Conflicto en la alimenticia Don Yeyo: la importancia de tener memoria

El martes 21 de abril, en un medio de la ciudad de Chacabuco, (provincia de Bs. As.), me encontré con la noticia sobre una serie reclamos de los trabajadores de la fábrica de panificados y pastas Don Yeyo, sobre todo el sector ligado la parte de panaderos, afiliados  al sindicato SUPPAJ con sede en la ciudad de Junín. La otra parte del personal se encuentra afiliado al sindicato Fiderero SATIF.

Por M. (Obrero de la alimentación).

Según la nota, la denuncia por parte de PANADEROS sería por el incumplimiento del convenio colectivo de trabajo por parte de la empresa, el hostigamiento constante a los compañeros que se negaban a hacer horas extras, maltrato, cambios arbitrarios en los puestos de trabajo que respondían a castigos, el no pago de las horas extras y la obligación de trabajar feriados. Por su lado la empresa niega las acusaciones y acusa a los trabajadores de sabotaje en la producción. Nuevamente, después de 8 años la patronal de Don Yeyo vuelve a ser noticia exactamente por lo mismo que tiempo atrás, la explotación, amedrentamiento y maltrato al que son expuestos sus laburantes.

Esta situación me hizo pensar las idas y vueltas de los procesos que vivimos como clase trabajadora.

En el año 2012, los trabajadores de Don Yeyo iniciábamos una de las huelgas mas importantes que se dieron en la ciudad de Chacabuco junto a gran parte de los compañeros de todos los sectores de la fábrica y con amplio acompañamiento de la comunidad. Como parte de una estrategia de descabezamiento del cuerpo de delegados y la comisión interna, de la cual fui parte, la patronal de Don Yeyo montaba una provocación con la excusa de sabotaje y despedía a dos compañeros.

Lo que en realidad estaba haciendo era atacar la organización que un año antes había terminado con las condiciones de explotación que allí existían. Una incipiente organización independiente que en poco tiempo, y a base de reuniones clandestinas primero,  y  de decidirlo todo en asamblea después,  logró ponerle un freno a más de 15 años de prepotencia y avasallamiento patronal. Hasta el momento de nuestro surgimiento ninguno de los dos sindicatos a los que pertenecíamos, se habían hecho presentes. Solo aparecían esporádicamente en la oficinas de la empresa.

Ante el despido de los 2 compañeros con la misma excusa que ahora (sabotaje), los compañeros reunidos en asamblea en la puerta de la fabrica, votábamos el paro, hasta conseguir la reincorporación y el cese del ataque a la organización. Después de algunos días de intensas actividades y de acampe en la puerta la patronal redoblo la apuesta y  decidió echar a mas de 50 compañeros.

Más de 25 días de huelga y acampe, festivales y movilizaciones a la municipalidad, fueron parte de un proceso de lucha enorme, que conmovió a gran parte de la ciudad. Rodeados de solidaridad de otros sectores de laburantes, de nuestras familias y de gran parte de la sociedad, los trabajadores de Don Yeyo dimos batalla, no solamente a la patronal, que buscó amedrentarnos con todo tipo de recursos,  sino al conjunto del poder político de turno -en ese momento en manos del Partido Justicialista- que rodeó la empresa de policías y a los sindicatos de Panaderos (SUPPAJ) y Fidereros (SATIF) que en vez de apoyar la lucha, dedicaban su tiempo y su plata en acciones y solicitadas de páginas enteras en los diarios locales, desprestigiando nuestros reclamos. La mismísima  secretaria general Roxana Farías (Panaderos Junín), quien hoy denuncia a la patronal en un breve comunicado, ocho años atrás nos trataba de loquitos, rebeldes sin causa y nos amenazaba con barrabravas de la zona.

La alianza entre el poder político, sindical y patronal, en santa alianza se proponía terminar con nuestra lucha por todos los medios. Eramos mal ejemplo, no solamente para los demás compañeros de la fábrica, sino para varios otros lugares de trabajo que por aquel momento,  también empezaban a organizarse. Finalmente conseguimos la reincorporación de la mayoría de los compañeros, quedándonos afuera los delegados y un grupo de compañeros activistas.

Hoy, ocho años después, el tiempo nos viene a dar la razón. El fin último de la empresa siempre fue terminar con la organización de los trabajadores e imponer nuevamente los ritmos y las condiciones de esclavitud donde hemos dejado parte de nuestra salud , incluso la vida. Todo con un solo objetivo, ganar más y más a costa de los trabajadores.

Ningún resultado, por más doloroso que sea, ha detenido la rueda de la historia y a pesar de las heridas sufridas cada unos de los compañeros que fuimos parte de esa experiencia, hoy podemos caminar tranquilos, con la cabeza bien alto y la conciencia tranquila .

La experiencia que nos tocó vivir, y que buscamos conscientemente allá por el 2012, fue una de las tantas batallas que ha dado la clase obrera a lo largo de la historia, con triunfos y derrotas, pero que en todo caso ha servido para construir los cimientos y aportar a las futuras generaciones en busca de nuestra dignidad como clase. Se torna imprescindible sostener la memoria, para aprender de los errores y los aciertos que tuvimos,  para clarificar quién es quién en la lucha de clases, y sobre todo para sentir que somos parte de un conjunto más grande de experiencias pasadas. A los compañeros que hoy han alzado su voz, ¡toda la fuerza y solidaridad!

“Nuestras clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan héroes y mártires. Cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores: la experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan. La historia parece, así, como propiedad privada cuyos dueños son los dueños de todas las otras cosas”. RODOLFO WALSH.


Fuente: https://periodicoelroble.wordpress.com/2021/04/22/conflicto-en-la-alimenticia-don-yeyo-la-importancia-de-tener-memoria/

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