China y el Mercosur

China y el Mercosur

Por Mario Hernandez

 

Durante el siglo XIX, crecieron las relaciones comerciales con Europa. El comercio con Asia siempre fue marginal e incluso nulo entre los distintos países.

En el siglo XX América Latina giró de Europa a los EEUU. Actualmente, los vínculos con China se incrementaron.

En 2021 el valor total del comercio entre China y América Latina y el Caribe aumentó un 41,1% respecto a 2020, registrando un nuevo récord en las transacciones, por valor de 451.591 millones de dólares.

Mientras, la participación de China en las exportaciones totales de Mercosur se multiplicó por 11 entre 2000 y 2018: del 2% al 22,1%. China es así el principal mercado para el Mercosur.

“Mercosur se ha transformado en la principal plataforma de producción de proteínas en el mundo, por encima de Estados Unidos y muy lejos de la Unión Europea. Por eso la región tiene un vínculo privilegiado, de carácter estructural, con China, que es el eje de la demanda global de agro alimentos”, afirma Jorge Castro, analista argentino y presidente del Instituto de Planeamiento Estratégico. “Todo esto ocurre en un momento en que China experimenta un boom de consumo de más de siete billones de dólares en 2021, que deja a EE UU por primera vez en la historia del capitalismo en un segundo lugar”.

Uruguay y el TLC con China

El anuncio hecho por el presidente uruguayo Luis Lacalle Pou de que recibió el aval de China para iniciar negociaciones para acordar un Tratado de Libre Comercio entre ambos países el año pasado, hizo temer el fin del Mercado Común del Sur (Mercosur) por el desconocimiento uruguayo de las normas del acuerdo subregional que ya cumplió 30 años.

Obviamente, la capacidad negociadora de un país en desarrollo de menos de tres millones y medio de habitantes es amplificada cuando negocia en bloque, actuando a través de plataformas como el Mercosur. Pero Lacalle prefiere hacerlo solo, desprendiéndose de acuerdos con sus socios mayores, e incluso con Paraguay, condicionado por sus acuerdos con Taiwán.

De la lectura de lo dicho por el Gobierno uruguayo, no se busca favorecer a sectores que fomenten el empleo de calidad, sino continuar la primarización de la economía uruguaya, sectores primarios a los que el Gobierno actual representa.

Un punto de conflicto es qué ocurrirá en el Mercosur en caso de que Uruguay avance en un TLC con China. La posición de Argentina si bien hay disposición a aceptar que Uruguay negocie alguna preferencia comercial para exportar a China, se mantiene la negativa a un TLC, en el entendimiento que perfora el bloque regional.

Argentina entiende que la regla del consenso para las definiciones del Mercosur está vigente y que una negociación individual como la que realiza Uruguay va contra la normativa.

El tema preocupa tanto a empresarios como a trabajadores, y es seguido de cerca por la Cámara de Industrias del Uruguay (CIU) y por el PIT-CNT, por sus coletazos en materia de empleo.  La CIU contrató un equipo propio que trabajará en el estudio de factibilidad, liderado por el economista y ex ministro de Energía chileno, Andrés Rebolledo, ex embajador en Uruguay y que participó en la negociación del TLC entre Chile y China en 2005.

El presidente de la CIU, Alfredo Antía, dijo en esa instancia que con esta negociación comercial Uruguay “quizás está escribiendo una de las páginas más relevantes” y la pretensión es que también lo sea “para la industria en general”. Para Antía hay “una posición institucional” del sistema político, refrendada por gobiernos de distinto color, “de recorrer el camino de la apertura comercial y la complementariedad con China”.

Advirtió que “tenemos debilidades” y dijo que la industria local sufre problemas de competitividad por los costos internos y la escala del mercado; entonces, “con el hecho consumado” de una negociación con China, “debemos obligarnos a un cambio y pedir al Gobierno que haga lo imposible para que al abrirnos al mundo esto obligue al Estado uruguayo a brindar condiciones de mayor competitividad”.

El secretario de Relaciones Internacionales de la central única de trabajadores PIT-CNT, Fernando Gambera, destacó la preocupación original “que es el cuidado de la integración regional. Probablemente pueda haber beneficios en la hipótesis de un acuerdo comercial con China, pero eso puede ser catastrófico para algún sector que emplea mano de obra y vende con valor agregado” a los países vecinos.

“Jamás esos tratados tienen elementos que atiendan las asimetrías entre quienes negocian”. La forma de atenuar eso, subrayó, es “negociando con las grandes potencias desde un bloque regional”, dijo Gambera.

