“Trabajar menos para que trabajemos todes”. La ministra de Trabajo volvió a insistir con la reducción de la jornada laboral. Los proyectos en pugna y las experiencias exitosas en Chile, Colombia y Europa.
Por Emiliano Correia.
En el marco de una serie de medidas que el gobierno nacional ha venido desplegando en las últimas semanas, no resulta descabellado y mucho menos inoportuno que el candidato presidencial de Unión por la Patria, Sergio Massa, aproveche el viento de cola para meterle primera a un nuevo DNU y resolver sin vacilaciones el debate parlamentario que se avecina sobre la reducción de la jornada laboral. Por lo menos así lo han dejado trascender algunos sindicalistas cercanos al Gobierno.
La iniciativa ya cuenta con dos proyectos de ley del bloque sindical y que poseen estado parlamentario. Uno es el de Claudia Ormaechea, quien además de diputada es secretaria de Derechos Humanos, Género e Igualdad de la Asociación Bancaria. Ormaechea propone reducir la jornada laboral a “seis horas diarias o treinta y seis semanales”, tanto para el sector público como para el privado.
El otro proyecto es el de Hugo Yasky, diputado nacional y secretario general de la CTA de los Trabajadores, quien plantea que “la duración del trabajo no podrá exceder de ocho horas diarias o cuarenta horas semanales para toda persona ocupada por cuenta ajena en explotaciones públicas o privadas aunque no persigan fines de lucro”.
A estas presentaciones se suma la que hizo el año pasado el diputado nacional Nicolás del Caño, del Frente de Izquierda y de los Trabajadores – Unidad (FIT-U) quien propuso reducir la jornada de trabajo a seis horas, con un salario que cubra la canasta familiar, destacando que “si se aplicara a las 12 mil empresas más grandes del país, se podrían generar un millón de trabajos genuinos”.
Mientras tanto, en la Cámara Alta el senador Mariano Recalde también presentó un proyecto de reducción de la jornada laboral de 48 a 36 horas, promoviendo la semana laboral de cuatro días. Con él, se intenta reducir todos los máximos legales: régimen diurno, nocturno, trabajo insalubre y regímenes especiales.
Recientemente, la ministra de Trabajo Raquel “Kelly” Olmos afirmaba que “respaldamos la reducción de la jornada laboral”, al señalar que “Argentina ha quedado en ese sentido muy retrasada al establecer todavía desde la década del ‘30, 48 horas de jornada laboral semanal» e insistió en que «si progresivamente pasamos de 48 a 44, y de 44 a 40 horas, por lo menos avanzaremos en algo donde la Argentina tiene un retroceso importante”.
En la misma sintonía, la semana pasada el cosecretario general de la CGT, Héctor Daer, afirmaba en sus redes sociales: “Hay varios proyectos dando vueltas con respecto a acortar la jornada laboral. Desde la CGT lo planteamos hace rato, lo dijimos en el acto del 1 de mayo. Seguramente será algo muy próximo”. Estas declaraciones le otorgan mayor verosimilitud al tratamiento de un tema que la pandemia de COVID ayudó a instalar en el mundo.
En nuestra región son varias las experiencias. Quizá la más reciente y cercana es la del país vecino, Chile. En abril pasado sancionó una ley impulsada desde el Ejecutivo que redujo el máximo legal de 45 a 40 horas semanales de manera gradual, abriendo también la posibilidad de aplicar la modalidad de cuatro días de trabajo. Otro ejemplo es el de Colombia. El proyecto, que comenzó a discutirse los primeros días de junio de 2021 con un gran rechazo de los empresarios locales, terminó por sancionarse, con lo cual se empezó a reducir la jornada de 48 a 42 horas semanales de manera gradual hasta lograr el objetivo planteado por la norma a fines de 2026.
Fuera de Latinoamérica los ejemplos sobran, llevan años implementándose y muestran logros incuestionables:
– La experiencia piloto aplicada en España en varias empresas busca reducir la jornada laboral a 32 horas, es decir 4 días a la semana, lo que implicaría extender un día el fin de semana.
– En Alemania el sindicato IG Metall, que agrupa a unos 2.3 millones de trabajadores, ya había propiciado una medida similar en 2018 reduciendo la jornada laboral con la patronal Südwestmetall durante un plazo de dos años. Cabe destacar que, en 1995, la IG Metall había logrado imponer las 35 horas semanales en la industria.
– En la ciudad de Gotemburgo, Suecia, se implementó hace unos años la jornada de 6 horas diarias en el sector de cuidados de ancianos. Durante los primeros 18 meses del ensayo, las y los enfermeros que trabajaron menos horas registraron menos licencias por enfermedad y reportaron mejores condiciones de salud aumentando su productividad y organizando un 85% más de actividades para sus pacientes.
– En mayo de 2020 la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, advirtió que consideraba establecer una jornada laboral de cuatro días con el objetivo de promover el turismo doméstico y reactivar la economía luego de que el pequeño país lograra vencer la propagación del COVID en su territorio.
– En Islandia se realizó una experiencia entre 2015 y 2019, en la que más de 2.500 trabajadores del sector público de la capital Reikiavik trabajaron menos horas sin reducción del salario generando menor agotamiento y manteniendo los niveles de productividad.
– En Portugal, la propuesta arrancó en junio de 2023 y durará hasta fin de año. Consiste en jornadas de 32, 34, o 36 horas, definidas por acuerdo entre la empresa y los trabajadores. Para las empresas será voluntario implementarlo, ya que el gobierno no ofrece ninguna compensación pero deberán mantener el salario de su personal.
Ya es un hecho que en el mundo continúan multiplicándose las experiencias para acoplarse de modo inteligente al avance tecnológico y científico sin sacrificar puestos de trabajo ni la calidad del empleo. Y todo parece indicar que la tendencia seguirá creciendo junto a la progresiva y cada vez más acelerada mecanización y evolución de la inteligencia artificial. Roberto “Beto” Pianelli, actual secretario general de Metrodelegados -gremio que logró hace varios años la jornada diaria de 6 horas para las y los trabajadores del Subte-, destacó que “hoy se necesita mucho menos tiempo para producir una mercancía” y ya no son necesarias “8 horas para producir, 8 horas para descansar y 8 horas para recrearse”.
Hoy en la Argentina hay un escenario propicio. Sergio Massa lo sabe y parece estar aprovechándolo eficazmente en la campaña electoral, apalancado por el envión de la propuesta de eliminación del impuesto a las ganancias, que le permitió obtener el apoyo masivo del movimiento obrero. Y puede incluso acelerar los tiempos y sumar otro poroto más con la reducción de la jornada de trabajo. “Trabajar menos para que trabajemos todos” puede dejar de ser una consigna de lucha para convertirse en una realidad efectiva que sirva como el último escalón de Unión por la Patria para alcanzar el triunfo.
Fuente: https://elgritodelsur.com.ar/2023/09/trabajar-seis-horas-reduccion-jornada.html