Pasadas las 4 de la madrugada del viernes 27 de septiembre, en las cercanías del paraje bonaerense La Verde, del partido de Mercedes, una súbita explosión de un galpón atestado de barrilles de Glifosato, Paraquat y otros herbicidas, generó una onda expansiva cuyos efectos físicos se sintieron más allá de los 5 kilómetros a la redonda. Un contratista vial vinculado a la empresa, y que oficiaba también de sereno en la planta de SIGMA, intentó salvar una de sus máquinas y, de acuerdo a versiones todavía informales de médicos del Hospital Posadas, habría muerto por “quemaduras químicas graves en vías respiratorias”. A casi una semana de la catástrofe ambiental y sanitaria, la noticia continúa sin cobertura nacional a pesar del todavía incalculable impacto que ocasionarán los millones de litros de químicos incinerados.
Antes de la salida del sol del viernes 27 de septiembre, Martín Barros, un productor rural de semillas orgánicas dormía en su casa –situada en un predio de 5 hectáreas-, distante a dos kilómetros y medio de la planta de agroquímicos. “Salté de la cama, los perros ladraban como locos y en seguida las paredes y el piso comenzaron a vibrar. Sin ver todavía nada, pensé: ‘La puta madre, voló la planta de SIGMA’. Salí afuera y vi la columna de fuego de más de 20 metros de altura. Yo sabía que la ocurrencia de semejante desastre era sólo cuestión de tiempo”, relata a ANDAR el productor.
Entre los antecedentes de casos similares ocurridos en el país existe un denominador común: no se ha aplicado nunca un sistema efectivo de contención y saneamiento. El desastre en el paraje La Verde de la semana pasada, potencialmente, puede ocasionar consecuencias sanitarias y ambientales graves con décadas de duración y regiones que exceden por mucho el distrito de localización de la fábrica de SIGMA. “Esa noche se desató la química del diablo”, ilustra Barros.
La planta industrial del siniestro funciona desde hace 5 años, habiendo comenzado con la fabricación de pastillas de cloro para pileta; luego giró al acopio de agroquímicos; y desde hace dos años se dedica al fraccionamiento de sus productos. Sin embargo, lo que nunca se supo –y ahora resta determinar si alguna vez obtuvo la habilitación para hacerlo- es que formulara, sintetizara y fabricara directamente los productos químicos que distribuye.
De sus tres naves o galpones, uno fue el de la explosión, con paredes de más de 50 metros de longitud y cerca de 16 metros de altura. Como una especie de depósito, estaba desde el piso hasta los techos cargado de barriles de glifosato (herbicida de amplio espectro, para la eliminación de hierbas y de arbustos), Paraquat (otro herbicida, pero de contacto, que contiene amonio y es altamente tóxico para humanos), además de gasoil y biodiesel que se utilizan para diluir los concentrados de Paraquat y glifosato que la empresa SIGMA importa desde China.
“Empezó a amanecer y vi una columna de humo que subía hasta el infinito, denso, como si se pudiera tocar en sus contornos. A los pocos minutos, el olor penetrante del 2,4 D (otro herbicida), mezclado con olor a plástico y gasoil. En pocos minutos tenía irritación en las vías respiratorias”, recuerda Martín Barros.
Cuando obtuvo los primeros datos de lo ocurrido, supo que la catástrofe podría haber sido peor: si en vez del galpón de depósito hubiera explotado el de los reactores de Paraquat y de Amonio –este último, un componente del Paraquat-, hubieran ocurrido consecuencias como la del Desastre de Bhopal, en India, 1984, donde 3000 personas murieron en las primeras 24 horas y otras 15.000 posteriormente por secuelas de la intoxicación.
“El amonio es un veneno no acumulativo, lo que implica que apenas lo respirás, te mata. Y el 70 por ciento de los productos que fabrica o importa SIGMA necesitan de amonio. Con respecto al Paraquat, la ingesta de un solo miligramo es letal. Pero más allá de que ese galpón de reactores no haya explotado, hay que considerar la cantidad de litros en el depósito incinerados o, lo que es peor, filtrados posteriormente por la tierra y que en algún momento llegarán a las napas”, detalla el productor.