Añadió que un TLC con China impactaría “en lo poco de industria manufacturera y con valor agregado que nos queda”, pero sostuvo que “quizás todos juntos, la sociedad, llega a la conclusión de que los beneficios serían mucho más grandes”. En ese sentido, indicó la relevancia de “generar conciencia colectiva” sobre el tema y tomar decisiones “más cercanas a una política de Estado, que esté más allá de las instancias electorales”.

Para los sindicalistas, hay que partir de algunas premisas como la defensa de la integración regional como plataforma para negociar, el “rechazo al formato de TLC, porque de libre comercio no tiene nada, y menos de cooperación”, y “la reivindicación de que todos los actores de la sociedad tengan acceso a datos y números sobre la negociación para hacer todos juntos un estudio de impacto”.

Más allá de que el Gobierno dijo que convocará a los sindicatos, Gambera aclaró que desde que se realizó el anuncio del inicio de las negociaciones con China no hubo ningún mensaje acerca de cómo se procederá. Lo que no quieren los trabajadores, remarcó, es “que nos den los resultados” de los estudios previos “después de que ya está todo” resuelto. Respecto de las razones del rechazo a negociar bajo la modalidad de un TLC, sea con China, Estados Unidos o la Unión Europea.

El TLC con China a pedido de la oligarquía

El presidente uruguayo, Luis Lacalle Pou, recibió carta de China y anunció con bombos y platillos, que está negociando un Tratado de Libre Comercio (TLC) con el gigante asiático. El Mercosur desplazado, tarde o temprano la (poca) industria nacional existente será absorbida por el país asiático. La relación es más que desequilibrada entre ambos países y Lacalle busca congraciarse con los suyos.

Es necesario precisar que todo este proceso llevará mucho tiempo. Incluso se prevé que no llegue a concretarse dicho TLC en la administración Lacalle, pero fue anunciado como si ya estuviera vigente el tratado.

China se ha convertido en el primer destino de las exportaciones uruguayas desde el año 2013. En 2021 (enero-agosto) las exportaciones uruguayas al tigre de Asia, totalizaron 1.568 millones de dólares, un aumento del 63% frente al mismo período de 2020.

En los últimos años, los principales productos exportados por Uruguay a este destino son la carne bovina, soja y celulosa. Sin embargo, pese a la importancia de China como socio comercial, también significa el mercado al que se le paga más aranceles. Del total de las exportaciones a este destino, el 79% enfrenta restricciones arancelarias. Según datos oficiales, en 2019 las exportaciones a China pagaron 184 millones de dólares por aranceles, lo que significó el 55% del total por las ventas realizadas al exterior.

Lacalle fue consultado en cuanto a si en el caso de alcanzar el TLC con China se necesitaría un aval de los parlamentos de Argentina, Brasil y Paraguay, a lo que respondió con un rotundo: “No”. “Uruguay tiene apuro, porque cada día que pasa es un día perdido”, dijo remarcando que todos los pasos se realizarán con especial cuidado y profesionalismo.

La posición argentina se afirma en que todos los acuerdos comerciales deben ser suscriptos por los cuatro países socios plenos, amparándose en la cláusula 32 del estatuto del bloque. Uruguay pidió flexibilizar esa norma, pero Argentina se ha negado.

El ex subsecretario de Economía y Finanzas durante el último gobierno del Frente Amplio, Pablo Ferreri, destacó que si bien “por un lado se dejará de pagar aranceles para el ingreso a China, también se va a dejar de cobrarlos”, por lo que, opinó que “hay que estudiar a qué sectores afecta y cuánto los afecta, a cuáles beneficia y cuánto”, así como su impacto en las relaciones comerciales con el Mercosur.

“Para nosotros un tratado de libre comercio no es un sinónimo mecánico de trabajo, de calidad ni de desarrollo, porque cuando dos países tienen estructuras productivas tan disímiles, muchas veces los TLC lo que hacen es exacerbar esas diferencias”, dijo Ferreri.

Lo que puede ser muy bueno para los agronegocios o para la exportación de commodities y productos intensos en recursos naturales puede ser letal para sectores con más valor agregado, para la industria manufacturera o para campos de desarrollo que requieren otras políticas”, puntualizó al diario oficialista El País.

