Eva Serrano se hizo conocida por ganarle un juicio por violencia a un dirigente. Ahora desde su Fundación capacita delegados, defiende a víctimas y quiere la secretaría general.
Por Ana Flores Sorroche.
Eva Serrano nació a pocos meses de terminada la guerra por Malvinas. Vivió toda su vida en la localidad de Laferrere, partido de la Matanza del Conurbano bonaerense que funciona como un gran barrio de trabajadores. Hay muchas necesidades por lo que el tejido social es fuerte y muy activo. La política no sólo no está despreciada, sino que se ve, se escucha y se vive: “A mí el barrio me ha ayudado muchísimo a comprender lo que es cuidar al otro. Mi familia vive acá hace 70 años, somos todos delegados gremiales o han sido delegados. Siempre hemos tenido un pensamiento político. Acá son todos cuadros políticos porque necesitás sobrevivir y la política es la única solución que hay.”, resume.
“Yo quería hacer lo que hacía mi papá, estaba muy orgullosa”
Creció bancando la toma del Hogar Obrero durante 10 años junto a su papá, que como ella, era delegado mercantil: “Yo me crié en una toma, para mí todo el mundo tomaba medios de producción. Me crié viendo la pelea con la cana, la negociación con la empresa Edenor, Domingo Cavallo llamando, Armando Cavalieri llamando”. Eva entendió que la única forma de mantener una huelga era con el estómago lleno y colaboraba en el armado de los sánguches de milanesa que la toma proveía a otras protestas de trabajadores. Tal era el caso de la famosa carpa docente que sostuvo entre otros gremios Ctera con Marta Maffei y Hugo Yasky frente al Congreso Nacional entre 1997 y 1999.
Fiesta de quince en la Carpa Blanca
La foto que acompaña esta nota es de aquel día. A pedido de ella el festejo se hizo allí. Hubo vestido, velas, vals y lucha. “Una docente me preguntó ¿Por qué acá? Yo le dije que para mí era fundamental estar ahí porque yo creía que la resistencia era de a todos, además cómo no iba pasar por acá y después ir al barrio y que salgan todos a ver el vestido, porque no existía la fiesta en el salón, era un barrio muy pobre.”, recuerda.
“La asamblea era un ámbito de hombres y te la tenías que bancar”
Eva salió al mundo laboral en pleno contexto de desocupación y flexibilización laboral, hasta que entró a un call center en blanco donde estuvo varios años. No quería ser delegada. La oficina quedaba en La Lucila, tenía 4 horas de viaje y ya había nacido su primer hijo. “Ser delegado es un compromiso, no es solamente ir esas 6 horas, el compañero te necesita y tenés que estar ahí.” Sin embargo, su paso se sintió. Acompañó a un compañero al gremio para que se postulara: “Quedaron en buenas manos”.
Le encanta ser mamá y con su hijo chiquito, renunció y se puso un centro de copiado frente a una escuela para poder trabajar y pasar tiempo con él. Pero el nene se hizo grande, más independiente y empezó a irse a pasar los fines de semana con el papá, entonces Eva se buscó otro trabajo. Así llegó a Easy.
Easy Palermo, golpe a golpe
No entró a cualquier Easy, entró a la vidriera en Argentina de la empresa gigante de supermercados Cencosud. Ahí conoció a Raúl Sedeño, subsecretario de Asuntos Gremiales del Sindicato de Empleados de Comercio, que frecuentaba la sucursal. Eva tenía malas referencias de él porque se llevaba mal con su papá pero como ella no estaba interesada en ser delegada por el momento, no la molestaba. Hasta que desde el oficialismo del sindicato hicieron entrar para las elecciones unos 40 trabajadores justo para las elecciones. “Esos trabajadores eran muy, muy humildes. Veía como los trataban como perros; la empresa, los compañeros, los delegados y el sindicato, solamente los utilizaban para el voto. Vos lo llevás en la sangre, era imposible que no me meta”.
