Por Sofía Alberti. Me subi al bondi, camino a la marcha. Para en la escuela de enfermería, sube una docena de chicas. “¿Me acomodás el pañuelo?” le dice una a otra y se van armando para la jornada. Las calles en el microcentro están cortadas. El cole parará a tres cuadras de la Plaza Montenegro. Cuando llegamos a esa esquina, el 70% de les pasajeres se levanta y nos miramos con cara de “vamos para el mismo lado eh”.
Al bajar, empezó la magia. De todos los colectivos que eran muchos, bajaban decenas de mujeres. Jóvenes, adultas, con bebés, aprestándose a quedarse en tetas, con mate, con banderas. Al agarrar calle San Luis, la marea había empezado sin iniciar la marcha.
No es sorpresa que el movimiento de mujeres, rosarino y en general, viene demostrando y ratificando ser socialmente el más diverso, convocante y, desde esa caracterización, disputador de políticas públicas que empiezan y se desarrollan en la batalla cultural callejera. Pero, verlo, siempre es emocionante, conmovedor, por momentos apabullante, pero profunda e íntimamente reconfortante y desafiante. Al vernos juntas, una alegría que viene de las entrañas históricas masacradas, se rebelan en los puños y abrazos compartidos, encontrándonos nosotras, nosotres, ellas, elles, sororas y sórores para demostrar que más temprano que tarde, el patriarcado se va a caer.
La marcha al Monumento a la Bandera no terminaba nunca. Literal. Salí a buscar capturas fotográficas cuando el Patio Cívico estaba lleno. Pasó media hora y recién ahí la bandera de la CTA Autónoma encabezando el bloque sindical, lograba dar vuelta en la última esquina antes de llegar. Éramos decenas de miles. Dicen 50 mil. En mi corazón éramos millones. Lo cierto es que aún en ese horario, había gente que aún no había podido iniciar su marcha porque las calles no alcanzaron.
Y no, no nos alcanza. No nos alcanzan las calles. No nos alcanzan las equidades mentirosas. No nos alcanzan las disculpas formales. No nos alcanzan las promesas vacías. No nos alcanzan con un ‘feliz día’ si una de nosotras muere por serlo cada 23 horas. No nos alcanza si la brecha salarial nos deja 35% debajo de los hombres. No nos alcanza si las tareas de cuidado recaen sobre nosotras, impidiéndonos desarrollar en igualdad la vida que queramos vivir.
No nos alcanza la estructura machista de nuestras organizaciones, pensadas para hombres aunque sean habitadas mayoritariamente por mujeres. No nos alcanza con usar la E: no queremos discriminación por géneros nunca más, no queremos otra travesti muerta más. No nos alcanza con negociar la deuda: muchachos, esa guita la fugaron los mismos de siempre y no fue al pueblo, suspendan el pago. No nos alcanza con trabajos mal registrados o en negro: queremos los derechos sociales por los que lucharon las compañeras del siglo veinte y todos los que están bellamente escritos en la Constitución y tratados internacionales.
Queremos todo lo que nos merecemos. Y más: queremos lo que soñamos. Pero estamos encendidas y tranquilas: sabemos que juntas nos tenemos, que juntas construimos, que juntas y con contradicciones avanzamos y aprendemos. Sabemos, que será ley el aborto y la educación sexual integral será la herramienta de todes les niñes para saber qué es eso de “no es no” y los derechos sobre sus cuerpos. Sabemos, en síntesis que el feminismo, va a vencer.
Gracias, compañeras, por otra jornada de lucha memorable.
Sofía Alberti, Secretaria de Comunicación CTAA Rosario