El principal problema al que se enfrenta Rusia no es el Hegemón y la OTAN: es interno.
El secreto de una operación psicológica perfecta es que nadie la entiende realmente.
Una operación psicológica perfecta cumple dos tareas: deja al enemigo aturdido y confuso al tiempo que consigue una serie de objetivos muy importantes.
Ni que decir tiene que, más pronto que tarde, deberíamos ver surgir los verdaderos objetivos de la jugada estratégica en Rusia que describí como El Día Más Largo.
El Día Más Largo puede o no haber sido una operación psicológica enorme.
Para despejar la niebla, empecemos con un resumen de los sospechosos habituales de ser los “ganadores”.
El primero es, sin duda, Bielorrusia. Gracias a la inestimable mediación del viejo Luka (1), Minsk cuenta ahora con el ejército más experimentado del mundo: los músicos de Wagner (2), maestros de la guerra convencional (Libia, Ucrania) y no convencional (Siria, República Centroafricana).
Eso ya está infligiendo un miedo infernal en la OTAN, que de repente se enfrenta en su flanco oriental a un ejército superprofesional, muy bien equipado, e incontrolable de facto, y encima acogido por una nación dotada ahora de armas nucleares.
Simultáneamente, Rusia apuntala la disuasión en su frente occidental. Como un reloj, eso está llevando a la OTAN a invertir en presupuestos militares cada vez mayores (con fondos que no tiene). Ese proceso resulta ser un pilar clave de la estrategia rusa desde al menos marzo de 2018.
Y como bono extra Rusia crea una amenaza 24/7 a todo el frente norte de Kiev.
No está mal para un “motín”.
El baile de los oligarcas
Mucho más compleja es la dinámica interna de Rusia. Las difíciles decisiones actuales y posteriores de Putin pueden conllevar una pérdida de popularidad unida a una pérdida de estabilidad interna, dependiendo de la forma en que se presenten a la opinión pública rusa las victorias estratégicas definidas por el Kremlin.
Independientemente de lo que machacan 24/7 los medios de comunicación de OTANstán, la explicación oficial del Kremlin para el 24 de junio se reduce a una manifestación de Prighozin: sólo estaba tratando de agitar las cosas.
Pero es mucho más complicado. Hubo ganancias estratégicas, por supuesto, y Prighozin parece haber seguido un guión muy arriesgado que al final favorece a Moscú. Pero aún es pronto para saberlo.
Una subtrama clave es cómo se desarrollará el Baile de los Oligarcas. Los medios de comunicación independientes rusos ya esperaban que algunos -traicioneros- actores, incluidos funcionarios del Estado, compraran su billete de ida cuando las cosas se pusieran difíciles (o que dijeran que estaban “enfermos”, o que se negaran a responder a llamadas importantes). La Duma -alimentada por el Servicio Federal de Seguridad (FSB) de Bortnikov- ya está elaborando una lista considerable.
El sistema ruso -y también la sociedad rusa en general- ven como supremamente tóxica a gente como ésta. De hecho, mucho más peligrosos que los demshiza (término que mezcla “democracia” y “esquizofrenia”, aplicado a los neoliberales globalistas).
En el frente militar, la cosa se complica aún más. Putin ha encargado al ministro de Defensa, Shoigú (3), que elabore la lista de generales que serán promovidos tras El Día Más Largo. Por decirlo suavemente, para bastantes personas, de muy diversas tendencias, Shoigú se ha convertido en un elemento tóxico de la política rusa.
Wagner -rebautizado y bajo nueva dirección- seguirá sirviendo a los intereses de Rusia a través de Minsk, incluso en África.
El viejo Luka, astuto como siempre, ya ha declarado firmemente que no habrá ninguna provocación contra la OTAN a través de Wagner. No se abrirán oficinas de reclutamiento de Wagner en Bielorrusia. Los bielorrusos podrán unirse a Wagner directamente. Tal y como están las cosas, la mayoría de los combatientes de Wagner siguen en Lugansk.
A efectos prácticos, a partir de ahora el gobierno ruso no tendrá nada que ver, ni militar ni financieramente, con Wagner.
