Convulsiones judiciales de un empresariado demasiado amigo de los peajes
Panorama semanal.
Para industriales como Luis Pagani, que rumia en privado su bronca contra el plan económico pero que todavía maniobra para no romper lanzas con el Gobierno, administrar una cabina de peajes sería casi un deshonor. Incluso aunque le convendría más que dejar de fabricar caramelos para poner un banco en la era de las Leliqs. Arcor, la compañía que fundó su abuelo, anotó en los primeros nueve meses del año una pérdida récord de $6.247 millones. Su balance no difiere mucho de los de otras gigantes del rubro como Mastellone o Molinos. Sí contrasta como el día y la noche con los de la banca privada, que en octubre duplicó su rentabilidad. Y con las superganancias de concesionarias viales como las de los accesos Norte y Oeste, que esta semana arrastraron a Comodoro...