En el siguiente informe, el Observatorio del Derecho Social de la CTA Autónoma presenta datos sobre actividad económica, ingreso y salarios actualizados al año 2022.
El crecimiento económico es uno de los ejes sobre los que se basa el discurso del Gobierno nacional. Luego de un período de estancamiento iniciado en el año 2012, que se profundizó en 2018 y 2019, y superados los efectos de la pandemia de 2020, la economía argentina volvió a recuperarse a partir de 2021. El PBI se incrementó un 10,4% en 2021, crecerá en torno al 5,5% en 2022 y, de no mediar una retracción, volverá a subir en 2023 aunque en menor medida.
Si la actividad económica no se detiene en 2023 el gobierno de Alberto Fernández habrá encadenado tres años consecutivos de crecimiento económico, algo que no se daba desde el período 2003 – 2008. Más aún, a fines de 2022 la economía nacional no solo recuperó toda la caída producto de la pandemia, sino que ya está en los niveles de principios de 2018, momento previo a la depresión económica que desembocó en el final del gobierno de Cambiemos.
Este proceso se da a la par de una recuperación de los indicadores del mercado de fuerza de trabajo. La tasa de desempleo se encuentra en los valores más bajos de los últimos años, la cantidad de asalariados registrados en el sector privado creció de manera ininterrumpida entre enero de 2021 y octubre de 2022, y descontado el crecimiento vegetativo de la población se encuentra en los niveles más altos desde fines de 2019.
Paradójicamente, una economía en crecimiento y un mercado de fuerza de trabajo donde el empleo formal siguió recuperándose no se tradujeron en una mejora salarial. Más bien todo lo contrario: el salario promedio anual de los trabajadores registrados medido por el RIPTE cayó durante los tres años del gobierno de Alberto Fernández y el escenario todavía impide hacer proyecciones para el 2023. Si se incluye la gestión de Cambiemos, el retroceso del salario promedio anual se registró en seis de los últimos siete años, con la única excepción de 2017.
En otras palabras, la actual gestión generó los mecanismos para que la economía vuelva a crecer, sin perjuicio de los interrogantes que puedan plantearse sobre la sustentabilidad de este proceso en el mediano plazo, pero fracasó en su objetivo de recuperar el salario real, que siguió deteriorándose año a año aunque con una magnitud mucho menor a la de 2018 y 2019.
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