Además, no hay armas pesadas que confiscar. Ya el lunes 26 de junio, Wagner había trasladado sus armas pesadas a Bielorrusia. Lo que quedaba -y no había sido trasladado durante El Día Más Largo- fue devuelto al Ministerio de Defensa (MoD).
El baile de los generales
Un claro ganador en todo el proceso es la opinión pública rusa: lo dejaron gráficamente claro en Rostov. Todo el mundo apoyaba a Putin, a los soldados rusos, a Wagner y a Prighozin -al mismo tiempo-. El objetivo general era mejorar el ejército ruso para ganar la guerra. Es tan simple como eso.
La purga dentro del Ministerio de Defensa será dura. Con el pretexto de la represión o la “rebelión”, los “generales de opereta” (como los define el propio Putin) que no entrenaron adecuadamente a sus soldados, no organizaron correctamente la movilización o fueron incompetentes en la batalla, serán definitivamente despedidos.
El problema es que todos forman parte del círculo de Gerasimov (4). Por decirlo diplomáticamente, tiene que responder muchas preguntas serias.
Y eso es lo que nos lleva a la gigantesca noticia falsa de que “el General Armagedón (5) ha sido detenido”, que todo el universo informativo de NATOstán repitió alegremente como loros.
El general Surovikin recibió a Prighozin en Rostov, pero nunca fue cómplice de la “rebelión”. El Viceministro de Defensa Yevkurov también estuvo en el Cuartel General de Rostov y recibió a Prighozin junto a Surovikin. Yevkurov pudo haber desempeñado el papel de observador estratégicamente situado.
El culebrón de la rebelión de Prighozin comenzó de facto en febrero, y no se hizo nada para detenerlo. Independientemente de que se comparta o no la versión oficial.
Lo que esto implica es que el Estado ruso lo vio venir. ¿Hace eso que El día más largo sea la madre de todas las Maskirovkas (6)?
Una vez más: es complicado. A diferencia del Occidente colectivo, Rusia no practica ni impone la cultura de la cancelación. Wagner estaba protegido por la ley marcial. Cualquier insulto contra un “músico” luchando contra los neo-nazis de Banderistán puede castigarse con hasta 15 años de cárcel. Cada combatiente de Wagner es oficialmente un Héroe de Rusia, algo que el propio Putin siempre subrayó.
En el frente Maskirovka, no hay duda de que las tensiones latentes en los círculos militares rusos antes de El Día Más Largo fueron manipuladas, al estilo de la niebla de guerra, para desorientar al enemigo. Funcionó a las mil maravillas. El fatídico 24 de junio, Surovikin estaba dirigiendo una guerra, no bebiendo brandy con Prighozin.
El eje OTANstán realmente está dando manotazos a la desesperada. Ha bastado un rumor relacionado con Surovikin para que entren en éxtasis, lo que demuestra una vez más hasta qué punto temen al General Armagedón.
Un vector clave es cómo es valorado Surovikin en la opinión pública en comparación con los “generales de opereta” sobrevivientes.
Construyó la ahora legendaria defensa de tres capas que ya está enterrando la “contraofensiva”. Introdujo en el campo de batalla los drones iraníes Shahed-136, de gran éxito. Y organizó la devastación de la picadora de carne en Bakhmut/Artemyovsk, que ya ha entrado en los anales militares.
Ya en el otoño de 2022, fue el General Armagedón quien dijo a Putin que las fuerzas rusas no estaban preparadas para una ofensiva a gran escala.
Así que, independientemente de lo que inventen los quintacolumnistas, el General Armagedón no irá a ninguna parte, excepto a ganar una guerra.
Y Rusia no “abandona” África. Al contrario: un Wagner rebautizado está allí para quedarse, y permanece en marcado rápido en varias latitudes.
La tendencia, a corto plazo, parece apuntar a un -enrevesado- drenaje del pantano militar ruso. El Día Más Largo parece haber galvanizado a los rusos de todas las tendencias para que identifiquen quién es el verdadero enemigo y cómo derrotarlo, cueste lo que cueste.