Así como lo hicieron los trabajadores, las empresas y los dirigentes políticos del oficialismo y la oposición, dirigentes del centroizquierdista Frente Amplio realizaron importantes advertencias. El ex presidente José Mujica y los ex vicepresidentes Danilo Astori y Rodolfo Nin Novoa recordaron que ya se había avanzado en el gobierno anterior y se había frustrado el acuerdo con China, algo que “podría” volver a pasar.

Astori consideró que “hay que incluir al Mercosur” en las negociaciones y dijo “que China cuida más, sin duda, los mercados de Brasil y Argentina que el de Uruguay y recordó que en 2017 fue el presidente de China quien frenó las negociaciones para cuidar las relaciones con los otros países de la región, incluso a pesar de haber anunciado el acuerdo con Uruguay.

Mujica dijo que por ahora sólo hay “titulares y no mucho más. Hay que tener en cuenta que la experiencia internacional indica que eventualmente un tratado de esta naturaleza lleva cinco, seis o siete años como mínimo, (…). “Esa es la experiencia que tuvo Chile, al que le llevó seis años con 70 técnicos de un lado y del otro discutiendo rubro por rubro. No es coser y cantar, no está a la vuelta de la esquina”, recordó.

En cuanto a los grupos que podrían ser beneficiados y los perjudicados por este acuerdo, Mujica advirtió que hay que tener en cuenta que las negociaciones no son impulsadas por “carmelitas descalzas” sino por “grupos de intereses”: “Seguramente hay sectores como ciertas agroindustrias que se pueden ver favorecidas en Uruguay, pero hay otros que se pueden sentir muy perjudicados”, detalló.

En relación a las posibles consecuencias que el acuerdo pueda tener con los países del Mercosur, Mujica dijo que “está el conjunto de intereses que se mueven en la región, y esto es muy importante. Nosotros tenemos actividades como turismo que son muy dependientes de la buena o mala voluntad que puede tener la República Argentina, y tenemos experiencia en esto”, opinó.

El propio Lacalle, cuando se encontraba en la oposición, y debatiendo sobre un posible TLC con China en 2017, había manifestado su preocupación por la pérdida de 35.000 puestos de trabajo y que se debía negociar con el aval del Mercosur o “atenerse a las consecuencias».

“Lo que el campo reclamaba: firmar un TLC con China”, tituló el diario El País en la sección “Rurales”. Es que este tratado beneficiará a los grandes exportadores, pero barrerá con la industria nacional.

Gonzalo Valdés Requena, presidente de la Asociación Rural del Uruguay, comentó que desde el primer día apoyaron la búsqueda de la flexibilización del Mercosur, lo que no solo es interesante para la cadena cárnica, sino que para el sector agropecuario en su conjunto significa “un tratado muy interesante”. A modo de ejemplo, comentó que la carne está pagando 200 millones de dólares en aranceles por año, y más de la mitad se los lleva China (unos 110 millones).

TLC con China sin el Mercosur

Lacalle sostiene que el Mercosur debe permitir que sus integrantes realicen por su cuenta acuerdos comerciales con otros países o bloques y sostiene que esto no contraviene ninguna norma vigente del bloque, pero es un hecho que el Tratado de Asunción establece, desde 1991, que su creación implica “la adopción de una política comercial común con relación a terceros Estados o agrupaciones de Estados”.

Un cambio en este sentido tendría consecuencias de importancia para los dos socios mayores, Argentina y Brasil. Del proyecto de mercado común quedaría sólo el nombre. El gobierno uruguayo entiende que no requiere la conformidad de los socios, aunque comunicó la decisión a los cancilleres de la región.

El secretario de Relaciones Económicas Internacionales y jefe negociador de Argentina en el Mercosur, Jorge Neme, destacó que en el bloque no hay otra posibilidad de negociar con terceros por fuera de la regla de consenso, “una regla establecida en todo el cuerpo jurídico de los tratados que rige el Mercosur”.

Si Uruguay o cualquier otro integrante del Mercosur se convirtiera en una puerta de entrada a él, podrían perder sentido rápidamente el arancel externo común y la eliminación de barreras al intercambio de bienes, servicios y factores productivos entre los miembros, que ha avanzado en forma considerable.

Uruguay presentó una propuesta para que se le reconozca el derecho a la negociación comercial independiente, pero el Mercosur sólo puede adoptar decisiones por consenso, y tanto Argentina como Paraguay ya se han pronunciado en contra de la iniciativa y tampoco es claro que Brasil la apoye, ya que su prioridad es que el Mercosur rebaje su arancel externo común.

