En julio, los directivos de la empresa Chemton SA. cerraron su planta de Moreno dejando a más de 60 familias en la calle. Los operarios decidieron mantenerse en la fábrica en defensa de sus puestos de trabajo. Luego de meses de exigir respuestas, los organismos competentes no dan solución a sus reclamos y se mantiene el acampe en el barrio La Reja. Denuncian vaciamiento y exigen la habilitación para volver a producir.
Luego de meses de atraso en los pagos, en el mes de julio, los directivos de la empresa plástica Chemson SA. decidieron cerrar las puertas de su fábrica en Moreno. Alegando una crisis en el sector, dejaron en la calle a más de 60 familias. Sin embargo, los trabajadores desmienten la quiebra: “el dueño cierra la empresa con plena producción, estábamos trabajando. Es más, eran casi monopólicos en el mercado y tenían clientes grandes: como Paladini, COTO, La Anónima y Swift. Acá lo que hubo fue un vaciamiento, no se invirtió en máquinas”.
El conflicto entre los trabajadores y los directivos de la firma comenzó en marzo, con el atraso de los sueldos. “Cobrábamos en cuotas, nos pagaban en 4 o 5 veces. Y con el aguinaldo pasó lo mismo”. Frente a está situación, los operarios decidieron bloquear los portones de la fábrica. La medida surtió efecto, el dueño de la firma se acercó a dialogar: dijo que iba a vender, pero que había inversores y que nadie iba a quedarse sin su puesto de trabajo. Ante esta promesa, los operarios volvieron a producir.
Sin embargo, en el mes de mayo se vieron obligados a tomar nuevas medidas de fuerza. “Nos decían que eramos vagos y que no queríamos trabajar”. Los operarios redoblaron la protesta: organizaron un escrache, con bombos y pancartas, frente a la casa del dueño de la firma. Ese fue el punto de inflexión: “El decide mandarnos telegramas a todos, hasta él se considera despedido”. Pese a los despidos intentaron continuar la producción, pero no pudieron: “Se paralizó el servicio porque no teníamos luz ni con qué producir”, relata uno de los obreros. A partir de aquel entonces, los trabajadores se quedaron cuidando las instalaciones.
“Estamos cuidando la fabrica para que no se lleven las cosas”. Luego de dos meses de acampe, no recibieron respuesta de ningún organismo oficial. Y eso que hicieron de todo: fueron a la Municipalidad y al Concejo Deliberante; al Ministerio de Trabajo, donde los tildaron de vagos y solo recibieron a la parte empresaria; fueron al Congreso, a reunirse con diputados; llevaron su reclamo al Ministerio de Trabajo de San Miguel, dónde la mediadora Gabriela Barrientos no les dio ningún tipo de solución y les recomendó que se declaren despedidos; también mantuvieron relación con la CGT regional y el sindicato del plástico, pero, pese al apoyo, no bastó.
Sin solución de los entes competentes, los operarios intentan volver a trabajar: “Estamos viendo si podemos formar una cooperativa o ver de que manera podemos producir. Tenemos una cartera de clientes importante, pero si no nos dan la legalidad no nos van a querer comprar”. Pero se les complica: “el dueño dice que no es el dueño, que es un simple accionista. Hasta él se mandó el telegrama de despido”. Las evasivas de la patronal tienen razón de ser: el dueño, Fernando Castro, invierte en otras empresa, a la vez que vive de la renta de otros terrenos que alquila.
Mientras resisten el cierre de la fábrica, las más de 60 familias que producían en Chemton se las arreglan como pueden para sobrevivir. “La mayoría de los compañeros tenía coches y se fueron a los Uber. Yo hoy cobré el seguro de desempleo, que es una miseria, y no me queda más nada. Otros hacen changas, venden rosquitas. No estamos viendo un peso”. Los responsables: Fernando Castro, Guillermo Rey, Daniel Pla y Fabián Guido, continúan haciendo negocios. La situación de los trabajadores es una imagen de los tiempos que corren: dónde se priorizan las importaciones y se destruye la industria nacional. Los operarios podrían bajar los brazos y buscar una changa, pero decidieron, por su bien y el de sus familias, resistir y luchar por sus fuentes laborales.