“Nada ocurre por casualidad”
El historiador Andrei Fursov, reviviendo a Roosevelt, observó que “en política, nada ocurre por casualidad. Si ocurre, seguro que estaba previsto”.
Pues bien, Maskirovka cabalga de nuevo.
Sin embargo, el principal problema al que se enfrenta Rusia no es el Hegemón y la OTAN: es interno.
Basándonos en conversaciones con analistas rusos, y en sus impresiones de personas muy agudas que vivieron en Rusia, Ucrania y Occidente, sería posible identificar básicamente cuatro grupos principales que tratan de imponer su idea de Rusia.
1. La banda “De regreso a la URSS”. Incluye, por supuesto, a algunos antiguos miembros de la KGB. Cuentan con cierto apoyo de la población en general. Una gran cantidad de especialistas educados (profesionales de la vieja escuela, en su mayoría en edad de jubilación). Este proyecto sugiere una revolución – un 1917 con esteroides. ¿Pero dónde está Lenin?
2. La gente de “Volver al Zar”. Eso implicaría a Rusia como la “Tercera Roma” y un papel destacado para la Iglesia Ortodoxa. Con grandes fondos detrás. Un gran interrogante es cuánto apoyo popular, especialmente en la Rusia “profunda”, tienen realmente. Este grupo no tiene nada que ver con el Vaticano – que está vendido al Gran Reseteo.
3. Los Saqueadores – en el sentido de robar a Rusia ciegamente en favor del Hegemón. Congrega a los quintacolumnistas, y a todo tipo de “neoliberales totalitarios” adoradores de los “valores” del Occidente colectivo. Los que quedan pronto recibirán una llamada a la puerta por parte del FSB. Su dinero ya está bloqueado.
4. Los euroasiáticos. Este es el proyecto más factible: en estrecha colaboración con China y con el objetivo de un mundo multipolar. Aquí no hay lugar para los oligarcas rusos. Sin embargo, el grado de colaboración con China sigue siendo muy discutible. La verdadera cuestión candente: ¿cómo integrar realmente, en la práctica, la Iniciativa de la Franja y la Ruta con la Asociación para la Gran Eurasia?
Esto es sólo un esbozo, abierto al debate. Es posible que los tres primeros proyectos no funcionen, por una serie de razones complejas. Y el cuarto aún no ha cobrado suficiente fuerza en Rusia.
Lo que es seguro es que todos ellos luchan entre sí. Que el actual drenaje del pantano militar sirva también para despejar el cielo político.
Notas de la traducción:
1. Aleksandr Lukashenko es el Presidente de la República de Bielorrusia, país limítrofe con Rusia, Ucrania, Polonia, Lituania y Letonia.
2. PMC Wagner Group, Compañía Militar Privada Grupo Wagner en castellano, es una empresa militar y ejército liderado por el empresario ruso Yevgueni Prigozhin. A sus soldados se los denomina popularmente “músicos” y suelen aparecer con instrumentos musicales, como un violín, en representaciones gráficas y fotos.
3. Serguéi Shoigú es un General del Ejército de la Federación de Rusia. Ocupa el cargo de Ministro de Defensa desde 2012.
4. Valeri Gerasimov es el jefe del Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas de Rusia desde 2012 y comandante en jefe de las fuerzas que operan en la Operación Militar Especial rusa en Ucrania.
5. Serguéi Surovikin es un General del Ejército de la Federación de Rusia. Sus simpatizantes lo apodan “General Armagedón”. Es conocido por su rol conduciendo las fuerzas rusas que intervinieron en Siria a pedido del gobierno de Bashar al Assad. En 1991 participó en el Golpe de Agosto comunista que intentó revertir el proceso de disolución de la URSS.
6. Maskirovka, traducible como “enmascaramiento” es el nombre ruso para el engaño militar, específicamente el nombre para el entramado complejo de distracciones y engaños tácticos y estratégicos desarrollados por militares soviéticos y sus herederos rusos.
Traducción: Indymedia Argentina.