Las PASO pasan de la realidad

La campaña electoral de los diferentes partidos y frentes que se presentan a las elecciones se encuentra tan alejada de la crisis que atraviesa la sociedad y los problemas estructurales que hasta cuesta tener ganas de analizarla.

Imagen: Spot electoral apelando al increíble Hulk bailando una reversión de “Estoy verde (no me dejan salir)” de Charly García.

La campaña electoral de las diferentes fuerzas políticas electorales se encuentra ensimismada sobre sus propias necesidades, con propagandas electorales que van de las frases vacías a directamente spots bizarros que buscan un voto en base al humor, como si fuese un concurso de comediantes. Pareciera que estamos en una suerte de paraíso y no en un país donde el salario promedio es de 25000 pesos y la línea de pobreza de 64000, donde el 40% trabaja en negro, donde la desocupación es del 10%.

El nivel de desconexión de las masas que se exhibe es tal que la acción de un grupo de carpinchos en un barrio privado aparece como la principal forma de identificarse con la resistencia a la minoría que hace lo que quiere con el país y lo está destruyendo.

Los grandes partidos patronales plantean una campaña llena de eslóganes publicitarios, significantes vacíos, porque son incapaces de dar una respuesta a la crisis del capitalismo argentino y a la crisis civilizatoria de la humanidad. Del futuro que queremos del Frente de Todos (¿cuál es ese futuro? ¿el del 19 de marzo del 2020 donde supuestamente los salarios y jubilaciones no paraban de aumentar?), a dar el paso de Manes (¿de dónde y hacia dónde?), pasando por la Santilineta (tratando de subirse a la Scaloneta de la selección nacional de fútbol masculino) y la madre de Randazzo (en lo que parece una parodia al tema de Wilfredo y la ganga “Mi abuela”).

Nada se escucha sobre cómo van a revertir la crisis del capitalismo argentino, ya que no pueden decir abiertamente que lo único que pueden dar es más ajuste y extractivismo. Ni mucho menos qué hacer con problemas estructurales como el inminente colapso ecológico, no digamos ya para evitarlo, al menos para mitigar los efectos del avance del mar sobre la provincia de Buenos Aires o la sequía de los diferentes ríos.

¿Y la izquierda electoral?

La izquierda se suma al ensimismamiento sobre sus propias necesidades que tienen el resto de las fuerzas políticas electorales. El FITU se plantea ser tercera fuerza de un régimen podrido y le deja el lugar de antisistema a una derecha reaccionaria que se autodenomina “libertaria”. Ni por asomo hay intentos de usar lo que se gasta en campaña en intentar explicar qué es el capitalismo o por qué y con qué hay que reemplazarlo. Parece haber más preocupación por conservar los ingresos que implican los cargos parlamentarios para mantener las estructuras partidarias rentadas.

En el mejor de los casos aparecen consignas que podrían ser levantadas por el ala más progresista del Frente de Todos -o que efectivamente lo están siendo, como la reducción de la jornada laboral- sin que quede claro cómo un diputade más o menos las haría viables. Tampoco resulta evidente por qué es necesario tener un diputade para denunciar el cajoneo de la ley de humedales.

El Nuevo MAS habla de “renovar la izquierda” sin siquiera explicar por qué habría que votar a la izquierda, o repite el consignismo “100 mil pesos de jubilación” sin dar ninguna explicación de cómo eso sería posible en el actual orden social.

¿Y desde el resto de la izquierda qué hacemos?

La izquierda no electoral no logra tomar una posición coherente y cae en el malmenorismo de apoyar aquello que quiere reemplazar. Se parece al voto al kirchnerismo a sabiendas que nos lleva a un callejón sin salida.

Por un lado se hace hincapié en la necesidad de reemplazar a una izquierda electoralista, oportunista, legalista, burocrática en su organización interna, pero a la vez a la hora de votar se llama a apoyar aquello que se quiere reemplazar, perpetuando el problema, porque ese voto implica un flujo de recursos e imagen pública para aquello que no iría más.

Si el Congreso ha sido tribuna de debate en el último tiempo sólo lo ha sido cuando movimientos de masas, como la Campaña por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, llevaron hasta su puerta proyectos de ley que les impliquen un avance tangible. Ni siquiera en ese contexto fuimos testiges de un uso de la remanida táctica de la “tribuna” acumulando para una estrategia revolucionaria. Lejos de denunciar los vínculos de las diferentes fuerzas burguesas con las iglesias, o el carácter feudal del Senado, se mantuvo desde la izquierda parlamentaria un discurso que no excedía los límites burgueses ni se ponía a la vanguardia de quienes luchamos por el aborto legal. Un discurso que fue igualado por individuos oportunistas de fuerzas burguesas por cierto. En general sucede esto, se cuidan las formas ante las instituciones y los medios hegemónicos en nombre de cuidar la legalidad del partido, pero se llega a límites que nos hacen pensar si lo que se cuida no es más bien el ingreso que representan un par de decenas de militantes asesores rentados por el Estado. Porque a eso huele la aspiración, compartida con la derecha liberal, de ser tercera fuerza de un régimen burgués. Lamentablemente seguimos buscando en las páginas de las prensas el debate programático de calidad que nos haga avanzar como clase en conciencia y sobre todo, que justifique, más allá de las disputas de aparato, la triste realidad de la fragmentación de listas.

No es nuestro rol decir que tiene que hacer cada persona en el cuarto oscuro, pero creemos que no se puede llamar a votar aquello que creemos que no va más. Frente a una campaña patética, debemos sopesar a la hora de las elecciones cuál es la mejor forma de expresar nuestra bronca y poner en primer lugar la necesidad de pensar más allá de una elección y abordar los grandes problemas que afrontamos como clase en Argentina y el mundo.

Es una buena ocasión para romper con el mito por el cual no habría mayor derecho democrático que el voto. El derecho fundamental que conquistamos con la recuperación de la democracia formal es el de participar en política, el de organizarnos en forma independiente de las estructuras burguesas en asambleas como lo hacemos en los lugares de trabajo, como lo hacen los ambientalistas que, como en Chubut o Mendoza, frenan el avance sobre los recursos naturales o como supimos hacerlo en el levantamiento popular de 2001. La única tarea urgente es organizarnos, para fortalecer aquellas experiencias que nos sirvan para construir poder obrero y popular. En ese contexto romper la reciente costumbre que la grieta inculcó a las masas de votar algún mal “menor”, y llamar a retomar el voto bronca, puede servir de expresión política de estos sectores de masas que necesitamos organizar.

Horizonte Comunista








Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *