En ésta fábrica de Ensenada, como en otras de Propulsora, el bloque de poder a través de sus brazos armados, el Ejército la Fuerza Aérea y la Marina, arremetió contra la subversión fabril como la definió Ricardo Balbín (UCR), mas precisamente la guerrilla fabril. Diecinueve trabajadores fueron secuestrados y seis asesinados. También hubo despidos masivos.
De acuerdo a los testimonios recogidos por esta agencia de quienes asistieron a este impensado señalamiento en esta etapa del final de la gestión macrista, deparó reencuentros de sus ex trabajadores, familiares, HIJOS, militantes, funcionarios municipales, trabajadores de prensa, entre otros. Y lógicamente la ausencia de la seccional de la UOM.
«No nunca me imaginé este acto, nunca, Cuando me avisaron no lo podía creer» resumió una compañera de la lucha de los trabajadores, como lo refleja esa inolvidable imágen de la presencia de las esposas de los trabajadores en lucha.
Es que al igual que otros cursos de acción la familia compartía la lucha, lo mismo que el respaldo de los combatientes de la insurgencia armada, mas allá de que se pretenda ignorarlos.
A medida que llegaban al acto se multiplicaron los abrazos y las lágrimas y las preguntas de sus respectivas vidas después de más de 40 años. Florecieron los recuerdos en el marco de la lucha de clase de la bella y trágica década de los setenta.
Con las tres columnas blancas con las palabras “Memoria, Verdad, Justicia”, el cartel precisa: “Aquí se cometieron delitos de lesa humanidad durante el terrorismo de Estado. Desde finales de 1975 y con mayor intensidad a partir de la última dictadura cívico militar (1976-1983) trabajadores de esta planta fueron secuestrados por miembros de las fuerzas armadas y de seguridad con participación de la empresa”.
“De esta fábrica me sacaron el 5 de abril de 1976, de la oficina en la que trabajaba. Me metieron en el baúl de un auto y ese auto salió de la fábrica sin ninguna interrupción, sin que nadie interviniera. Cuando hablamos de responsabilidad empresaria hablamos de eso: de una empresa que permite que haya personas de civil en la planta y que secuestre a sus trabajadores”, dijo María Beatriz Horrac, la única mujer de la comisión interna.
Después Daniel De Santis (PRT-ERP) dijo entre otras definiciones: «Propulsora no sólo fue la vanguardia en la región, sino también en la provincia y el país. Los integrantes de la comisión interna éramos todos militantes organizados. Tenemos que reivindicar la militancia en las organizaciones, tenemos que reivindicar la unidad y la democracia”, quien junto a Lopresti integraba la Comisión Interna que la empresa reconoció luego de una toma de la fábrica en 1974.
También hablaron Carlos De Laturi, hijo del militante sindical Abelardo De Laturi Zapata asesinado el 13 de enero de 1976, y Alejandra Esponda, hija del trabajador de propulsora Carlos Enrique Esponda, secuestrado el 29 de junio de 1977.
“La empresa entregó información, entonces a los compañeros que no fueron detenidos en su puesto de trabajo los secuestraban en sus casas. Hay testimonios que indican que había camiones en la planta (de Propulsora) que eran camiones que iban pasando por distintas fábricas levantando compañeros”, precisó Esponda.
El 23 de mayo de 1974 comenzó una toma de la fábrica, famosa porque llegó a durar tres meses y que fue apoyada no solo por sus trabajadores, sino también por la comunidad de la región de La Plata, Berisso y Ensenada, y que consiguió que la Comisión Interna fuera reconocida por la empresa. Una lucha que la empresa a sangre y fuego fue por los trabajadores.
Un señalamiento impensado, como lo fue el juicio a Mercedes Benz y Ford, en estos años macristas.
Con relación a la represión compartimos una tramo de la nota de Alejandro Jalinski en el «Cohete a la Luna», en su edición del domingo. Cita una definición de la especialista española Libia Arenal Lona en un seminario en Flacso, en su sede porteña, al presentar su libro para juzgar los crímenes económicos contra la humanidad, y dialogar sobre el juicio a Ford.
Señala que a lo largo de la sentencia se afirma la existencia de una estrecha alianza y convergencia ideológica entre élites empresariales y militares que atacaba al mismo tiempo a la denominada «subversión» y al movimiento obrero (siendo un binomio indisociable»).
Los juicios a la guerrilla fabril, en el corazón del sistema capitalista, lo confirman.