Un mes antes de las elecciones Eva se afilió al sindicato, asistió a una asamblea en el Polideportivo Roma, detrás del predio donde está Easy “Para mí, todo lo que decía Raúl Sedeño estaba mal. El tipo hacía listas delante de los trabajadores y decía que les iba a mandar a pegar. El tipo era atroz, y naturalizaba que estaba bien así y vos lo tenías que aceptar. Tuvimos diferentes encontronazos, siempre en una discusión pero como estaba Eduardo Blasiú, que era secretario de Finanzas, y con él que mi viejo y yo teníamos una excelente relación, medianamente se comportaba.” Hasta que un día no se comportó más y por decirle pelotudo le dio un golpe con el revés de la mano “Yo tengo un problema de coagulación, soy trombofílica, me cortó bien en el medio del labio y profundo, porque tenía un anillo. Yo veo la sangre y se me vino a la mente lo que me decían en mi casa ‘Si te pegan, pegá más fuerte’ y me le tiré encima”. El golpe ocurrió frente a muchos testigos pero nadie intervino. Cuando se estaba yendo la agarró de la mano y la amenazó: “Vos no te vas a ir a ningún lugar porque yo te voy a hacer mierda el nene. Y que no me entere que le vas a ir a contar a Eduardo o a tu viejo porque te voy a romper toda, ¿me escuchaste?”.
Eva trató de arreglarse sola, en todo sentido: “Si le decía a mi viejo lo mataba, iba a ser una guerra civil sin ninguna duda. Tenía mucho miedo, también de qué iba a pasar con mi hijo. Me callé, dejé de participar en las asambleas”. Pensó en todos menos en ella misma, tenía a la violencia muy naturalizada y como solía suceder antes de la explosión feminista, la forma de sobrevivir en lugares masculinizados era camuflarse para pertenecer: “Era normal pelearse en una asamblea, no así, pero era normal. Era un ambiente de hombres, te la tenías que aguantar”.
Pero el aguante tiene sus límites por lo que decidió dejar de participar: “Hablé con Eduardo (Blasiú), hablé con (Ramón) Muerza, hablé con un montón de gente y todos me decían que había que taparlo: ‘No digas nada, tu viejo lo va a matar, vamos a tratar de calmarlo y de solucionarlo.'”. Pero no pasó y cuando la convencieron para ir a la última asamblea antes de las elecciones diciendo que él no iba a estar más ahí, llegó y estaba. “No me podía ir y tampoco quería mostrarle debilidad”. Pasó la asamblea, pasó el asado y antes de irse Sedeño la siguió persiguió cuando iba a cargar unos termos para abusar de ella. Lo frenó una compañera que le gritó cuando vio Eva luchaba y se caía sobre los vidrios del termo roto cortándose la mano. “No sé ni cómo llegué a mi casa”, recuerda.
Guerra
“Estaba muy preparada para esa situación, sabía todo lo que se venía. Yo había decidido que no me iba a ir, no iba a dejar a mis compañeros, era guerra declarada.” Bancó un año y medio de persecusión y hostigamiento. Que le negaran la comida, el agua, que si alguno de los fieles a Sedeño la cruzaba en un pasillo le pegara, llegaron a tirarla por una escalera y hasta meterle un perro muerto en el locker. Eva afirma que ahí fue clave la colaboración de Cencosud porque cuando la atacaban nunca aparecían los videos de las cámaras. Del estrés llegó a perder un embarazo de 8 meses y cuando quiso reincorporarse con el alta, la gerente de RRHH le dijo que primero tenía que pedirle a Sedeño volver a entrar. Antes de irse le dijo “Me las van a pagar”.
El embarazo que perdió se iba a llamar como ella, Eva. Luego de reincorporarse hizo la denuncia un poco en su nombre, la causa llegó a los medios que decían que era la mujer que había dividido al sindicato de comercio: “La realidad es que yo nunca dividí al sindicato, yo lo que hice fue separar a la burocracia sindical de los laburantes, pero el sindicato es de los trabajadores, nunca estuvo dividido.”, afirma.
En la conciliación, la jueza la llamó aparte para preguntarle si ella no quería agarrar la torta de plata que le ofrecían porque se trataba de una interna sindical. Eva le respondió: “No sabía que las internas sindicales se resolvían violando trabajadoras”. Así se va a llamar el libro que está escribiendo con historias de violencia a trabajadoras, en honor a este momento. A Sedeño lo apartaron de su cargo.