En cuanto a la cantidad de barriles stockeados, argumenta que es el inicio de la temporada alta de la siembra de la gruesa. Millones podrían haber sido los litros almacenados en el galpón: “Si estos productos son tóxicos en las escalas de administración y uso indicados por las empresas, imaginen el impacto de semejante cantidad quemada o drenada en algunas horas… para graficar esto hay que considerar que en toda una temporada, el consumo por hectárea es de 10 litros en total”.
Como otro agravante de la situación, Barros explica “no hablamos sólo de agrotóxicos sino también de concentrados de agrotóxicos. Es decir, como el biodiesel y el gasoil se utilizan para diluir estos químicos, y como son baratos y se producen en Argentina, SIGMA se encarga de importar la sal concentrada de glifosato y luego acá, en la planta, le agrega esos diluyentes que le aportan un tenor graso al producto”.
“De manera que si se hubiera quemado 1 millón de litros, por decir un número posible, la cuenta real hay que realizarla multiplicando muchas veces aquella cifra teniendo en cuenta el stock de concentrados de Paraquat y glifosato, entre otros herbicidas, en la planta de SIGMA”, agrega.
Luego de la explosión, y durante el transcurso de la mañana, fueron llegando dotaciones de bomberos no sólo de Mercedes sino también de distritos vecinos. En total, 11 dotaciones con 5000 litros de agua en cada autobomba, además del agua que se recargó en fuentes de la zona. Toda esa agua sirvió para apagar el incendio, pero ocasionará un problema mayor: la acumulación de partículas de agroquímicos y su absorción en la tierra.
Sobre esto cabe considerar que la llegada de la toxicidad a las napas de agua es sólo cuestión de tiempo, en una región pampeana considerada como de “suelos perfilados”, lo que significa que varían entre arcilla blanda, humus y otros tipos de tierra en distancias cortas. De todas maneras, en general, el acuífero subterráneo está a no más de 5 metros de profundidad.
Las consecuencias, además del impacto en flora y fauna de la región, serán potencialmente de extrema gravedad: malformaciones, abortos espontáneos, emergencia de enfermedades autoinmunes y degenerativas, problemas respiratorios crónicos, entre otros.
Según Martín Barros, el incendio y las altas presiones y temperaturas durante la explosión pueden haber generado moléculas nuevas a partir de la mezcla de gases de gran toxicidad: “Inclusive nuevas moléculas que aún no sepamos que pueden formarse en el contacto entre distintos agroquímicos expuestos a esas condiciones. Sería el infierno químico que nadie puede prever”.
Con respecto a la gigantesca nube de humo posterior a la explosión, cabe destacar que se estima en 23 días la permanencia de partículas de glifosato en el aire, pero eso ocurre en condiciones normales. Para el productor de semillas orgánicas, “el desafío, ahora, será enorme. Estoy convencido que ni siquiera la Provincia está en condiciones de abordar este desastre. Hasta ahora lo único que han hecho es convocar a una reunión para mañana con los vecinos y el municipio, además de la Autoridad de Agua (ADA)”.
“Esto directamente tiene que ser abordado por el Estado Nacional y las universidades, de manera de evaluar el impacto, las posibles consecuencias y las alternativas de saneamiento para evitar que en algunos años esta región se convierta en zona de riesgo para la vida, la producción y la flora y la fauna”, agrega.
Sin embargo, hasta hoy y a casi una semana del siniestro evitable, todo en la planta de SIGMA permanece igual e inmutable, sin más trabajos que la recolección de líquidos superficiales en vehículos atmosféricos. Tampoco la noticia llegó a los medios nacionales, ni siquiera por la muerte de un operario en la planta. “Será necesario un gran trabajo de concientización y difusión de lo ocurrido en La Verde porque el impacto por vía aérea como mediante acuíferos llegará a vastas regiones que exceden por mucho el partido de Mercedes”, cierra Martín.
Fuente: http://www.andaragencia.org/martin-barros-con-la-explosion-en-sigma-se-desato-la-quimica-del-diablo/
Lo difundo en seguida, pero me costo encontrar si era mercedes de Buenos Aires, San Luis ubotra provincia. Mas atención a los encabezamientos, son vitales en Internet globalizado cuando y donde.
La nota dice “paraje bonaerense” en el primer renglón … bonaerense es de la provincia de Buenos Aires.
Parece mentira vengo siguiendo la noticia y solo aparece en algún medio alternativo. No hay responsables!!! No se informa de ninguna investigación, nadie representa a Sigma? La gobernación directamente no se hace cargo de nada?