Los analistas señalan que si da la impresión de que Brasil ha expresado cierta simpatía con la posición uruguaya es para presionar a Argentina, pero esto no significa que esté dispuesto a poner en peligro sus propios intereses. Y, además, todo puede cambiar con las elecciones brasileñas, en las que hoy parece muy difícil que Bolsonaro sea reelecto.

A esta altura no se puede hablar siquiera de “preacuerdo” con China, cuyo interés obvio es avanzar en su propia estrategia, que desde hace décadas la ubica en la disputa del predominio mundial, con avances muy significativos en América Latina que socavan la histórica hegemonía de Estados Unidos en la región  y poquísima gracia le hacen a la Unión Europea.

El principal socio comercial

China es el principal país comprador de productos uruguayos. En el período enero-agosto 2021 las ventas a China acumularon un aumento de 63%, al situarse en 1.568 millones de dólares. En este lapso, el principal producto de exportación fue la carne bovina, que creció un 205% y ocupó el 60% del total exportado.

Sin embargo, la oferta exportable, se encuentra concentrada en siete productos que son el 97% del total exportado. Aparte de carne, se vende a China productos lácteos (9%), subproductos cárnicos (9%), soja (7%), ganado en pie (5%), madera (5%) y carne ovina y caprina (4%).

En octubre de 2016 en el marco de una visita del entonces presidente Tabaré Vázquez (del centroizquierdista Frente Amplio) a China, se firmaron 16 acuerdos de cooperación y se anunció la preparación de estudios en busca de comenzar a negociar un TLC. Vázquez señaló entonces la difícil competencia que tiene Uruguay para ingresar a mercados internacionales, y dijo que el país compite por exportar a Asia con productos similares a los que venden Nueva Zelanda y Australia, que sí tienen un TLC con China.

Este asunto fue motivo de una convocatoria al Parlamento del entonces canciller Rodolfo Nin Novoa, promovida por el entonces líder de la oposición Lacalle Pou en 2017, quien le cuestionó porque el gobierno “puso la carreta delante de los bueyes” al iniciar negociaciones sin haber hecho previamente estudios, y mostró preocupación por eventuales sectores afectados. También Lacalle dijo en esa ocasión -cuando era opositor- que Uruguay avanzaba sin saber qué apoyo tendría de los socios del Mercosur.

Por su parte, la representante del Frente Amplio, María José Rodríguez, emitió un comunicado donde expresó que la fuerza política «considera positivo el interés de la República Popular China de avanzar en el relacionamiento comercial con Uruguay».

Dijo que el FA «analizará en profundidad la propuesta y establecerá su posición una vez que se comunique la información completa por parte del gobierno», dice la nota y añade que será «con la responsabilidad que le ha asignado la ciudadanía como primera fuerza política del país y teniendo en cuenta la experiencia acumulada durante los 15 años de gobierno».

Uruguay en medio de la disputa China-Estados Unidos

El 22 de junio de 2021, en el marco del Latin America Liberty Forum de la Red Atlas(1), el Centro de Estudios para el Desarrollo (CED)(2), uno de los think tanks uruguayos, co-organizó la actividad de cierre que consistió en una entrevista exclusiva con el presidente Luis Lacalle Pou realizada por Martin Aguirre, editor en jefe del diario El País de Uruguay, miembro asesor del centro para América Latina de Atlas Network, editor del newsletter semanal de dicho centro “Miradas sur” y asesor del CED.

Las declaraciones que el presidente Lacalle Pou brindó en dicha entrevista pueden tener varias lecturas. Desde el punto de vista más oficialista se mostró como un presidente equilibrado en esta denominada nueva guerra fría comercial entre Estados Unidos y China.

Por su dimensión, Uruguay es una aldea, una comarca en el concierto internacional y también dentro de Latinoamérica, que reposa entre dos gigantes como Argentina y Brasil.

“El Mercosur es de las regiones más proteccionistas del mundo”. Volvió a cargar nuevamente Lacalle Pou contra el bloque comercial que Uruguay integra junto a Argentina, Brasil y Paraguay, insistiendo en su idea de “lastre” conocida por espetarle al presidente argentino Alberto Fernández.

En otro pasaje de la entrevista planteó que “este mundo que se viene está diseñado para un país como Uruguay (…) por eso estamos en una carrera aperturista”. El punto es que cuando los países de la periferia se abren casi que de manera total, las grandes potencias se cierran y se genera un intercambio desigual (que ya es desigual desde el inicio).