La Fundación “La Fortaleza”
La Fundación nace de que a partir de ese juicio. Se empezó a correr la bola y se le acercaron muchas trabajadoras para pedirle ayuda. Como el tema de la violencia ejercida por los dirigentes sindicales es algo que se suele tratar de ocultar, muchas secretarias de género le mandan los casos en forma clandestina. “Recibimos a diario 5 o 6 casos nuevos y hasta ahora no hemos perdido ningún juicio. Eran todas víctimas de dirigentes sindicales y empresas”, cuenta. Muchas mujeres llegan muy deterioradas, algunas se descomponen, se desmayan al intentar poner en palabras las experiencias más dolorosas. “Es muy tedioso el camino, largo y difícil pero es muy gratificante. Vos no sabés la mirada que tiene una víctima empoderada. El cambio es irreversible, se ponen radiantes. Ya no te hablan del hecho que las trajo, te hablan de proyectos”, asegura.
Los denunciados “son tipos sumamente inteligentes, macabros, tienen capacidad económica y financiera, entonces cómo les hacés frente.”, pregunta. El camino que eligió Eva es el de la salida colectiva, como un hilo invisible que une sus vivencias. “La Fundación se sustenta sola, con aportes de los afiliados, no recibimos ayuda ni del Estado ni de partidos políticos. No le pregunto a ningún compañero de qué partido político es para poder representarlo”, explica.
Pero no sólo asesoran a víctimas de violencia de género en el ámbito laboral. También hacen capacitaciones sindicales: “Se les explica todo, el ‘abc’ de la (ley de Asociaciones Sindicales) 23.551, el redactar un telegrama, desglose de recibo de sueldo, paritaria, encuadramiento, cómo se pelea, el rol del ministerio de trabajo. Y llegan puntuales. Aparte hay reglas, adentro no pueden tener teléfono, si quieren sacar una foto tienen que pedir permiso, no tomamos listas, cuido muchísimo el ingreso.”
Las capacitaciones sobre género suelen ser subestimadas: “Siempre arrancan reacios como “Ah, esa boludez”, después empiezan a mirar de costado. Son muy tiernos. Cuando yo veo que empiezan a anotar ahí pienso que tanto dolor sirvió para algo.”, sonríe. “Primero se les explica cómo contener a una compañera que llega con violencia de género desde la casa, cómo tiene que proceder cuando la violencia está dentro del ámbito de trabajo con un jefe, con un jerárquico o con un mismo compañero, después cómo contener al grupo de trabajo, porque el grupo también sufre violencia. Cómo proceder penalmente, cómo unir de vuelta a la base de trabajadores… Y ahí ya les rompiste la cabeza. Es mentira que el delegado no quiere saber de género, se mueren porque les expliquen.”
Escándalo en la OIT
En agosto de 2019 la Fundación fue invitada a una charla por la campaña Spotlight. La Unión Europea hizo una donación de 5.3 millones de dólares para combatir la violencia de género en el país y la OIT convocó a organizaciones para debatir y que reciban una donación de 2 mil euros mensuales por su lucha en la causa. “Cuando llegamos veo que estaban todos los gremios, asociaciones, fundaciones, de la ONU, del ministerio de Trabajo. Yo era nuevita, llego con 3 compañeros más y veo que están dos mujeres de Comercio que hicieron silencio con todo lo que había hecho Sedeño y con muchas trabajadoras más que después llegaron a la Fundación. Le daban apoyo en las redes sociales a los violentos y estaban ahí sacándose fotos.”, se indigna. No aguantó y las increpó: “Me acerco y la invito a que se retire, muy educada. ‘Hola Eva, yo soy amiga de tu papá’, me dice. Una dirigente de empleadas domésticas me agarra del brazo, le digo que no me toque. Todo el mundo miraba en silencio y ahí dije: ‘Bueno, ya que están todos mirando les paso a contar. Yo tengo una fundación contra la violencia de género laboral y la señora le abre las piernas a las trabajadoras para que los dirigentes sindicales se las violen, está acá y ustedes vienen a sacarse fotos’.”
