El 7 de noviembre de 1981, convocadas por la recientemente constituida CGT Brasil, unas diez mil personas marcharon desde la cancha de Vélez hacia la iglesia de San Cayetano en el barrio de Liniers. Fue la primera gran movilización popular contra las políticas de la dictadura militar. “Había una desmesurada presencia policial que intentó impedir que avanzáramos, pero habíamos tomado la decisión de estar en la calle. Fue una alegría enorme, fue empezar a recuperar la calle y se instaló una consigna que va a estallar con más fuerza aún el 30 de marzo de 1982: Paz, pan y trabajo”, recuerda sobre aquel día el dirigente sindical e integrante de la CPM, Víctor de Gennaro.
(Agencia Andar) El 27 de abril 1979 el movimiento obrero había llamado a la primera huelga general contra la dictadura militar, que gobernaba el país desde 1976; el descenso del salario real, la recesión y la reducción de la producción industrial marcaron esos años. Luego de la medida de fuerza, las protestas sindicales empezaron a ser más frecuentes y fueron adquiriendo un carácter cada vez más masivo. El 22 de julio de 1981 hubo otra huelga con un importante acatamiento y el 7 de noviembre la gran marcha a la iglesia de San Cayetano.
“Fue la primera movilización multitudinaria contra las políticas de la dictadura militar. Íbamos pensando que seríamos menos, pero habíamos tomado la decisión de estar en la calle y éramos más 10 mil personas rompiendo el cerco policial que quería impedirnos avanzar. Fue una alegría enorme, fue empezar a recuperar la calle”, recuerda el dirigente sindical Víctor De Gennaro.
Había un antecedente inmediato de esa movilización; el mes anterior, el Obispo de Quilmes Jorge Novak realiza una serie de gestiones para lograr que las fuerzas policiales permitan la peregrinación a la iglesia de San Cayetano ubicada en Quilmes oeste. A pesar del rechazo de las autoridades militares, el 30 de agosto unas 1.200 personas se unen a la llamada “marcha contra el hambre” y se congregan en la iglesia.
La convocatoria para la movilización obrera del 7 de noviembre fue realizada por la CGT Brasil, que se había constituido en 1980 y estaba liderada por el dirigente cervecero Saúl Ubaldini. “Fue una confluencia de distintos sectores sindicales en el marco de confrontación contra las políticas de la dictadura y también de disputa de la CGT contra la vertiente de dirigentes gremiales que fueron colaboradores y funcionales a la dictadura militar”, dice Víctor De Gennaro.
La convocatoria central fue a las 9 de mañana en avenida Juan B. Justo y cancha de Vélez Sarsfield, y de allí las columnas partieron hacia la Iglesia de San Cayetano en el barrio de Liniers bajo el lema “Paz, pan y trabajo” y, como recuerda De Gennaro, bajo un desmesurado despliegue policial. Los documentos del archivo de la Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires (DIPPBA) demuestran la particular vigilancia sobre ambas marchas.
“Fue empezar a recuperar la calle con la contundencia de la organización que tenía la recuperación de la CGT Brasil. Ese hecho posiciona al movimiento sindical como uno de los arietes para recuperar la democracia, junto al movimiento de derechos humanos”, valora De Gennaro.
Además de la consigna Paz, pan y trabajo, ese 7 de noviembre se escucha en las calles el canto “se va acabar, se va acabar la dictadura militar”. “Esas consignas van a estallar aún con más fuerza el 30 de marzo de 1982, en la jornada de huelga y marcha a Plaza de Mayo, que empezó el retroceso definitivo de la dictadura”, agrega el dirigente sindical. Dos días después, el último intento desesperado de la Junta Militar: la guerra de Malvinas.
La marcha de la CGT Brasil a San Cayetano fue también un episodio de enorme poder simbólico: la confluencia, que continúa hasta el presente, entre el movimiento obrero y la ceremonia del santo patrono del trabajo. “En nuestro país, la lucha por la democratización es una lucha todavía en marcha. Hoy no existe la paz del pan y el trabajo; hay hambre, creció la pobreza, la indigencia y la precarización laboral. La inmoralidad del hambre sigue siendo un crimen. Por eso esta consigna sigue consustanciada con el movimiento obrero”, cerró De Gennaro.