Asimismo, a largo plazo “la carrera aperturista” nunca la terminan ganando los pequeños países, porque basta una guerra de cualquier índole o que las potencias decidan no importar más esos productos para que dicho proceso se interrumpa. Los pequeños países nunca llegan a un desarrollo industrial sólido, forman parte de la división internacional del trabajo y ocupan un lugar en las cadenas de valor mundial que es ser los proveedores de materias primas.

Así el desarrollo de cada país queda condicionado a la suba y baja de precios de las commodities y no a una planificación proyectada internamente a mediano y largo plazo. Por eso el aperturismo de las pequeñas economías, a piacere de las grandes potencias, es el más peligroso de los espejismos.

El primer mandatario uruguayo no titubeó en tomar postura en la guerra comercial entre China y Estados Unidos. Declaró “veo a Estados Unidos con lo que respecta a América Latina, muy China referente” y agregó “lo veo más reaccionando que accionando”.

Prácticamente todos los países de América Latina tienen a China como principal socio comercial y Uruguay no es la excepción. Al menos el 30% de las exportaciones tienen como destino al gigante asiático.

Ante la pregunta de un periodista sobre la capacidad de Uruguay de no quedar condicionado política y diplomáticamente, entre otras cuestiones, por el vínculo con China y Estados Unidos, Lacalle Pou expresó que eso se resuelve “sin ser permeables a las presiones” y que no condiciona “un voto en la ONU ni en la OEA”.

Sin embargo, un ejemplo concreto y reciente es el de Ecuador. Estados Unidos le prestó dinero a dicho país para saldar sus deudas con China, pero la contraparte es que el país andino cuando desarrolle la tecnología 5G no permita el ingreso de ninguna empresa china.

Otro ejemplo más cercano es el del propio gobierno uruguayo que votó por primera vez a un ciudadano estadounidense para el BID. El elegido, Mauricio Claver Carone, fue el primero en establecer una política ofensiva contra China denominada “Near Shoring”: atraer cadenas de producción desde Asia hacia la región latinoamericana.

La neutralidad y la permeabilidad no se eligen, no son practicables en el mediano plazo. Latinoamérica será el laboratorio de disputa entre un Estados Unidos en decadencia y una China que ha tomado la delantera luego de la crisis de la Covid-19.

Política, ideológica y militarmente Lacalle Pou ha demostrado afinidad con la Casa Blanca. Económicamente, China le ha sacado varios cuerpos a cualquier otro país y hacia allí apunta el gobierno uruguayo. ¿Hacia dónde se decantará el fiel de la balanza?

EE.UU. “sugiere” a Uruguay no contratar 5G chino

En la edición de Observatorio Sudamericano de Defensa y Fuerzas Armadas, en el capítulo Uruguay, en la primera nota aparece esta “sutil” sugerencia nada menos que del Almirante Craig Faller, ex Jefe del Comando Sur de EE UU:

1-EE UU sugiere a Uruguay que no contrate 5G Chino. Las principales potencias globales y algunas de las multinacionales más importantes del mundo compiten para ser quienes suministren 5G a Uruguay, una tecnología con múltiples implicaciones económicas, políticas, diplomáticas y de seguridad.

Según fuentes oficiales, el tema del 5 G es considerado “estratégico” y se encuentra “dentro de la mesa de trabajo” de la Secretaría de Inteligencia Estratégica del Estado (SIEE), para quien la instalación del 5G en el país “implica aspectos de soberanía” que el gobierno debe analizar cuidadosamente.

La situación tomó más impulso en las últimas semanas de mayo, luego de que tanto Julie Chung, subsecretaria interina para Asuntos del Hemisferio Occidental, y Juan González, asistente especial del presidente Joe Biden para la región, como el ex Jefe del Comando Sur de EE UU, Alm. Craig Faller, manifestaran formalmente al gobierno del Uruguay su inquietud respecto a la tecnología móvil de quinta generación que comercializa la empresa china Huawei.

EE.UU. presiona a Uruguay para evitar la compra de patrulleras marinas chinas

En un nuevo acto de presión a un gobierno latinoamericano, la embajada de Estados Unidos en Montevideo advirtió al gobierno uruguayo su rechazo a la compra de patrullas marinas chinas, en medio de una creciente tensión entre Washington y Beijing tras la provocación de la presidenta del Congreso Nancy Pelosi visitando Taiwán.

