En los últimos días hemos escuchado de enfrentamiento entre criollos y aborígenes en la Comunidad Wichí Alto de la Sierra, viendo manifestaciones de los vecinos criollos denunciando la violencia contra ellos por parte de los hermanos wichí.
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También hemos visto foto de una vivienda de un criollo incendiándose. Por supuesto todo esto no hace más que fomentar el odio y la discriminación, lo que lamentablemente las comunidades originarias viven sufriendo cada vez más asiduamente.
Alto de la Sierra está distante de la capital salteña a unos 580 km y a 190 de la ciudad de Tartagal. Pertenece al Municipio de Santa Victoria Este, Departamento Rivadavia Banda Norte y está compuesta por una parte de vivienda de familias criollas y la comunidad o la “misión” como los hermanos le dicen, por haber pertenecido a la órbita de la iglesia anglicana.
También se encuentra a pocos kilómetros de la frontera con la provincia de Formosa y con la República del Paraguay. Cuenta con un hospital y una escuela primaria y secundaria, y de esta última egresan jóvenes, hombres y mujeres, cuya mayoría no cuenta con el suficiente apoyo para ir a estudiar a Tartagal en la universidad o en algún instituto terciario.
Algunos que lo pueden hacer suelen prepararse para volver a la comunidad y trabajar como auxiliar bilingüe en la escuela, pero por supuesto son muy pocos. También es muy poco el trabajo que pueden realizar en el pueblo, por lo cual la mayoría de las veces están desocupados..
Esta situación es sumamente peligrosa porque son víctimas fáciles, por un lado, de los comerciantes inescrupulosos que les venden botellas de alcohol etílico y por otro, de quienes les proveen de drogas. Ambas adicciones se han vuelto cada vez más intensas, provocando situaciones de violencias, que han llegado incluso hasta la muerte en un caso. Por supuesto que esto provocó entre las familias wichí mucha preocupación y han denunciado una y otra vez esta situación, pero nunca fueron escuchados, así que en esta oportunidad y ante el caso de un menor indígena detenido por un robo en la policía, se movilizaron e hicieron oír su voz. Incluso las mujeres wichí, que por lo general no hablan mucho, en esta oportunidad se expresaron con mucha preocupación.
Ante la movilización de los hermanos y hermanas wichí, una parte de la población criolla ha denunciado amenazas y situaciones violentas por parte de ellos y salieron por algunos medios denunciándolos como si ellos, los criollos, estuvieran en peligro.
Por eso y para aclarar esto, ahora vamos a escuchar a un cacique de esa comunidad, Justiniano Pérez y a una hermana, en donde comentan esta situación. Agradecemos a la radio “La Voz Indígena” de Tartagal por este valioso testimonio.
Difundimos. Ponemos en las redes. Lo que observo es la distante sensibilidad que despierta esta realidad, este genocidio en cuentagota que hacen los gobiernos a los pueblos ancestrales; guardianes ancestrales del equilibrio entre el hombre y la Naturaleza.
¿Qué mejores formas de comunicar lo que sucede en estos parajes se pueden crear?