Informar siempre tendrá un interés. El periodista que lo hace, que informa, cree de antemano que brinda un servicio a la sociedad. Se informa con el interés de beneficiar a quien recibe la información; se informa con la intención de brindar algo a alguien que lo necesita. Sin embargo, son los periodistas y los medios de comunicación quienes deciden qué información necesita la sociedad. Recibimos información sin decidir los temas que requerimos, o de los cuales deseamos ser informados.
Recordemos que el interés de “informar” no siempre responde a la búsqueda de un beneficio colectivo, no siempre tiene como objetivo beneficiar a la sociedad. Esto lo vemos cuando sectores de la economía y la política, que representan una clase en el poder, se apoderan de los medios de comunicación, los compran, crean o financian.
De lo anterior se deriva que hoy tengamos medios convertidos en corporaciones mediáticas con una misión definida: perpetuar un modelo económico junto a una clase política que beneficie sus intereses particulares. Son medios que no buscan el beneficio colectivo de la sociedad, sino imponer sus necesidades a toda costa; y para ello mienten, tergiversan, ocultan y manipulan la información.
Los medios alternativos
Al calor de estas realidades surgieron los medios alternativos de comunicación. Su nacimiento se da bajo el cruce de dos necesidades: lo primero, cambiar el sistema político; y segundo, dar voz a las comunidades, así como visibilizar y posicionar la agenda de los procesos sociales y la oposición política.
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El nacimiento de los medios alternativos se da con un fin político. No nacen solo para dar forma a una herramienta comunicacional o periodística independiente a la línea editorial de las corporaciones mediáticas. Surgieron en oposición a un sistema, al statu quo; y este ejercicio político, la forma de hacerlo, se da a través de las herramientas de la comunicación y el periodismo. Destacarlo es importante porque permite marcar diferencias entre un medio independiente y uno alternativo.
¿Cómo diferenciarles? Imaginemos, por ejemplo, el cubrimiento de un paro o una movilización social. Si hablamos del medio independiente, éste lo hará informando con una mirada distinta a la que impone la agenda neoliberal de los medios tradicionales, informará con independencia; en el caso del medio alternativo, no solo será información lo que produzca, además desarrollará un ejercicio periodístico y de propaganda enfocado a posicionar la agenda de la movilización social.
Los medios alternativos no son neutrales. Y cuando se les exige que lo sean, esto responde a una estrategia de chantaje que busca descalificar y estigmatizar su labor en favor de la sociedad y las luchas populares.
Los medios alternativos aparecieron como respuesta a una guerra desigual donde las corporaciones mediáticas luchan por mantener el monopolio informativo, sus necesidades particulares, sobre una audiencia igualmente monopolizada. Los medios alternativos surgieron como respuesta a esa guerra mediática para tratar de equilibrar la balanza rompiendo ese monopolio, pero también con el objetivo de romper el sistema político que lo produce.
La información generada por los medios alternativos no es neutral. No tiene porqué serlo. Su agenda privilegia la voz de las comunidades, los procesos sociales y la oposición política al sistema neoliberal. Si llegase a privilegiar otras voces, aquellas que se han sostenido en el poder derramando la sangre del pueblo, no solo sería una insensatez dentro de un contexto de guerra mediática, además sería ceder a un chantaje de falsa “pulcritud” periodística y supuesta información “desinteresada”.
Los medios alternativos tienen como misión equilibrar la información, lo cual implica no ceder espacios a los victimarios que cuentan con todos los medios a su favor para imponer un sistema político de iniquidad. Buscar que haya equilibrio informativo, o luchar para que ocurra, debe entenderse como la priorización de espacios para dar resonancia a las voces de las víctimas, para devolver el protagonismo al pueblo que históricamente ha sido condenado por una clase política que le desangra y condena a la miseria.
En este sentido el tema de la “neutralidad” aparece como un falso problema cuando se informa para el bien común de la sociedad, para beneficio del pueblo que requiere respuestas efectivas en medio de la guerra mediática que le han declarado. No importa que los medios alternativos tengan un enfoque con un fin político determinado, pues lo que importa es que la información que produzcan sea veraz y rigurosa, y pueda ser verificada en cualquier momento.
Medios alternativos y el nuevo Gobierno
Una de las particularidades de los medios alternativos es leer y analizar el contexto político dentro del cual producen información. De esa lectura, dentro de su agenda informativa, se brindó apoyo a la campaña del gobierno de transición que representa Gustavo Petro. Sin embargo, ello no implica que los medios alternativos sean los medios del Gobierno, así éstos compartan información oficial, lo defiendan cuando sea necesario o, incluso, lleguen a contratar con éste algún tipo de pauta para subsistir.
