Osobuco, el nuevo bien suntuario

Con el consumo interno en caída, la carne vacuna se ha vuelto incomprable para una gran parte de los hogares argentinos. Los cortes populares subieron más que los caros, lo que achicó la brecha entre ambos. ¿Y opciones como el pollo? Aumentaron todavía más.

Ilustración: Marcelo Spotti

Por Gladys Stagno

La discusión sobre la composición de la canasta con la que el INDEC calcula el Índice de Precios al Consumidor (IPC) viene de larga data pero recobró importancia en los últimos tiempos por un dato: el aumento galopante de la carne.

Con una ponderación que sobreestima el peso de los alimentos en los consumos de una familia tipo, en detrimento de otros —como los servicios, que tarifazos mediante impactaron con furia en los bolsillos de los argentinos—, la canasta de bienes y servicios de 2004 que utiliza el INDEC venía siendo funcional a los intereses del gobierno de Javier Milei. Hasta marzo.

Fue entonces cuando la carne comenzó a aumentar con prisa y sin pausa y a hacer subir la inflación, única variable que el Gobierno puede mostrar como propaganda (aunque ya no tanto).

El Monitor de precios de carne bovina de abril, elaborado por el Centro de Economía Política Argentina (CEPA), indicó que en el cuarto mes de 2025, los precios en mostrador de los distintos cortes de carne bovina registraron una suba de 4,1% con respecto a marzo, mes en el que ya se habían incrementado 7,5%.

“En términos interanuales, estos cortes remarcaron su precio 60,1%, 12,5 puntos porcentuales por sobre el aumento general de precios de la economía (47,6%)”, resalta el CEPA.

Si se hace un seguimiento desde noviembre de 2023,  la carne de res aumentó 264%, mientras que el nivel general de precios en el mismo período fue de 244,5%.

El fin de los cortes populares

La variación de abril fue mayor en los cortes “intermedios”, que registraron una suba promedio del 4,7%. A ellos les siguieron los cortes “económicos”, con el  4,6%. Los que menos aumentaron fueron los cortes “caros”, con un incremento del 3,6%.

Las opciones proteicas históricamente baratas tampoco son ya una opción para las familias. Según el relevamiento del CEPA la principales subas en los precios de abril se dieron en el pollo entero (10,7%), osobuco, tapa de nalga y paleta (6,5%).

“En términos interanuales, todos los cortes de carne bovina seleccionados aumentaron sus precios por encima de la inflación interanual general de la economía”, asegura el informe.

Así, el asado (61,6%) y el vacío (63,3%) —los cortes más representativos del consumo interno— mostraron subas superiores al promedio general, y el lomo fue el que más aumentó, con una suba interanual de 68,4%.

¿Quién está comprando carne?

La consecuencia es previsible: el consumo de carne no para de caer. Según la Cámara de la Industria y el Comercio de Carnes (CICCRA), la caída del promedio de consumo per cápita de carne bovina, de marzo 2024 a marzo 2025, fue de 2,7%.

“En contraposición, las exportaciones de carne argentina se encuentran en récord histórico. En 2024 totalizaron 935.261 toneladas equivalente res c/hueso, ubicándose 9,7% por encima del acumulado en 2023 (852.218 toneladas). De este modo, podemos concluir que la carne que dejó de consumirse en Argentina fue depositada en el mercado externo”, detallan desde el CEPA.

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