“Se escuchó un ‘Ooooh’, vino el presidente de la OIT Latinoamérica, de la ONU Latinoamérica, me hablaban en cualquier idioma, yo no entendía nada. Ella diciendo ‘Ay, estoy descompuesta’ y yo le decía ‘Te tenés que descomponer como se descomponen las trabajadoras en mi Fundación cuando me cuenta lo que viven.’ y le empecé a nombrar las causas, los expedientes, con fallos judiciales. Ahí tuerzo la cabeza como una diva y salgo gritando ‘A donde vayan los iremos a buscar’. Atrás mío sale el presidente de la OIT, Pedro Furtado de Oliveira, sale el presidente la ONU, la presidenta de UNICEF, y le decían al director del programa ‘Ojo con sacarla a ella, que tiene que estar en el programa, eh’, y que más que nunca teníamos que formar parte de la OIT”.
Eva se quedó con su cuadernito de preguntas “Yo tenía que saber qué pensaban todos de la libertad sindical, del rol del delegado, del rol del gremio, de la responsabilidad sindical con la comunidad y de la responsabilidad de las empresas en la violencia de género. Yo de ahí no me iba a ir hasta que me respondieran”.
El desenlace fue un debut espectacular: “Pensé que no nos iban a invitar más pero fue todo lo contrario y terminó siendo la presentación en sociedad de la Fundación. A los gremios les quedó muy en claro que la Fundación cumplía un rol, defendía laburantes y se iba a respetar. Terminamos capacitando gente de 4 gremios más que estaban ahí adentro. Si me preguntás ahora, no podría haber salido mejor. Todo el mundo nos pedía fotos, yo no entendía nada”.
Ese día Eva pensó que gran parte del estado de situación del sindicalismo es que se hace lo que se ve porque no se conoce otra cosa: “El delegado copia el modelo de la mala dirigencia y ahí muchos descubrieron que las cosas se pueden hacer de otra manera”.
Con la mira en la secretaría general de Comercio
Eva se quiere presentar como candidata de la oposición para las elecciones dentro de dos años y tiene una visión muy crítica del acuerdo que consiguió la actual conducción del SEC: “Fue una reforma laboral de hecho porque sale el concepto de bono no remunerativo llamado paritaria y lo que más me asusta es que sale directamente de un gremio. Además, nos dicen que fue del 41,61% cuando yo saco la cuenta es 17,03 pero porque estoy incluyendo la antigüedad y el presentismo. Si no lo incluyera sería 11,06%. Iban a ser $35.000 y ahora son $30.000, en 6 cuotas. Se piensan que no sabemos sumar y que ni siquiera nos vamos a sentar a hacer las cuentas”, dispara.
“Nosotros no podemos negociar paritaria por rama porque el trabajador que trabaja en un pequeño comercio queda totalmente afuera. Tenemos trabajadores part time por debajo del salario mínimo vital y móvil y no se discute. A mí me eligen para representar trabajadores, la CAME, la ACAP y la UDECA tienen que buscar sus representantes”, señala.
Para Eva el problema es que el dirigente sindical perdió su rol original: “En una entrevista me dijeron que plantea un nuevo sindicalismo y esto es mentira. El dirigente sindical debe ejercer un rol de control sobre el Estado, cada vez que hay aumento de tarifas, nosotros tenemos que ver ahí porque eso repercute directamente sobre el salario de los trabajadores. Las empresas están acostumbradas a poner plata en todas las listas, en todos los candidatos, es normal. Entonces el que llega, lo primero que tiene que hacer es sentarse a devolver favores”.
Eva explica su perspectiva y su proyecto: “La única forma de que recuperemos el gremio es que participemos, hay que contarle al laburante que esto está bueno, que van a ser dos años terribles en los que seguramente me van a echar o me mandarán en cana y que no se lo pueden perder. No porque esté buenísimo sino porque estamos hablando de la recuperación del gremio más grande de Latinoamérica. Todo lo que tenemos es un sueño, no tenemos plata ni poder político ni nada, tenemos solamente el voto.”
“Desde la FAECyS hacen todo lo posible para que yo no aparezca en los medios, para que no sea considerada candidata, me ofrecieron tres secretarías, no quiero ninguna secretaría, quiero que los trabajadores recuperemos el gremio. Yo no me puedo sentar con ellos, les pedí ayuda hasta el final, embarazada les pedí que me sacaran a Sedeño de encima y no me tuvieron piedad. Yo prefiero perder las elecciones pero no me puedo sentar con ellos, le faltaría el respeto a la memoria de mi hija y además qué ejemplo hago. Esto se puede hacer de otra manera”, cierra.