Dentro de la agenda de los medios alternativos está el defender una transición política, un espacio para fortalecimiento de los procesos sociales, para defensa y afirmación de la vida, es decir, la defensa de un espacio mucho más propicio que el ofrecido por la barbarie, persecución y muerte que imponía la ultraderecha desde el Gobierno.
La transición política que vivimos no es perfecta, pero en este contexto es lo más adecuado en cuanto a las posibilidades que ofrece para construir un sistema político que no requiera de pactos y acuerdos con sectores de la política que solo están reacomodándose, los cuales representan una burocracia infiltrada que llegado el momento de confrontación política, cuando la derecha y ultraderecha estén más fortalecidas, nuevamente correrán al lado infame de la historia, del cual nunca se han apartado.
Los medios alternativos no pueden abandonar la crítica y la reflexión frente al nuevo Gobierno. El manipulador discurso que invoca el chantaje de no hacerlo porque se estaría apoyando el “trabajo sucio” de la derecha, o siendo “idiotas útiles” para provocar la desestabilización del país, no debe llevarnos a incurrir en el error de no encender alarmas tempranas con debates que son necesarios.
La imagen del Gobierno no se desgastará porque los medios alternativos planteen discusiones ineludibles, pertinentes, si lo que se quiere es no abandonar el camino de la transición política. El desgaste ocurrirá por las decisiones que éste tome en medio de sus “imperfecciones” y entrega de poder burocrático a sectores que conspiran desde adentro, con sigilo, esperando el momento para truncar la posible transición hacia un nuevo sistema político.
Otro factor que provocará el desgaste, si no se corrige a tiempo, es la ausencia de canales comunicantes efectivos entre la bancada de Gobierno, el gabinete ministerial y el presidente Gustavo Petro. No parece existir una línea clara sobre ciertas discusiones que deberían ser de dominio común.
Cambios de último momento en reformas, proyectos de ley y posturas sobre determinados temas toman por sorpresa a unos y a otros, que terminan enterándose por afirmaciones y testimonios que funcionarios emiten por los medios de comunicación, lo cual deja indefensa a la bancada de Gobierno frente a los ataques mediáticos que aprovechan la confusión. En la toma de decisiones y la forma de abordar las discusiones, al parecer, existe unilateralidad en un círculo cerrado de personas que se encarga de los asuntos de Gobierno.
El desgaste llegará, no sabemos cuántos años demore en hacerlo. Todo dependerá de cómo el Gobierno se replantee y tome apunte de las críticas y reflexiones que desde diferentes voces se advierten.
Preparar a la comunidad, a los movimientos sociales y sectores de izquierda, demócratas y progresistas para cuando el desgaste de la imagen del Gobierno llegue a sus máximos niveles, sin que esto nos tome por sorpresa, es hoy una de las tareas fundamentales que los medios alternativos están llamados a realizar, del mismo modo que posicionar dentro de sus agendas informativas las reformas, cambios y sentido humanista dado a la política desde el nuevo Gobierno.
Los medios alternativos deben asumir con responsabilidad que una bella posibilidad de transición no devenga en estancamiento; deben diferenciar entre informar ciegamente para fortalecer el culto a la personalidad de un mandatario, (un caudillismo que rompe vasos comunicantes en la formulación de consensos políticos necesarios con los sectores y personas que históricamente se han jugado la vida por el cambio), y la necesidad de promocionar espacios de construcción colectiva para un proyecto político que finalmente derrote a la ultraderecha, y que de igual manera desintegre todas las formas de infiltración de una derecha que, lentamente, se fortalece acechando desde la burocracia.
En la historia de los medios alternativos, tanto en los que han desaparecido y los que persisten, la dificultad y el idealismo conjugaron su nacimiento fortaleciendo su dignidad. Su magia ha consistido en crear formas de resistencia, inventar formas de creación, en medio de la escasez de presupuesto y recursos técnicos.
La guerra desigual que han enfrentado les dotó de experiencia y obstinación para enfrentar la adversidad. Los medios alternativos, en momentos de cambio y transición política, aparecen como una bella terquedad siempre fiel al momento histórico, a la crítica y autocrítica que nos salva del estancamiento y los aplausos hechos para tapar heridas que sanan en falso.
Los medios alternativos también tienen memoria y una herencia de luchas, de voces y miradas distintas que llegan para pintar con tonos y matices diversos la dignidad del cambio.