El aumento de la influencia china en la región es un asunto de preocupación para Estados Unidos, que observa con atención cada uno de los movimientos que realiza la potencia asiática. El tema es definido como complejo en la interna del gobierno, donde las autoridades recurren a la imagen del péndulo para describir la estrategia de posicionamiento de Uruguay.

La preocupación estadounidense por el avance chino fue transmitida en marzo de 2022 por la nueva jefa del Comando Sur de Estados Unidos, Laura Richardson, al Congreso de ese país. En su declaración, la militar dijo que China continuaba su marcha “implacable” para expandirse “económica, diplomática, tecnológica, informativa y militarmente en América Latina”, algo que desafiaba a Estados Unidos, que debía pasar a tener una actitud más “agresiva” en sus líneas de acción.

Ese incremento en el enfrentamiento entre EE UU y China hace que la decisión que deben tomar a la brevedad el presidente uruguayo Luis Lacalle Pou y su ministro de  Defensa Javier García cobre mayor trascendencia, ya que deben definir por cuál de las tres ofertas se inclinan para la compra de dos patrulleros oceánicos (OPV) para la Armada.

Los expertos de Uruguay señalaron a los patrulleros chinos como la mejor opción para la Armada. Gabriel Porfilio, en Infodefensa.com, recordó que las diversas comisiones asesoras designadas por el gobierno para evaluar las tres ofertas presentadas han señalado que la propuesta de la empresa China Shipbuilding Trading Co (CSTC) es la idónea para el país dado que cumple con todos los requisitos. Las tres propuestas están varios millones por encima de lo autorizado por el equipo económico.

Esta decisión es la culminación de una búsqueda que comenzó hace casi ocho años atrás, con múltiples llamados y competencias y para la que el nuevo gobierno optó por realizar una compra directa por excepción, realizando un llamado abierto a todos los astilleros.

La proximidad a esa resolución hizo que Estados Unidos decidiera mover sus fichas y transmitiera –a través de un alto funcionario de la embajada– al senador Carlos Daniel Camy su rechazo a que el gobierno compre las OPV chinas.

El diplomático estadounidense le hizo saber al presidente de la Comisión de Defensa del Senado que era una mala señal la compra de insumos militares a China en un momento de alta sensibilidad a nivel geopolítico y, específicamente, en medio de una creciente tensión entre Washington y Beijing por Taiwán.

En este sentido, marcó la diferencia entre vender carne y soja a China y comprar material para defender el mar territorial uruguayo, cuya principal amenaza suelen ser -según Washington- los buques de pesca chinos.

La compra fue anunciada en diciembre de 2021 y el gobierno estableció que se realizarían dos llamados: uno para buques nuevos y otro para usados. En ese entonces, Estados Unidos transmitió a legisladores oficialistas que estaba analizando la posibilidad de ofrecer dos OPV usadas a un monto bajo, aunque finalmente desistió de la operación y el llamado quedó desierto.

Además de CSTC, presentaron propuestas para vender patrullas nuevas la holandesa Damen –que incluso presentó un recurso en el que pidió ser reevaluada– y la francesa Kership. El astillero que resulte ganador deberá entregar la primera de las OPV en junio de 2024, según el pliego.

En el marco de la estrategia pendular uruguaya, se realizó en Baltimore la ceremonia de abanderamiento de las tres lanchas guardacostas donadas por el gobierno estadounidense que llegarán a Montevideo en noviembre y se instalarán en la base de Fray Bentos.

A su vez, en agosto el Parlamento aprobó un acuerdo de cooperación en materia de defensa con China, que generó controversia ya que los legisladores del oficialismo lo habían frenado hasta tener mayor información. El  documento habilita la realización de ejercicios combinados y aumenta la posibilidad de la llegada de armamento y equipamiento chino para las Fuerzas Armadas.

Ahora, el gobierno impulsa la aprobación de un acuerdo de defensa con EE.UU. cuya actualización se firmó en 2012, pero naufragó en el Legislativo.

 

Notas

1.- Red Atlas, libertarios de ultraderecha: entramado civil detrás de la ofensiva capitalista en Latinoamérica – Por Aram Aharonian y Álvaro Verzi Rangel

2.- El CED En su sitio web explicita sus alianzas estratégicas con: la Red Atlas, la Fundación Konrad Adenauer Stiftung, Libertad y Progreso, Fraser Institute, Property Rights Alliance y la Fundación Internacional para la Libertad.

Fuentes: CLAE, UyPress, Resumen Latinoamericano, La diaria, Semanario Búsqueda, El Observador

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