido partido radical y el PRO aprobar una ley cuyos artículos, uno a uno, aniquila los derechos sociales y laborales del pueblo argentino y entrega pornográficamente nuestra soberanía nacional.
Gracias al RIGI, Argentina sería desmembrada hasta quedar en una situación similar a la ex Yugoslavia, pero no por las bombas, sino por elección del propio argentino al haber votado un candidato que ya anticipaba su voluntad extranjerizante.
EL ARGENTINO ERRANTE
Es evidente que la actitud errática del argentino medio que votó a Milei aún no ha tomado conciencia de su desamparo. Cuando la clase política o la dirigencia representante del pueblo se despega de los problemas de sus gobernados, se abre una brecha dentro del sistema democrático que generalmente es ocupada por el nihilismo y la anomia social.
En este sentido, mientras los legisladores y gobernantes viven en Narnia, los sindicatos, los movimientos sociales, los curas villeros, las diversidades, las mujeres y todos aquellos actores responsables que tienen una capilaridad dentro de la sociedad aún resisten este error histórico auto infligido.
Milei no es el presidente de un país, sino un simple agente del libremercado al servicio del imperio. Es un síntoma, es la expresión más acabada de un cuerpo enfermo llamado Argentina.
El lugar que los países imperialistas ocupaban a fines del siglo IXX y XX, ahora lo ocupan los mercados y los legisladores, que otrora representaban al pueblo, hoy personifican a las corporaciones.
Aun así, el votante de este síntoma que aún tiene espalda para seguir apoyándolo hará la vista gorda al enterarse de que Pettovello prefería que millones de kilos de alimentos se pudrieran en un depósito antes que entregarlos a los comedores comunitarios o que sesenta pacientes oncológicos murieran por la negativa del gobierno a entregarles los medicamentos.
El cierre constante de comercios, pymes e incluso de fábricas inmensas cómo Acindar, la cual ya lleva paralizada cuatro plantas con sus consecuentes despidos masivos, aún no ha logrado la empatía de quienes continúan apoyando el proyecto devastador del servidor del mercado.
Quizá la mayoría de quienes votaron al libertario no tengan relaciones comerciales con otros países, pero los que la tienen ven con estupor cómo Milei vomita insultos contra los presidentes de Brasil, España, México, Colombia, Venezuela, China, Rusia y Chile, con el sólo fin de ser aplaudido y mimado por ignotos ultraderechistas del mundo.
ARGENTINO HASTA LA MUERTE
Podríamos asegurar que el argentino que votó a Milei jamás se imaginó que tras seis meses de recesión y privaciones de todo tipo para lograr un déficit cero dibujado, en otro gesto de alineamiento con Estados Unidos, el gobierno compraría 24 aviones de combate F-16 en desuso por un monto de 600 millones de dólares.
Modelo de F 16 comprado por el gobierno argentino a Dinamarca.
Tampoco se imaginó que, casi sin pensarlo, el presidente se los ofrecería a Zelenski involucrándonos directamente en el conflicto Ruso Ucraniano.
Afortunadamente, tras recibir del embajador ruso un “consejo” para que se abstenga de interferir en el conflicto entre Ucrania y Rusia, sugiriendo que mantenga una postura neutral, Milei desistió del envío.
El balance es devastador. ¿Qué nos quedará? Una economía de enclave, extractivista- minera de agricultura intensiva, cuyos dueños extranjeros se dividirán el territorio según sus intereses y tendrán el alivio de que ante cualquier intento de expropiación este se dirimirá en los tribunales de Washington. En definitiva, una verdadera balcanización de nuestro país a través de un experimento fatídico elegido por el propio pueblo.
Un pueblo que, al ser consultado si siente algo de responsabilidad por haber votado alegremente el fin del estado de derecho y la entrega de nuestra soberanía, siempre responderá de la misma manera: “Yo, argentino”.
Alejandro Lamaisón